Aprovechamiento tradicional
Las ramas procedentes de la escamonda se empleaban como madera de obra en la construcción de todo tipo de edificios rurales (viviendas, parideras, graneros, etc.). Son fustes rectos y largos, dotados de flexibilidad y ligereza, además de resistencia a la carcoma. En la mayoría de las casas de los pueblos en donde está presente el chopo cabecero pueden encontrarse vigas de estos árboles. En la mayoría de los casos no había otros árboles adecuados…
La Cordillera Ibérica, y especialmente el Alto Alfambra, tiene un clima muy frío de inviernos largos y heladas rigurosas. En los últimos siglos los bosques llegaron a ser muy escasos por dedicarse los montes a pastos. Las ramas menores (vigatillas y ramera) se utilizaban como leña. Estos restos vegetales formaban parte del combustible de los hogares y de las pequeñas industrias rurales (hornos de pan, tejerías, caleras, etc.). Hoy es el principal aprovechamiento de estos árboles.
En algunas comarcas, antes de que el árbol perdiera la hoja, el ganadero cortaba las ramillas para dárselas como forraje al rebaño. Al mismo tiempo, las choperas de cabeceros forman dehesas con pastos frescos que tenían un aprovechamiento comunal. Son praderas … ¡verticales!
Protección de linderos
Las raíces de los chopos cabeceros estabilizan las márgenes reduciendo la erosión por el agua. En la orilla cóncava de cada curva la corriente gana velocidad. El agricultor lo sabe y forma una empalizada viva para defender su campo de la erosión fluvial.
En la fiestas
Ramas caídas y cabezas de árboles muertos eran quemados en las hogueras de las fiestas populares invernales. Las ramas jóvenes también se empleaban para engalanar animales, edificios y espacios (enramadas).