Parque Cultural del Chopo Cabecero

DEUX ETUDIANTES FRANÇAISES EN STAGE DANS LE PARC CULTUREL DU CHOPO CABECERO DEL ALTO ALFAMBRA

Dans le cadre de notre première année de Master en Valorisation du Patrimoine et Développement des Territoires à l’Université de Limoges (Nouvelle- Aquitaine, France), nous avons eu l’opportunité d’effectuer un stage de trois mois sur le Campus de Teruel de l’Université de Saragosse. Notre expérience turolense à commencer mi-Avril avec un seul objectif : proposer des actions de valorisation afin de favoriser le développement territorial et mettre en avant les richesses patrimoniales du Parc Culturel du Chopo Cabecero del Alto Alfambra. C’est par ici que notre aventure dans les peupleraies de l’Alto Alfambra commence. Laissez-nous vous la compter…

Il était une fois, notre histoire, celle de deux étudiantes se baladant dans le Sud de l’Aragon à bord d’une voiture blanche.

Après avoir parcouru une partie de la France et de l’Espagne nous n’imaginions pas trouvé à plus de 800 km de chez nous des lieux qui allaient devenir bien plus qu’un cadre de travail si ce n’est un nouveau chez nous : les peupleraies de l’Alto Alfambra. En ces lieux se mêle l’atmosphère paisible et douce des rives de l’Alfambra aux savoir-faire des habitants où les arbres centenaires nous murmurent leur histoire.

Les premières choses qui nous ont sauté aux yeux ce sont la beauté des grands espaces où l’Alfambra et ses peupleraies dessinent, comme la colonne vertébrale du territoire, les vastes paysages du parc reliés par des murs en pierres sèche.

Ensuite nous nous sommes laissées porter par les chemins à la rencontre des secrets bien gardés des lieux les plus isolés du territoire, là où seul les plus téméraires osent s’aventurer. Les vautours nous ont guidés vers des endroits plus escarpés, témoignage d’une vie passé, où les bouquetins sont également mis des lieux.

Contre toutes attentes, c’est dans ces lieux, où, voulant se confronter à la nature, l’Homme choisi de se confronter à lui-même comme en témoigne le Château et l’Ermitage d’Aguilar d’Alfambra qui surplombent le spectaculaire Estrecho del Alfambra.

Pour prendre pleinement conscience de ce territoire identitaire nous avons dû faire appel à tous nos sens. La vue qui nous a été bien utile jusqu’ici a dû laisser place à l’ouïe attentive aux brises porteuses des récits et des rires de habitants, de la voix des bergers rappelant leur troupeau avec les bêlements comme seule réponse et enfin porteuses des sons des cloches rythmant nos journées.

L’aventure touche maintenant à sa fin, elle nous aura fait grandir et ouvrir les yeux un peu plus grands sur le monde. De la même manière que ce territoire nous a permis d’évoluer il parait essentiel de le conserver et transmettre ses paysages identitaires afin que d’autres étudiants et le plus grand monde viennent s’enrichir d ce territoire qui a tant à offrir.

Audrey Bonicel et Lucie Porcherie

DE LOS CASTAÑARES DEL LEMOSÍN A LAS CHOPERAS DEL SUR DE ARAGÓN

DOS ESTUDIANTES FRANCESAS EN PRÁCTICAS EN EL PARQUE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO DEL ALTO ALFAMBRA

Como parte de nuestro primer año del Máster en Patrimonio y Desarrollo Territorial de la Universidad de Limoges (Nueva Aquitania, Francia), tuvimos la oportunidad de realizar unas prácticas de tres meses en el Campus de Teruel de la Universidad de Zaragoza. Nuestra experiencia en Teruel comenzó a mediados de abril con un objetivo: proponer acciones de valorización para favorecer el desarrollo territorial y poner en valor la riqueza patrimonial del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Aquí comienza nuestra aventura en las alamedas del Alto Alfambra. Deja que te lo contemos…

Hace tiempo, nuestra historia era la de dos estudiantes que circulaban por el sur de Aragón en un coche blanco.

Después de haber recorrido parte de Francia y España, nunca imaginamos que encontraríamos, a más de 800 km de casa, lugares que se convertirían en algo más que un lugar de trabajo, si no en un nuevo hogar: las alamedas del Alto Alfambra. En estos lugares, el ambiente tranquilo y apacible de las orillas del río Alfambra se mezcla con el saber hacer de sus habitantes, donde los árboles centenarios nos susurran su historia.

Lo primero que nos llamó la atención fue la belleza de los amplios espacios abiertos en los que la Alfambra y sus alamedas forman la columna vertebral del territorio, los vastos paisajes del parque unidos por muros de piedra seca.

Entonces nos dejamos llevar por los caminos para descubrir los secretos bien guardados de los lugares más aislados del territorio, donde sólo los más atrevidos se atreven a aventurarse. Los buitres nos guiaron a los lugares más escarpados, testimonio de una vida pasada, donde las cabras monteses también forman parte de la escena.

Contra todo pronóstico, es en estos lugares donde, queriendo enfrentarse a la naturaleza, el Hombre opta por enfrentarse a sí mismo como lo demuestra el Castillo y la Ermita de Aguilar d’Alfambra con vistas al espectacular Estrecho del Alfambra.

Para ser plenamente conscientes de este territorio identitario tuvimos que utilizar todos nuestros sentidos. La vista, que nos ha servido hasta ahora, ha tenido que dar paso a escuchar las brisas que llevan las historias y las risas de los habitantes, las voces de los pastores llamando a sus rebaños con el balido como única respuesta, y finalmente los sonidos de las campanas que marcan el ritmo de nuestros días.

La aventura está llegando a su fin, nos habrá hecho crecer y abrir un poco más los ojos al mundo. De la misma manera que este territorio nos ha permitido evolucionar, parece esencial preservarlo y transmitir sus paisajes identitarios para que otros estudiantes y el mundo en general puedan venir y enriquecerse con este territorio que tiene tanto que ofrecer.

Audrey Bonicel y Lucie Porcherie

PD.- El Diario de Teruel publicó un reportaje sobre la estancia y el trabajo de estas estudiantes que puede consultarse pulsando en este enlace.