EL CASTILLO DE CEDRILLAS

BAJO LA MIRADA DE LOS NIÑOS

28 de mayo. 9 de la mañana. Colegio de Cedrillas.

Entre el equipo docente de este centro y el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra hemos programado una actividad para utilizar el castillo de Cedrillas como recurso didáctico para los cursos de Educación Infantil y de 1º y 2º de Educación Primaria.

Previamente, los niños y niñas de Primaria, con su profesor Chema, habían construido unos castillos de papel a partir de unos recortables.

Y, también anteriormente, ambos grupos habían recibido una charla sobre el castillo de Cedrillas de la mamá de uno de los niños que había trabajado como arquitecta en la restauración del castillo que íbamos a visitar.

En clase también proyectamos una presentación sobre los castillos. Y estuvimos hablando sobre por qué se construían. Los cambios que se produjeron a lo largo del tiempo entre las primeras fortalezas y las que resultan más conocidas: los castillos medievales. Por qué en la Edad Media se construyeron tantos. Los tipos de castillos medievales. Y cómo era la vida dentro de ellos. Hubo muchas preguntas y, sobre todo, observaciones y reflexiones de los niños a partir de sus vivencias personales

Y terminamos hablando del castillo de Cedrillas. De cómo ha podido saberse la edad de su construcción y de las cosas que en él han ocurrido a partir de restos encontrados y documentos históricos estudiados. De por qué fue construido en ese lugar. De la diferencia entre los verdaderos castillos que tenía en los extremos y del recinto amurallado que protegía la población. De las batallas que allí se produjeron. De cómo vivían las personas en su interior. De los edificios religiosos que contenía en su interior. De cómo, cuándo y por qué comenzó a ser abandonado y deteriorado. Y de los trabajos de estudio y restauración realizados hace unos pocos años.

Y, acompañados por los profesores Chema y Julián, bien ordenadamente en parejas y en fila, comenzamos a subir.

Como la subida tenía mucha pendiente, hicimos alguna parada para descansar y tomar un respiro. En una de ellas vimos unos pequeños olmos que había junto al camino y aprovechamos para hablar de la utilidad de este árbol para las personas, que lo plantaban cerca de los pueblos y por eso lo favorecieron.

O para hablar sobre cómo eran antes las casas de los labradores. Con vivienda, cuadra, granero, pajar y era. O para saludar a los trabajadores de la brigada municipal mientras segaban la hierba.

En la parte final, las parejas se deshicieron y la fila se estiró …

Y llegamos a la base del castillo.

La vista era fantástica. Casi todos los niños y niñas comenzaron a reconocer las diferentes partes del pueblo. Sobre todo, su casa, la de sus abuelos, donde trabajan sus papás, el colegio ….

Para casi todos no era la primera vez que subían al castillo. Pero les encantó una vez más, disfrutarlo con un paisaje de primavera, con los prados tan verdes y llenos de flores de todos los colores.

Observamos la diferencia de altura entre donde llegaría el camino (donde estábamos) y la base de la muralla. Esto ofrecía una mayor protección a la fortaleza.

Vimos que las rocas que formaban la montaña formaban capas. Y, como para reforzar algunas de ellas y evitar que cayeran sobre el pueblo (y con ellas una parte de la muralla) se había colocado una capa de cemento formando líneas paralelas a las capas de la roca.

Tras cruzar la puerta principal, lo primero que hicimos fue subir a la torre de vigilancia que contralaba la entrada y la salida de las personas. En ella distinguimos la piedras viejas (casi todas talladas) de las que habían sido colocadas tras la restauración.

Fue divertido subir y bajar. Y fue muy bonita la vista que desde allí se tenía.

Nos acercamos al extremo este. Desde allí se veía muy bien el pueblo de Monteagudo y los restos de su castillo sobre un cerro. Y las montañas más altas de esta parte de la sierra. A lo lejos, el Peñarroya. Y más cerca, el Portillo Ramiro, entre otros.

Y, en el otro extremo, hacia el oeste, encontramos la otra zona de entrada al la fortaleza. No tenía puerta esta vez. Vimos cómo los arcos soportaban el peso de la muralla. ¡Qué bien hechos estaban!

A través de esta puerta, conocida como Puerta de Teruel, se veían muy bien las montañas de la sierra de El Pobo, con el monte Castelfrío (el que da nombre a un secadero de jamones de su abuelo, dijo una niña) y el monte Hoyalta, la cima de la sierra.

Vimos dónde estarían las viviendas y las calles. Los restos de la iglesia de Santa María, que todos reconocieron en seguida. Y se preguntó por un pilón de cemento que había sobre un muro: un vértice que les ayuda a hacer mapas a los geógrafos.

Y nos sentamos a almorzar. Aprovechamos entonces para ver a través de la lupa a varios insectos y a algunas flores que nos encontramos en el prado. Y comenzamos el descenso para aún llegar al recreo.

Tras este, repetimos la actividad con los niños y niñas de Educación Infantil. Tres, cuatro y cinco añicos. Pequeñines. Esta vez la charla en el aula fue más cortica y hubo menos participación. Nos acompañaron los profesores Pilar, Toñi y David.

Y repetimos la excursión hacia el cerro del castillo.

También paramos para ver a los olmos. Y un niño observó una grandes flores de color morado. Eran lirios. También habían sido plantadas por las personas. Esta vez para hacer bonito.

Y, poco a poco, terminamos de subir la cuesta y la escalera llegando a la puerta del castillo. Alguno pensaba que dentro vivía un dragón y no lo tenía muy claro el entrar.

Y, una vez dentro, lo primero que hicimos -otra vez- fue subir a la torre de vigilancia que había sobre la puerta. Para ellos era el verdadero castillo.

Subir la escalera de caracol fue una pequeña aventura para estos valientes.

¡Cómo disfrutaron con la vista!

Y visitamos todo el recinto acercándonos al mirador este para reconocer de nuevo Monteagudo, su castillo y las montañas más altas de la sierra de Gúdar.