EL LEGADO DEL ABUELO

UN LIBRO SOBRE EL HABLA POPULAR EN MONTEAGUDO DEL CASTILLO

Hoy quiero presentaros un nuevo libro: «El legado del abuelo».

Para confeccionar el libro partí de la idea de dar a conocer las palabras ahora perdidas y que un día fueron el hablar cotidiano de nuestro pueblo. Aquellas que fueron recogidas por la Asociación Amigos del Pairón de Monteagudo del Castillo en la sección “Palabros” de su página web.

Una tarea, en principio difícil, al tener controladas unas ochocientas ochenta palabras y no saber cómo encajarlas en un libro. Por lo que tuve que clasificarlas por: nombres, verbos y adjetivos, extrayendo de esta forma una cantidad importante. Volví a reclasificar para asociarlas a actividades: el acarreo, las caballerías, el clima, la era, la siega, el labrar, sembrar, el monte, oficios, tamaños de fincas, y otras.

Si partimos de la base de que la palabra es el conjunto de sonidos articulados que se asocia a uno o más significados y que denotan objetos concretos y conceptos abstractos, que expresan las emociones humanas y la voluntad, nombran “categorías generales y abstractas de las relaciones del ser”.  Y que el ser es aquello que permanece y es común a todos sin distinción. Pero que todo ser está enriquecido por las vivencias particulares de cada cual y el momento que le tocó vivir. De ahí la riqueza y la grandeza de la palabra, de los “Palabros”, porque da a conocer unas gentes, con sus voluntades y sus emociones, en medio de un mundo muy concreto, el cual forma parte ya de nuestra cultura y nuestra historia.

La riqueza de cada palabra es mayor cuando se emplea en el conjunto de una frase, y mayor todavía en el conjunto de una historia.

Si bien la portada ilustra una calle de este pueblo, una calle que durante más de 20 años consideré que era la mía; un abuelo y un niño de la mano, no es para nada ningún relato relacionado con mi abuelo, ni tampoco describo vivencias familiares. Simplemente uno: un abuelo, unas tertulias, unas historias, con un nieto que empieza a ver la vida. Unos consejos, unas enseñanzas, que ya me gustaría poderlas contar como vividas juntamente con mi abuelo ¡Nada más lejos de la realidad! Tal vez todo lo contrario, describen aquello que a todos nos gustaría que hubiese sido, pero yo os aseguro que nunca fue tal.

En la solapa de la portada aparece la leyenda:

Recordar es signo de que has vivido.

Es signo de que vives.

Es ver desde el presente como se pusieron los cimientos sobre los que se edificó tu yo.

Cada recuerdo es una piedra puesta sobre la muralla protectora del hombre. Santuario de sí mismo.

Compartir los recuerdos es, como dejar las puertas abiertas para que cada uno escudriñe en los rincones donde se atrincheran los más íntimos sentimientos del alma.

No son mis vivencias, pero cuando uno escribe, es inevitable que no transmita al menos parte de los rasgos de los cuales está formado. De ahí la leyenda.

Este libro se divide en tres partes. Son tres bloques que conjuntamente forman una idea: dar a conocer ese magnifico mundo de las palabras que un día fueron el cotidiano hablar de nuestro pueblo, de gentes que en muchos casos han pasado a formar parte ya de nuestra historia, y otros, que, con canas o con calvas, les sigue sonando su música y su letra cuando las escuchan.

La primera parte, es un conjunto de relatos, que bien pudieron ser historia o ficción, pero que se aproximan mucho, a la vida de aquel entonces. Me gusta recoger frases hechas, están entrecomilladas, son como ese mensaje del hombre maduro al niño que comienza.

La segunda parte la componen los trabajos de los niños de la escuela y el escrito de protesta de las niñas. Es a mi entender, una forma clara de dejar por escrito una fotografía de la vida del pueblo en el año 1962. Ya en aquel momento, con los datos en la mano, se aprecia un horizonte incierto.

La tercera parte, es el vocabulario recogido por todos los chavales y chavalas que pisaban las calles del pueblo en el año 1962. Una iniciativa, que quedará para siempre como testimonio de un pasado que sigue iluminando un presente.

El conjunto de los relatos, más los trabajos de los niños, tratan de dar a conocer aquellos palabros en su habitual expresión del momento. Están subrayados en negrita, así como palabras apocopadas de la época, las cuales están en cursiva.

La contraportada es una fuente y una serie de palabros. Y en el centro la leyenda “Fuentes de vida”, porque lo son tanto el agua como las palabras.

¿Por qué el título “el legado del abuelo”?

Es sencillo, está lleno de enseñanzas, o mensajes para aplicar en el hoy: las enseñanzas del espejo, el ser valiente, amar la naturaleza, el reciclar y todo un testamento de vida.

Unas alegres historias que espero os hagan revivir viejos tiempos a unos, y a otros ilustrar una forma de vida ahora perdida:

  • El bureo
  • El matrimonio que no pudo ser
  • Los santos inocentes tienen su día
  • San Benito y los sambenitos
  • Encontrar una herradura trae buena suerte.
  • El guarda del bolage. Historia contada por Eusebio Millán.
  • Historias del maestro represaliado del régimen
  • El cumpleaños de mi abuelo
  • La vida de Andrés, que tuvo que sobrevivir como las perdices con la cascara en el culo y sus peripecias de arriero.
  • Mi primer día de escuela.
  • El decreto del ministerio.

El abuelo dejó una carpeta con un rico contenido, formado por:

  • Un testamento dirigido al nieto.
  • Los 10 trabajos que el maestro mandó realizar a sus alumnos.
  • El escrito de protesta de las chicas
  • Mi primera redacción de la escuela.
  • Una hoja parroquial.
  • El diccionario de palabros.  

El libro para mí es alegre, divertido e ilustrativo.

No consideré oportuno insertar fotografías, porque las que dispongo no hacen justicia a la realidad de lo que quiero mostrar. Así pues, realicé unos dibujos que hacen juego con la época que se testimonia.

Esta obra jamás se hubiera realizado, si antes, otras personas como Damián Villamón Campos, al frente de la Asociación Amigos del Peirón de Monteagudo, no hubiesen tenido la imaginación y valentía para unir a los hijos del pueblo en la recopilación de ese magnifico mundo de las palabras perdidas. Con lo cual, a él y a todos cuantos hayan contribuido a su recopilación elevo mi más profundo agradecimiento. 

Jamás hubiera pasado por mi imaginación confeccionar dicha obra, si Chabier de Jaime Lorén, director gerente del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra, no me hubiese echado el anzuelo con un propósito parecido. Le agradezco, estos, y todos aquellos otros retos que con él han visto la luz.

Si lo descrito hasta ahora, te ha dejado una pequeña inquietud y quieres conocer todo el contenido del libro.

¡No lo olvides!  ¡Estás invitado a la presentación de este!

Tendrá lugar en el Salón del Ayuntamiento de Monteagudo del Castillo, el sábado 10 de agosto a las 18 horas.

Eliseo Guillén (Monteagudo del Castillo)