PALABRAS DE PARTE DE JORCAS
LIBROS COLECTIVOS CONTRA EL OLVIDO (II)
Casi desde el inicio de mi carrera había empezado a recoger cosas sobre Jorcas: opiniones, palabras, recuerdos, canciones. A fin de cuentas estudiaba Historia, era normal. Acumulaba las fichas, en unos ficheros de madera que mi padre me hacía, con aquellos datos que me parecían relevantes: nombre del informante, edad, de dónde era, quién se lo había enseñado y un largo abanico de anotaciones que durante la conversación de cada persona iban saliendo. Finalmente, con un pequeño magnetofón, les pedía permiso para grabarlas y luego oían su voz y se reían de la reproducción.
Cuando en 1999 terminamos el libro de ¿Hay buena gana? me dí cuenta que muchas personas del pasado reciente zoquero habían quedado en el recuerdo y su voz en mi magnetofón. E igualmente fui consciente que después de mi generación, la mayor parte de sus sucesores, hijos de la emigración a la ciudad, desconocerían mucho de aquello que formó parte de la vida de sus padres o abuelos.
Y una noche del año 2000, al enfilar la carretera de entrada a Jorcas, el pueblo parecía haber desaparecido. Se había ido la luz. A lo lejos, Aguilar semejaba realmente un nido de luciérnagas, pero Jorcas no estaba. Y ahí empezó esa inquietud, como si fuera un absurdo temor o una advertencia extraña, por reunir las palabras, las frases que recordaron, dijeron, cantaron o recitaron gran parte de sus habitantes para mí, incorporándolas a mi piel como una taracea.
Y me propuse otra vez, sin más tardanza, preguntar, solicitar la participación de todos e involucrar a todas las edades. La idea del libro fue surgiendo mientras revisaba las fichas, mientras hacía la lista de las que ya no podrían aclararme nada por sí mismas y de algunas que habían ido volviendo al pueblo en las últimas décadas, de aquellos niños que dibujaron antes y habían crecido…
El libro, como un ser vivo, fue surgiendo y creciendo cual enredadera que se desparramaba entre los recuerdos de las gentes. Se fue haciendo a sí mismo con ellas, dictándose con voces a veces masculinas y otras femeninas mientras Alberto y yo mirábamos, sin darnos cuenta, los entresijos de otros libros y soñábamos. Siempre hemos sido unas “soñadoras hormiguitas”.
De los armarios salieron también ¡tantas cosas! cuadernos, fotos, cartas, risas y lágrimas. Le contamos a Mª Ángeles Cosculluela nuestro propósito y ella dijo: “¡Adelante! Quiero ese libro cuanto antes” pero desgraciadamente no llegó a ver más que una parte. Por eso queremos nuevamente recordarla con su eterna sonrisa y capacidad. Se lo contamos a Ramón Pelinski, el gran musicólogo que también nos dejó años después, y nos dijo lo mismo. Se lo consultamos, como no, a nuestro buen amigo ya, José Mª Ballester y contestó: “Después de ése, sólo os faltará el del paisaje. Adelante, el método es vuestro”.
Queríamos, quisimos que todos los que constituyesen el libro fueran “made in Jorcas” o tan próximos afectivamente al pueblo que lo disfrutaran con el mismo entusiasmo que si hubieran nacido en él. Y conseguimos que las transcripciones musicales las hicieran Laura y Pilar, músicas descendientes de Jorcas, que quien lo imprimiera fuera José, alguien de Jorcas, que los dibujos y fotografías tuvieran ese rasgo, que las imágenes, voces y sonidos de los CDS fueran de allí. Internet había irrumpido en nuestras casas, decían que el futuro sería la comunicación y el aprendizaje global con ése medio. Nosotros quisimos ofrecer a través de un libro, dos CD y una web el desarrollo histórico de la expresión y comunicación interpersonal cuyos fundamentos esenciales siguen siendo y serán, por encima de todo, la PALABRA, la IMAGEN y las MANOS.
No hay más, tampoco menos. Son 450 piezas orales y escritas recogidas, que aportaron las más de 100 personas participantes, más de 500 imágenes desde finales del siglo XIX al año 2003, más de 500 fichas con opiniones y recuerdos, más de… Entra y sale de sus páginas la vida de mujeres y hombres que hicieron realidad lo que ahora somos con sus luces y sombras. Es la reivindicación de sus nombres que simbolizan mucho trabajo duro, mucha creatividad, muchos esfuerzos, mucha constancia, convivencia, dolor y alegría imposibles de olvidar.
De golpe nos sabemos desde 2006 en las estanterías de grandes bibliotecas como la Nacional o la del Congreso de los E.E.U.U. y universitarias tan lejanas como Washington, París, Milán o Budapest, estudiados por quienes nos comparan y certifican la presencia de canciones, poemas, costumbres, romances y términos lingüísticos en la provincia a partir también de éste libro. Pero ese cotejo científico, siendo importante por la sorpresa de los profesionales que se admiran de la resistencia y vitalidad de un pueblo tan pequeño, no lo es tanto como nuestra alegría al ver que “los nuestros”, quienes de verdad, día a día, hacen la historia de éste país, están presentes con sus nombres, apellidos y figura en igualdad de méritos a tantos otros con muchos más medios a su alcance. Es la fuerza de los soñadores.
Alguien, después de leerlo dijo que una frase del libro le había impresionado. En 1977 la había dicho el tío Pablo Pinas, un hombre pequeño, discreto y digno recordando los tiempos de guerra: “Si eso es la historia, muchachos, mejor que no la hubiera” y siguió “nos dejaron más pobres aún de lo que ya éramos”. Pero él, con su ejemplo, construyó la otra historia, la humana y como tantos otros, nos enseñó la vida de otra forma. Nos enseñó la Historia.
Nos la enseñaron también otros “de fuera” distintos entre sí pero unidos por una misma meta: enseñar. Y fueron LOS maestros más recordados: D. José y Dña. Manola. Nos la enseñaron las niñas Victoria, Mónica y Pilar que recogieron el espíritu “de Jorcas” haciendo sus libros, dibujos y fotos, los niños del pueblo, las mujeres cantando a capella, los hombres rasgando las guitarras y bandurrias.
Una noche de 1999 se fue la luz y parecía que Jorcas no estaba. Sin embargo sigue remando contra corriente, segura que más tarde o más temprano, por no se sabe qué intrincados vericuetos, la vida dará la razón al vaticinio de los soñadores: Con lo mejor de antes y lo mejor de ahora y de mañana, con la Historia pequeña otro mundo es posible. En esas páginas quedan sus palabras. Todo es cuestión de observación, reflexión, comunicación y acción, por ése orden.