FLORECE LA SEMENTERA
Los Jadreales, en Ababuj. Mañana fresca de primeros de septiembre. La niebla aún sigue instalada en el fondo del valle. Paisaje ganadero. Parideras y pastos. Extensos e inabarcables pastos que remontan hasta los altos de la sierra del Pobo, donde se precipita ya el valle del Bajo Alfambra.
El verano ha venido seco, nada nuevo. Sin embargo, la última semana de agosto dejó más de 20 litros. No mucho, pero lo suficiente para activar procesos que estaban preparándose bajo tierra. Como la floración de una de las plantas de monte más populares.
En la Sierra es conocida como «sementera». Esta planta comienza a florecer cuando también lo hace la temporada de siembra de los barbechos preparados en los meses anteriores. Otras personas de la zona, por su aspecto, le llaman «azafrán de monte».
Su nombre científico es Merendera montana. Es una planta bulbosa que florece desde finales de agosto hasta primeros de octubre. Por ello, en el Alto Aragón se la conoce como «espachaveraneantes», aunque tecibe otros nombre como «escusameriendas», «espantapastors» o «mataborregos».
Es un endemismo de la península Ibérica que tiene una extensa distribución y abunda más en las cordilleras que en las depresiones.
La floración de la sementera es tan espectacular como efímera. Un par de meses después produce las hojas que permanecen durante todo el invierno para secarse después. Toda la planta contiene colchicina, un principio activo con acción anticancerígena al ser capaz de inhibir la división celular. Es una planta tóxica que es evitada por el el ganado, de ahí algunos de los nombres populares.
Es por ello que prospera en los pastizales. El selectivo diente de la oveja sujeta a plantas con las que compite lo que le resulta beneficioso.
Las lluvias de agosto, retenidas en las arcillas de la paramera, son la garantía para la floración de la sementera. Los años de veranos lluviosos producen floraciones explosivas. Este año, la florada es más discreta.
Los veraneantes se han ido. Aún quedan algunos jubilados que esperan hasta el Pilar para sacar las patatas y coger alguna seta de cardo o algún rebollón, si el tiempo acompaña. Ahora el pueblo rebosa de calma. Es el momento para saborear estos días frescos y tranquilos del primer otoño.