IN MEMORIAM

El pasado día 17 de enero de 2018 se colocó la maquinaria restaurada del viejo reloj de la torre, sobre un armazón de hierro, en el salón de plenos del Ayuntamiento de El Pobo, donde quedará ya expuesta. Puede datarse su antigüedad entre las décadas de 1920 o 1930.

Con cuidado, se tomó nota de las instrucciones para ponerlo en hora y accionarlo que nos dio el relojero D. Francisco Gómez Jiménez, encargado de su rehabilitación, a fin de no «estropialo». Ya padecía ciertos achaques cuando se sustituyó por otro electrónico que hay ahora.

A su vez, la primera esfera del reloj fue de cinc, la siguiente de cristal y la que hoy luce en lo alto del campanario es de metacrilato.

Por las características térmicas de los materiales del reloj (hierro y bronce), más en lugar tan expuesto como un campanario de la Sierra, en invierno atrasaba y en verano adelantaba. Por ello, había que ajustarlo desde la rosca que tiene el péndulo para contrarrestar dichas acciones. En este tipo de relojes la vara del péndulo es de madera.

El cuartito del reloj, que está un poco más abajo del cuerpo de campanas y cerrado con llave, fue siempre objeto de misterio y curiosidad para los legos. A través del tiro de la torre descendían las pesas. En algún momento se colocó un pequeño motor para hacer el remonte y no tener que subir a darle cuerda al reloj, que funciona por gravedad.

Nosotros sólo hemos conocido un relojero en El Pobo: el tío Pedro Sánchez, fallecido el día 7 de enero de este año y enterrado aquí. Fue hombre de iglesia, de guiñote y de huerto; albañil, cantador de albadas y juez de paz. Parece como si con él se cerrara una época completa. A este respecto, creo que muy apropiado sería recordar un proverbio latino, escrito en algunas viejas esferas de reloj. Dice así: «Vulnerant omnes, ultima necat«, o sea, todas hieren, la última mata, refieriendose a las horas y que, en este caso particular, atañe al relojero que tanto se desveló. No en vano, en la maquinaria del reloj reza una placa:

Restaurado por:
Relojes y campanas monumentales, 2018
En recuerdo a:
PEDRO SANCHEZ TENA
1935-2018

Fue el Ayuntamiento quien históricamente se hizo cargo del reloj de la iglesia hasta hoy en día. No fue el primer mecanismo. Rebuscando en el Archivo Municipal puede verse el pago del Concejo a Esteban Domingo por «Cuidar del Relox«, ya en el año 1729. Ese empleo será heredado por su hijo, Braulio Domingo. El cerrajero Miguel Sánchez Nadal suele hacer reparaciones del reloj por aquella época. Fue el artífice de los herrajes de la puerta del Loreto (1748), que orgullosamente marcó con su nombre. También hizo los existentes en el portón de la desaparecida casa del número 12 de la calle del Carmen, actualmente solar. Parte del arco de medio punto que lo enmarcaba, fechado en 1737, podemos verlo hoy encastrado en el piso superior de la antigua carnicería, haciendo de ventanal. Luce un escudo heráldico. Son las paradojas del destino: tan celosos como se mostraron los concejos del siglo XVIII frente a los privilegios de los infanzones, nunca habrían permitido colocar otro emblema distinto al suyo en un edificio de clara titularidad municipal.

Desde lo alto de la torre un nuevo reloj da las horas. Como siempre, las da a ricos y pobres por igual. A las plantas de sus pies, junto al amplio arco ojival del atrio, impertérrito, marca el devenir un reloj de sol de muy buena fábrica, hecho de un solo bloque de azulada piedra de calar en 1706.

Reloj de sol en la iglesia de El Pobo

Éste ya dio la hora del cambio de dinastía austriaca a la borbónica en el trono de España y otros muchos momentos nuestros no tan pregonados. El tiempo no perdona.

Juanjo Martín Escriche (El Pobo)