PASIÓN DE CAMARILLAS
1786 a 1936: 150 años. 1922-2022: 100 años ¿Y si la recuperamos?
Hoy, en esta catástrofe para tantas familias de La Palma dejándolas sin casa y sin recuerdos, querría contaros una historia pequeña que a todos nos atañe e invitaros a una reflexión mientras veo bajar la lava, destruyendo en un momento todo lo que muchas personas honradas tardaron generaciones en levantar y algunos desaprensivos avarientos en violar a la Naturaleza.
En septiembre de 2001 tuve en mis manos dos documentos, uno de ellos era la copia que en 1922 había terminado Miguel Fortea Rajadel de un texto en verso, también manuscrito, sobre la Pasión y Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo. En sus páginas Miguel Fortea no daba el nombre de quién se lo había prestado para que lo copiara durante “las tardes de invierno”, ni de qué pueblo turolense procedía; él se dedicó a transcribirlo literalmente, respetando la métrica y ortografía del llamémosle “original” que tenía delante. Así lo dice el 30 de noviembre al finalizar el trabajo de 164 páginas rubricándolas con su firma.
Luego devolvió el ejemplar prestado a su dueño y guardó el suyo recién copiado, posiblemente para emplearlo otras tardes como lectura edificante a sus hijos. Sin duda, el recuerdo del padre leyendo en voz alta quedó en la mente de sus sucesores porque, a pesar de una guerra civil, el cuaderno ha ido pasando hasta las manos de su nieto y actual propietario entre otros documentos valiosos de la familia.
Veo cómo los palmeros tratan de salvar con urgencia marcos con fotos; son sus recuerdos, algo de su vida íntima, su historia y sus orígenes. Conservar esas fotos, igual que ha hecho el nieto de Miguel Fortea con el cuaderno de su abuelo, tienen un valor sin posible precio. Es aquello de lo que uno no quiere desprenderse mientras vive porque si lo hace, destruye parte de su propia historia que nació de tantas generaciones hasta él. Las fotos, como el cuaderno, son el complemento vital de la memoria y los conocimientos que parten con cada persona allá donde va. Esos documentos reúnen la imagen, los sentidos y sentimientos de quien estuvo para nosotros en el pasado.
Con actos como esos, aparentemente “insignificantes”, se construye un patrimonio familiar, la verdadera Historia y Cultura de las gentes de un territorio y, en una historia tan sencilla como esta vemos la gran enseñanza gramatical urgentemente necesaria para nuestra época: La de “perder el tiempo” en, para, junto a, por y con nuestros hijos, conservando con mimo por ellos nuestros recuerdos familiares y nuestras vivencias, transmitiéndoselas, recorriendo junto a ellos los lugares y las vidas de nuestros “anteriores”, compartiendo con ellos el secreto de cómo y por qué se “sostiene” la vida con nuestras manos en los pequeños saberes y trabajos, asociándonos con ellos y con los demás en esfuerzos y alegrías: construyendo la Historia inolvidable del espacio que alquilamos a la Tierra para pasar los años.
Eso es lo que hizo Miguel Fortea Rajadel naturalmente, sin necesitar toda la reflexión anterior. Pero nosotros sí necesitamos pensarla y hacerla realidad. Miguel Fortea no imaginaba la trascendencia que su acto -y transmisión a los que le sucedieron- tendría un siglo más tarde para todo un pueblo. Hoy crece el resultado ante vosotros.
Durante varios años he estado buscando información etnográfica e histórica y cotejando textos hasta tener la certeza de cuál era el pueblo del que alguien que lo tenía, posiblemente el organizador de la celebración, se lo dejó a Miguel Fortea Rajadel. Y todas esas informaciones me han llevado a Camarillas.
Es seguro que anualmente en el municipio, durante las tardes de Jueves y Viernes Santo, los vecinos de todas las edades representaban la Pasión, Descendimiento y Entierro de Cristo que recogió Miguel Fortea. En dicha representación interpretaban los más de 40 papeles indicados en el libreto aunque entonces, la solidaridad local ampliaba la participación mucho más porque, de un modo u otro, COLABORABA GRATUITAMENTE todo el vecindario desde el Ayuntamiento al estudiante, de los curas a los niños y jóvenes, desde el pastor al carpintero y las mujeres prestando caballerías, objetos o ropa, cosiéndola, planchándola, limpiando los espacios, preparándolo tablados, telones, la imagen articulada de Cristo, los complementos, la cama, las luminarias… Era SU PUEBLO, su pueblo que, fijaros, desde una primera vez hacia 1786, cada año se llenaba esos días de forasteros, ávidos “turistas”, para verla al menos una vez en la vida.
Hoy, después de 18 años de trabajo, puede afirmarse sin ninguna duda que el legado que regala Miguel Fortea y su familia a Camarillas es una única y “auténtica joya del Patrimonio Cultural Aragonés” porque
1ª Sus 5.230 versos son el único ejemplar existente hasta el momento de la obra completa de autor aún desconocido, posiblemente valenciano, que la escribió en la segunda mitad del siglo XVIII traduciendo algunas partes de otra anterior en su lengua.
2ª Por su extensión, la pieza es la más amplia de cuantas se conocen en verso o prosa en Aragón sobre la misma temática y seguramente también una de las más extensas del resto de España. Por la calidad de su composición, guarda notables influencias con los grandes escritores del teatro religioso del Siglo de Oro a los que el autor tomó como modelo y, por sus pormenorizadas acotaciones indica escenografías barrocas sencillas, acordes con los recursos técnicos y económicos de los habitantes y el medio rural en el cual se representaba.
3ª Aunque Camarillas la conoció y llegó desde Vila-Real de Castellón, gracias al intercambio anual de personas y ganados consecuencia de la histórica trashumancia que fluía entre ambas localidades desde la Edad Media, en el Archivo de Vila-Real guardan nada más que siete páginas de aquella estrenada en 1772. Seguramente poco después pudo conseguir una copia alguien de Camarillas y tal vez la estrenaran durante la Semana Santa de 1786 año en que se inauguró la grandiosa iglesia parroquial (Monumento Nacional desde 1982), hoy en ruinas.
4ª Desde aquel momento su escenificación debió continuar, con mayor o menor regularidad, tal vez hasta la declaración de la II República y, con toda seguridad, hasta el comienzo de la guerra civil. A partir de entonces, 150 años después de su muy probable primer estreno, se perdió en el pueblo junto a todo el Patrimonio mueble y documental eclesiástico.
5ª La representación discurría desde un primer tablado en una de las plazas locales, seguramente por las calles del municipio convertido en Vía Crucis, hacia la Loma de las Cruces donde tenía lugar la crucifixión, muerte y descendimiento del cuerpo para seguir en procesión por el pueblo y terminar depositando el féretro en la iglesia, como sepulcro simbólico, hasta la noche del Sábado de Gloria. Si las gentes de Camarillas decidieran y pusieran otra vez en escena la Pasión y Descendimiento, siguiendo el patrón que marca el libreto, significaría ante todo el mayor y más emocionado homenaje a sus antepasados creyentes y no creyentes, recuperarían un modelo de fiesta barroca con reminiscencias formales de la Edad Media (teatro a pie de calle en movimiento) única en España, constituyendo un ejemplo para el país entero precisamente por ser un municipio demográficamente esquilmado durante más de 50 años y sería un orgullo para los camarillenses recobrar con extraordinario esfuerzo parte de su historia. Pero, además, con todo eso tendrían una poderosa alternativa para su futuro desarrollo sostenible. Un ejemplo de acción-educación cultural y social desde el propio territorio, y nunca mejor dicho, contra la despoblación. Creemos que es querer de verdad un pueblo. Adelante.
Lucía Pérez García-Oliver