CAMARILLAS, 20 DE AGOSTO 2021

El pasado día 20 de agosto en Camarillas se estrenó una actividad preparada por la Asociación  Cultural Camerón. Fue un recorrido divulgativo y teatralizado por la historia local, con indumentaria bien preparada por E. Catalán para la ocasión, en el que los voluntarios actores pusieron todo su esfuerzo y entusiasmo recorriendo las calles del pueblo para enseñar a propios y extraños, algunos, no todos, los lugares valiosos que guarda el municipio.

Los “propios” eran muchos, pero también fuimos muchos los “extraños”, todos con mascarilla, puesto que, la “excusa” del evento convocó a gentes de Aguilar, Aliaga, Hinojosa de Jarque, Orrios, Jorcas… De manera que los miembros de Camerón cumplieron varios objetivos importantes siempre y más en tierras como estas: dar a conocer Camarillas a los camarillenses, recordarles lo mucho que tienen y deben a sus antepasados, saludar a familiares y amigos de otras localidades cercanas, salir del pequeño círculo local sintiéndose orgullosos de lo que les rodea sin pretender imitar las formas de vida urbana ni lo que viene “en las revistas”, encontrarse en un mismo sitio personas de varios municipios y, tal vez, por qué no, ampliar las posibilidades de relacionarse para pequeños proyectos conjuntos  -que siempre son grandes metas a lograr- partiendo de nuestros conocimientos sobre el territorio  -que nadie como nosotros sabe y quiere- pero también intercambiando y aportando ideas con los que desde otros lugares llegan. Toda una vía imprescindible para nuestro  -por favor, absténganse  imposiciones del exterior-  desarrollo racional y razonable del territorio común.

Porque tener y ser de un pueblo es un privilegio limitado exclusivamente a los que son de él, y ese privilegio hay que disfrutarlo aportando, no quedarse apalancado viendo pasar los días y las horas en la inopia de un bar con un paseo vespertino por la carretera como nuevos ricos de “ciudad”, ni al contrario, pensar los que “se quedan” en invierno que son los “dueños y señores del sitio para su arbitrario uso y disfrute, minusvalorando la colaboración a quien llega con buena disposición para integrarse con lo que tienen o pueden. Hoy, observando cualquier día veraniego  la vida en nuestros pueblos, se ve el daño tan brutal que ha hecho al sentido de convivencia y solidaridad vecinal de los hombres y mujeres, sean de donde sean, ésta mal llamada “civilización”  –jamás Cultura- divisoria entre campo y ciudad .  

Solo son de cada pueblo quienes nacieron y se sienten de él y, aunque esta frase parezca de Perogrullo, tiene mucha verdad.  Allí nosotros no somos anónimos sino personas con nombres y apellidos, queridos y recordables cada día por lo que dejamos en la comunidad. Solo por él y en él formamos parte de la Historia con mayúsculas.

Pensé todo esto mirando el ilusionado esfuerzo que habían hecho y estaban haciendo los miembros de Camerón, empleando muchas horas en documentarse y ensayar lo que nos regalaban con ese paseo turístico.  

En un estudiado itinerario, desde los aledaños del castillo nos explicaron los orígenes medievales de la población, su pertenencia dentro de la Comunidad de aldeas de Teruel a la Sesma de Monteagudo y los sucesivos poseedores del territorio que, salvo algún que otro periodo de dominio eclesiástico, perteneció a los reyes aragoneses. De allí pasamos a la magnífica fuente «vieja» cercana, construida por entero – incluso el bacio o abrevadero- con sillar bien labrado. Según la leyenda, por decisión de los camarillenses, en un gesto de exquisita deferencia, uno de sus dos caños se destinó exclusivamente a recoger el agua que bebería el rey cuando pasara por el pueblo y, el otro, al uso y disfrute de la restante población.

Después nos dirigieron a una plazoleta donde se levantan dos mansiones casi gemelas, muestra del potencial que poco a poco fue adquiriendo la parte “baja” del municipio, cuando las guerras no fueron tan frecuentes y la expansión demográfica pedía mayor comodidad y espacio. Unos siglos en los que se abrieron calles, se construyó la monumental iglesia y la fuente baja más grande, se elevaron casonas de infanzones que por sus servicios a la corona obtuvieron títulos borbónicos, nada más, y durante el siglo XIX volvieron a verse involucrados en esos mismos servicios a la monarquía poniendo en juego, ellos sí todo cuanto tenían: casas, vidas y bienes.

Y, avanzando en el paseo, llegamos a la cerrada casa de los Barberán, Don Pascual, personaje isabelino que recibió con su encopetada señora al duque de Ahumada y le ofreció incondicional apoyo y aposento. Supimos cómo en este pueblo pasaron el duque y sus tropas todo el crudo invierno de 1839, sus fortísimas nevadas y hielo que no solo  le imposibilitaron avanzar hacia Aliaga sino también conseguir avituallamiento para sus tropas e imaginábamos a los camarillenses cansados de ver soldados en sus calles, tabernas y mesas, agotando sus parcos graneros.

Ahí se detuvo el relato…hasta el año que viene.

Aplausos, fotos, fotos y ánimo a continuar, porque a los cerca de cien  “alumnos” acompañantes, lo del día 20 nos pareció un rápido  y oportuno “aperitivo”  con ganas de siguientes capítulos.

He de reconocer que no presté toda la atención que debía a los nombres y hazañas de los prohombres que citaban, embebida como estaba en mis pensamientos de agradecimiento a los que, uniendo en un mismo entorno los esfuerzos de quienes viven “dentro”  y “fuera” de Camarillas, habían  hecho posible ese paseo por y para su comunidad, vistiéndose con ropas de época en una emoción de lo que verdaderamente es querer a la propia tierra.

Lucía Pérez García-Oliver