GEOLODÍA TERUEL 24, ABABUJ-EL POBO
UN ALTIPLANO QUE CONSERVA EL PAISAJE DEL TUROLIENSE
Geolodía es una iniciativa de divulgación en la que se realizan excursiones geológicas en parajes de gran interés científico. Estas rutas son guiadas por geólogos que ofrecen una información accesible al tiempo que rigurosa. Permiten ver esos lugares con “ojos geológicos” y entender cómo funciona la Tierra sobre la que vivimos y de cuyos recursos naturales dependemos. Quienes participan comprenden también el valor de nuestro patrimonio geológico y la necesidad de protegerlo. Es siempre una actividad gratuita y está abiertas a todos los públicos. Se celebra en cada provincia el primer o segundo fin de semana de mayo.
El próximo 12 de mayo tendrá lugar la celebración de Geolodía Teruel 2024 en las localidades Ababuj y El Pobo. El punto y hora de encuentro es la plaza de Ababuj a las 10 de la mañana.
Esta actividad estará dirigida por profesores de Geología de la Universidad de Zaragoza y por paleontólogos de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis.
Estos serán los contenidos:
El anticlinal de Ababuj y la cuenca sedimentaria del Mioceno Superior
El anticlinal de Ababuj es un pliegue-falla orientado N-S, cuyo núcleo jurásico se prolonga con dirección SE hasta Alcalá de la Selva. Pertenece a una familia de pliegues formados en el Paleógeno, en la etapa principal de la Orogenia Alpina, por la inversión de fallas normales mesozoicas. Cerca de su cierre periclinal, la fuerte incisión del Río Seco forma un sinuoso cañón.
El anticlinal de Ababuj separa en dos una cuenca sedimentaria activa durante el Mioceno superior y Plioceno inferior. La subcuenca occidental tiene carácter aluvial y drenaje concéntrico desde sus márgenes, donde se localizan conglomerados groseros y angulosos que revelan un transporte muy corto. La subcuenca oriental tiene carácter fluvial-aluvial y drenaje axial hacia el norte. En su extremo septentrional, ese sistema fluvial pudo alimentar episódicamente un área lacustre-palustre, cuyo registro visible son las calizas blanco-rosáceas que forman el escarpe de la Muela de la Umbría.
Dos procesos coadyuvaron a rebajar la superficie del terreno y crear el espacio de acomodación para esos sedimentos: (1) la erosión diferencial de las arcillas y areniscas blandas del tránsito Jurásico-Cretácico (facies Purbeck y Weald), que flanquean el anticlinal, respecto a las calizas jurásicas de su núcleo y de la Sierra del Pobo; (2) el movimiento de dos fallas normales de dirección N-S.
Vestigios de un ancestro del Alto Alfambra
Junto al sinuoso cañón de Ababuj se observa la discordancia basal del Mioceno superior sobre el Jurásico del anticlinal. Ese contacto presenta una fuerte paleopendiente, conformando el borde oeste de la subcuenca oriental. Representa un margen de paleovalle fluvial con un desnivel topográfico visible de más de 70 m.
Ese valle fluvial seguía aproximadamente el actual eje del Alto Alfambra, con una dirección de corriente hacia el norte. En él se depositaron gravas (a veces con geometría de canal), arenas y limos.
El sentido de las paleocorrientes se infiere de cantos imbricados observados en las gravas y de laminaciones cruzadas.
Las superficies de erosión de la Sierra del Pobo: un relieve ancestral
Desde finales de la orogenia Alpina, particularmente en el Mioceno superior y Plioceno inferior (entre 11 y 3,5 millones de años, Ma), el relieve de la cordillera Ibérica fue aplanado por una serie de superficies de erosión que se escalonan según su edad. En las cumbres de la sierra del Pobo, a más de 1700 m de altitud, quedan restos del nivel más antiguo (Superficie de Erosión Intramiocena, SEI). A alturas de 1600-1350 m, en el piedemonte oriental de la Sierra, se conserva aplanamiento más extenso, la Superficie de Erosión Fundamental (SEF), en tres subniveles (SEF1, SEF2 y SEF3). Sobre ellos destacan algunos relieves residuales aislados, como el de San Cristóbal.
Cuando culmina su desarrollo, hace 3,8 Ma, el subnivel SEF2 bisela los conglomerados miocenos suavemente basculados en el margen oeste de la cuenca, y enrasa con los últimos sedimentos de la Muela de la Umbría. Al continuar levantándose esta zona respecto a la cuenca de Teruel, por efecto de la gran falla de la sierra del Pobo, se induce el encajamiento del subnivel SEF3. Este configura una suave vaguada, rebajada hasta unos 50 m respecto a la SEF2, cuya posición coincide con el antiguo sistema fluvial mioceno. Y cuando se implanta el trazado de la red actual, ya en el Cuaternario, en esa misma posición se instala el valle del Alto Alfambra.
El desarrollo de la SEF en gran parte de la cordillera Ibérica supuso un reseteo del relieve, tras el cual la red fluvial cuaternaria se organizó obedeciendo a condicionantes locales y, en general, sin conexión con la red anterior. Sin embargo, el Alto Alfambra habría tenido una cuenca hidrológica relativamente estable desde mucho antes del inicio del Cuaternario, con un ancestro o “paleo-Alfambra” de 9 Ma de antigüedad.
Recreando la sabana del Turoliense
Las superficies de erosión en el altiplano de Ababuj-El Pobo conforman un relieve ancestral, con rasgos que han permanecido intactos desde el Mioceno superior. Su aspecto actual es casi el mismo que quedó modelado hace 3,5 millones de años. Si lo imaginamos poblado por la vegetación que hoy crece en los altiplanos de Kenia, podemos evocar el paisaje de la sabana africana.
En la época Turoliense (8,7-5,3 Ma), ese paisaje estaba habitado por enormes proboscídeos (“elefantes”), rinocerontes, hipopótamos, jiráfidos, jabalís, grandes manadas de équidos, bóvidos y cérvidos de varias especies y tallas y, por supuesto, depredadores como los félidos, hienas y cánidos. Sus fósiles se han encontrado en los ricos yacimientos de la cuenca de Teruel, pero también en alguno cerca de El Pobo. Ese extraordinario registro paleontológico permite reconstruir con exactitud los ecosistemas de aquella época.
Entre los félidos del Turoliense destaca Amphimachairodus giganteus, del grupo de los “tigres dientes de sable”, caracterizados por un gran desarrollo de sus caninos y situados en la cima de la pirámide trófica.
Las hienas presentan gran número de especies con adaptaciones muy variadas, como Lycyaena, de aspecto más parecido a un cánido y una dentición adecuada para procesar carne, y no huesos como hacen las actuales.
Aunque extremadamente escasos, los primeros restos conocidos de un cánido en Eurasia (Eucyon cipio) han permitido documentar su dispersión desde América del Norte a través de Alaska.
Los équidos primitivos están representados predominantemente por el género Hipparion, que tiene tres dedos en cada pata, a diferencia de los équidos actuales, que poseen uno solo dedo. Entre los proboscídeos destaca Tetralophodon, que presentaba un aspecto y talla similar al elefante africano actual, pero con cuatro defensas. Además, cabe destacar la presencia de Bigerbohlinia, un voluminoso jiráfido extinto con un aspecto semejante al del okapi actual. Su rasgo más distintivo son los dos pares de grandes protuberancias craneales (osiconos) que adornaban su cráneo.
Hacia finales del Turoliense se produjo un evento formidable: el equivalente al actual Estrecho de Gibraltar dejó de comunicar el Atlántico con el Mediterráneo, lo que condujo a la casi total desaparición del Mar Mediterráneo, al evaporarse sus aguas tras quedarse confinado. Este escenario permitió al hipopótamo Archaeopotamus llegar hasta Teruel desde tierras africanas.
En este mapa se representa la edad de los materiales y la distribución de las estructuras geológicas de la cuenca de El Pobo.
El próximo día 12 se nos presenta la oportunidad de ver con otros ojos -los del tiempo y los procesos geológicos- algunos de nuestros paisajes cotidianos.
¡Merece la pena aprender a mirarlos de otra forma!