CRUCES PROTECTORAS

EL BOJ, UNA MATA MUY CRISTIANA

El boj (Buxus sempervirens) es un arbusto de hoja perenne y de textura recia que puede formar matorrales monoespecíficos o también crecer en las orlas y claros de bosques en zonas frescas de montaña, preferentemente sobre sustrato calizo. Se distribuye desde las Islas Británicas hasta el suroeste de Asia, pasando por el centro y sur de Europa o por el norte de África.

En Iberia es más común en el nordeste peninsular, tanto en el Pirineo como en las cordilleras Ibérica y Cantábrica. En el sur de Aragón tiene poblaciones en la sierra de Albarracín, en los Puertos de Beceite y, sobre todo, en el Maestrazgo y en la sierra de Gúdar.

En la sierra del Pobo actualmente es un arbusto escaso, tal vez por la intensa deforestación producida a lo largo de los últimos siglos. En el término municipal de El Pobo antaño debió de ser más común a juzgar por el topónimo «El Bojar«, un barranco que desciende desde Peña Redonda. Allí puede encontrarse una discreta población que Juanjo Martín me enseñó.

El boj es una planta muy cristiana. Será por la disposición en cruz de las hojas, o por el parecido con las de olivo o por la forma en la que se abren los frutos. El hecho es que en muchas regiones era común utilizarla como hisopo para asperger el agua bendita, como sustituto de las ramas de olivo en la festividad de Domingo de Ramos y no era raro colocarla en ventanas y puertas de viviendas o granjas, como protector de personas o animales.

Este otoño visitamos el Barranco Hondo de El Pobo. En su salida hacia el río Seco, el arroyo mantenía una lámina de agua tras recargarse en el macizo calcáreo de Cerro Gordo, El Rabosero y la loma de Los Rodeos.

Desde allí el Mas de Berna, elevado sobre el peñasco, tiene un aspecto altivo y hermoso.

Esta masía, todavía bien conservada, es representativa de este tipo de edificios rurales tan extendidos en las Tierras Altas de Teruel. Merece la pena dedicarle una atención para descubrir los múltiples detalles de la arquitectura rural y de la cultura popular, siempre con el ahorro de recursos y la funcionalidad como criterio.

Sobre una puerta, atadas con cuerda de alpaca en varios clavos, varias cruces confeccionadas, cada cual, con un par de ramillas de boj, ya casi sin hojas por el paso del tiempo. Ramillas que proceden de las ramas de boj que se recogen cada año en el Bojar para su bendición en la festividad del Domingo de Ramos.

Después de proteger el hogar con una buena rama de boj, aún les llega la bendición a las ovejas de la majada con una crucecica.