LAS HUELLAS DE DINOSAURIO DE SAN BENÓN

UNAS ICNITAS MUSEALIZADAS EN CAMARILLAS

En la primera mitad de la década de los pasados ’90 se construyó un tramo de la carretera autonómica A-228, la que une la carretera N-420 (Cañada Vellida) y la N-234 (Sarri´ón), entre los actuales empalmes a Galve y a Aguilar del Alfambra, sobre el trazado de una pista agrícola.

Las rocas que afloran en este sector del Alto Alfambra son series de calizas, margas, arcillas y areniscas que se depositaron en lagos, ríos y lagunas costeras durante una retirada del mar durante el tránsito entre el Jurásico y el Cretácico, hace entre 145 y 115 millones de años. A lo largo de este último periodo, estos estratos fueron sepultados por otros materiales sedimentarios que se depositaron bien en ambientes marinos, bien en ambientales continentales, de acuerdo a las transgresiones y regresiones marinas que se produjeron en el Mar de Tethys. Sobre estas rocas y procesos ya se habló en sendos artículos, unos sobre las arcillas y areniscas de Allepuz y otros sobre la formación Aguilar del Alfambra. Algunas se depositaron en ambientes litorales, con lagos y ríos en los que prosperaban bosques de coníferas y helechos, además de complejas comunidades de vertebrados terrestres entre las que eran comunes los dinosaurios y otros reptiles, además de los mamíferos.

Más adelante, al terminar el Mesozoico, estos sedimentos sufrieron los esfuerzos tectónicos asociados al desplazamiento de la placa Africana hacia el norte y su colisión con Europa. Ello provocó la deformación y el levantamiento de los miles de metros de sedimentos que se habían acumulado en aquel mar de Tethys que se iba progresivamente cerrando, así como la formación de una serie de cordilleras en el sur de Europa. Entre ellas, la Ibérica. Estos estratos plegados y emergidos fueron desmantelándose a lo largo del Terciario y cubriéndose parcialmente por otros sedimentos depositados en ambientes continentales.

Estratos horizontales de arcillas y conglomerados rojizos del Terciario descansan sobre calizas plegadas del Cretácico Inferior en Cañaseca (Aguilar del Alfambra)

En el tramo situado en el km 66 de la carretera A-228, entre el cerro de San Ben´ón y el camino viejo de Aguilar a Camarillas, las rocas que afloran son arcillas violáceas y margas pardas (tierras de labor), además de areniscas rojas y calizas grises (pastizales). Todas ellas se encuentran como estratos con disposición vertical, lo que se aprecia muy bien por las crestas que forman los materiales duros, como las areniscas (que asoman entre los campos) y las calizas cercanas a la carretera y a San Benón. Formaban parte de aquellos pliegues originados durante la construcción de la cordillera Ibérica y posteriormente arrasados por la erosión.

Para crear la caja de la citada carretera hubo que ocupar terrenos de ambos lados de la citada pista agrícola. En la partida de Cañalosfrailes, en el término de Camarillas, las máquinas picaron y arrancaron de la loma próxima a San Benón unos bloques de calizas grises, ganando terreno para la carretera (y creando el talud vertical en su margen Oeste que se aprecia al recorrerla) …

y los depositaron como escombros en talud Este, más suave, entre el arcén y un camino agrícola.

Años después, desde la cabina del tractor, Pedro Cirugeda observó en la superficie de uno de estos bloques unas formas singulares que coincidían plenamente con las de las huellas de ciertos dinosaurios. Efectivamente, se trataba de los rellenos de dos huellas originales. Es decir, de los positivos (contramoldes) de los pies de un dinosaurio de notables dimensiones.

Superaban los 50 cm de longitud, siendo algo más anchas que largas. Presentaban una almohadilla en cada dedo y carecían de uñas afiladas.

El estado de conservación de las icnitas era excepcional.

La roca en la que se encontraban era una caliza correspondiente a la formación El Castellar, formada a partir de fangos calcáreos depositados en un lago de poca profundidad hace unos 125 millones de años.

Un equipo de paleontólogos de la Universidad de Zaragoza dirigido por Diego Castanera estuvo estudiándola y determinó que correspondía a los pies de un gran ornitópodo, grupo de dinosaurios herbívoros de tres dedos y de complejo y eficiente aparato masticador.

Dentro de este grupo se hallan Iguanodon galvensis o Delapparentia turolensis, especies que habitaron en esta parte de la actual península Ibérica durante la época en la que se depositaron estas rocas. Restos óseos de estos dinosaurios han sido hallados en yacimientos de la cercana localidad de Galve por ello se piensa que bien pudo corresponder a alguno de ellos.

Recientemente el bloque rocoso con las icnitas ha sido trasladado por el Ayuntamiento de Camarillas al jardín que hay en el entorno de la piscina para su mejorar su protección y para hacerlo visitable por el público.

Para protegerlo de la intemperie lo ha cubierto con un amplio palio cercándolo con una valle de madera y metacrilato lo que permite su observación pero reduce su deterioro.

Al mismo, se ha complementado con un interesantísimo panel informativo que contiene textos e ilustraciones que caracterizan el yacimiento y las icnitas, sugieren los posibles causantes, describen el proceso de formación de la huella así como el ambiente natural en el que se originaron.

La musealización de esta magnífica huella es una ocasión para acercarse a Camarillas a disfrutar de su rico patrimonio. Otra más.

El artículo «New ornithopod tracks from the Lower Cretaceous El Castellar Formation (Spain): Implications for track preservation and evolution of ornithopod footprints» derivado del estudio de estas icnitas ha sido publicado en la revista Palaeogeography, Palaeoclimatology Palaeoecology. Las personas que quieran más información sobre este hallazgo pueden consultarlo pulsando en este enlace.