ARCILLAS Y ARENISCAS DEL WEALD

LA FORMACIÓN CAMARILLAS EN EL MAS DE LOS BARRANCOS (ALLEPUZ)

Al inicio del Cretácico, hace unos 130 millones de años, la disposición de los continentes y de los océanos era muy diferente a la que actualmente conocemos. La activa dorsal Atlántica separaba la placa Norteamericana de la Euroasiática y de la Africana. Entre estas dos enormes placas se abría el océano de Neotethys. Allí, estaba diseminado un rosario de microplacas, entre ellas la de Alborán y la Ibérica.

Fuente: Geología de España. Una historia de seiscientos millones de años.

La placa de Iberia estaba rodeada de océanos. Por el sudeste, el de Neotethys. La falla de Gibraltar le separa de África. El Surco Alpino, se abría paso en el sur de Europa y hacia el océano Atlántico, el cual formaba la costa oeste del Macizo Ibérico.

Una columna ascendente de materiales del manto terrestre provocó un abombamiento en la litosfera que afectó a la placa Ibérica. Por un lado, provocó la retirada de los mares que la cubrieron durante la mayor parte del Jurásico. Por otro, causó un estiramiento que se tradujo en el desarrollo de fallas, realmente en la reactivación de las ya existentes.

En esta región la corteza continental se compartimentó en bloques que disponían de una moderada e independiente movilidad vertical: unos se elevaban mientras otros se hundían, creándose un conjunto de cubetas y umbrales. Los sedimentos procedentes de la erosión de estos últimos se acumulaban en las cubetas vecinas. En este marco se desarrollaron unos ambientes sedimentarios de transición (deltas, lagos, marismas y ríos) discontínuos en los que se depositaron unas areniscas, limos y arcillas de abigarrados colores.

En el Alto Alfambra estos sedimentos depositados durante esta fase del Cretácico Inferior (Purbeck-Weald) constituyen la formación Camarillas, unidad litoestratigráfica que se extiende por los diez términos municipales del Parque Cultural.

En el término de Allepuz, junto al Mas de los Barrancos, la formación Camarillas se presenta con todo su esplendor. Son esas tierras royas que afloran en la ladera que asciende desde la orilla del río Alfambra hasta el raso de la Dehesa. Los geólogos sostienen que estos estratos tienen unos 150 m. de espesor.

Las arcillas están formadas por finísimos granos de minerales de silicatos de aluminio hidratados (filosilicatos) que proceden de la alteración química del feldespato, un mineral componente del granito, que es una de las rocas más comunes en la corteza continental.

En las arcillas, normalmente, los colores rojizos significan que el hierro que contienen está en estado oxidado (Fe+++), y los colores azulados o verdosos que está en estado reducido (Fe++). Colores violáceos serían un estado más bien oxidado, pero posiblemente menos intensamente que el rojo. Esa diferencia suele guardar una relación estrecha con el ambiente sedimentario: los estados oxidados se dan en ambientes “aireados”, por tanto continentales netos o litorales agitados o parcialmente expuestos (playas, llanuras de mareas); los estados reducidos, en ambientes marinos sumergidos o continentales-transicionales cerrados y estancados (lagos cerrados muy quietos o zonas pantanosas).

En las arcillas del Mas de los Barrancos predomina el color granate, pero son comunes las vetas de color gris verdoso.

Estos materiales son muy deleznables. La oscilación térmica y la alternancia de ciclos de empapamiento y desecación favorecen que las zonas expuestas al aire se cuarteen con facilidad.

Por otra parte, son muy vulnerables ante la escorrentía superficial, especialmente durante los episodios de tormenta. En estos eventos se forman cárcavas o abarrancamientos por lo que aquí y allá abundan los afloramientos en donde es fácil reconocer a las arcillas del Weald, con su característico color rojo violáceo.

Estas cárcavas son ambientes muy erosionables, tanto por el efecto de las aguas de escorrentía como por la propia inestabilidad de los taludes. Tan solo algunas plantas como la austera bocha blanca (Dorycnium penthaphyllum) son capaces de crecer en estas inclinadas laderas, fijando y fertilizando a un tiempo, el sustrato con sus raíces.

Cuando las arcillas se erosionan los finísimos granos de filosilicatos que las constituyen son transportadas por el agua y ofrecen ese color rojo oscuro que trae el río Alfambra en su cabecera. A veces, el agua de escorrentía se deposita en pequeños charcos que, tras evaporarse, muestran los nuevos sedimentos en capas cuarteadas.

En aquellas zonas de la ladera en las que la inclinación es menor o en aquellas otras que están menos expuestas al sol prosperan actualmente las hierbas y los arbustos, que aprovechan bien el agua que retienen las arcillas.

En épocas de necesidad todos estos pastizales estuvieron cultivados, para lo que se crearon terrazas. Aquellas situadas en las partes altas de la ladera hace décadas que fueron abandonadas.

Las que se encontraban a media ladera o ya cerca de la masada aún se cultivan, pero con una orientación ganadera, sembrándose de alfaz, planta que prospera muy bien sobre este tipo de sustrato.

Entre las arcillas se intercalan unos bancos de areniscas de forma de desigual grosor y aspecto de «lenteja», con estratificación cruzada, y que también tienen un color violáceo …

aunque en algunos casos las areniscas pueden carecer de hierro y mostrar el color color blanco propio de los granos de cuarzo incoloro …

Mata de tomillo creciendo sobre arenisca blanca

Los estratos tienen una leve inclinación hacia el este pues forman parte del flanco oriental del gran anticlinal que se extiende, en dirección sur-norte, desde Alcalá de la Selva hasta Monteagudo del Castillo, cuyo núcleo aflora en la Salobreja.

La inclinación de los estratos es tan leve que casi parecen dispuestos horizontalmente. La alternancia de gruesos estratos de arcillas con otros finos de arenisca, en disposición casi horizontal, determina el modelado del relieve y favorece la creación de pequeñas mesas.

El socavamiento de las arcillas de la base, al final, provoca la inestabilidad de las viseras de arenisca. Estas acaban desprendiéndose y forman caos de bloques (tormagales) en las propias laderas.

En los bloques de areniscas se observan unas «nervaduras». Su origen parece deberse a la meteorización diferencial a partir de diaclasas por las que pudo circular agua con carbonato, que al precipitar ha endurecido la roca en la grieta y su entorno inmediato.

A juzgar por el tamaño de los detritos, en algunas zonas más que de areniscas casi habría que hablar de microconglomerados, pues predominan los granos de más de 2 mm de diámetro.

Tras la erosión de los lentejones de arenisca quedan unos bloques que se mantienen plantados recordando figuras megalíticas.

Hace unos quince años una empresa minera recibió autorización para investigar las posibilidades de aprovechar estas arcillas, tanto en la margen izquierda del río Alfambra (Mas del Henar) como en la derecha (Mas de los Barrancos y Mas del Río).

Las arcillas del Cretácico Inferior de la facies Weald, son especialmente apropiadas para su uso en la industria azulejera ya que contienen una composición mineralógica muy estable dentro de un mismo estrato y, como ya se ha dicho, en el Alto Alfambra, éste tiene un gran espesor, por lo que los yacimientos son muy importantes. Esto facilita la homogeneidad de la materia prima que entra en los hornos de cocción, la homogeneidad del producto y la rentabilidad económica.

Las flechas rojas señalan las rocas de la formación Camarillas

La industria azulejera de la Plana de Castellón consume una gran cantidad de arcilla. Y más en aquellos años de boom urbanístico en los que la demanda desde el sector de la construcción era muy intensa.

Las empresas mineras que abastecían a las azulejeras castellonenses pusieron su mirada en los afloramientos de arcillas. Primero, en las arcillas triásicas (Buntsandstein). Después en las del Cretácico (Weald). Las del Terciario, son mucho menos apropiadas, por su mayor heterogeneidad y por ofrecer yacimientos menores.

El Alto Alfambra por entonces ya estaba abierta la cantera de Galve.

Sobre 2009 se habían solicitado doce proyectos de minas de arcilla a cielo abierto, dos de ampliación y diez de nueva creación que afectaban a además concesiones de investigación y de explotación en cuadrículas dentro de los términos municipales de Camarillas, Jorcas, Ababuj, Aguilar del Alfambra y Allepuz.

En opinión de Alejandro Pérez Cuevas, catedrático de Geografía por la Universidad de Valencia, se trata de un «auténtico desembarco minero en el Alto Alfambra». Bajo su criterio, el goteo de proyectos esconde la realidad de una operación de mucha más envergadura, la de crear, de hecho, una cuenca minera que supondría la explotación intensiva de una inmensa superficie que afectaría a un total de diez municipios

Algunos de estos proyectos mineros han tenido una importante contestación social.

Esto fue lo que también ocurrió en el caso de Allepuz. Ayuntamiento, vecinos e investigadores presentaron numerosas alegaciones y consiguieron que las autoridades administrativas no autorizaran dicha explotación minera.

En este caso, la vinculación afectiva entre los vecinos y sus tierras resultó determinante en el desenlace de este conflicto.

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