LIRIOS EN EL CERRO GORDO
El Cerro Gordo es un relieve alargado y ancho que se encuentra en el término municipal de Monteagudo del Castillo. Forma parte de una serie de cabezos que separan los valles del río Alfambra, a su paso por Allepuz, del río Seco, a su paso por El Pobo.
En él afloran unas rocas carbonatadas (calizas, margas y dolomías) depositadas durante el Jurásico que se extienden desde el Cerro de San Cristóbal de Monteagudo del Castillo hasta La Hoz del río Seco, en Ababuj.
Esta lengua de rocas carbonatadas jurásicas contacta, a este y oeste, de forma discordante con rocas detríticas (conglomerados, limos y arcillas) depositadas durante el final del Terciario y el Pleistoceno. Estos últimos materiales se extienden por la cabecera del valle del río Seco, por la margen izquierda del valle del Alfambra y destacan formando unos característicos relieves tabulares como son las muelas de Ababuj-Aguilar o la de Camarillas.
La mayor resistencia de estas calizas jurásicas les permite formar resaltes como el del Cerro Gordo.
La deforestación y la intensa presión ganadera desarrollada durante siglos han creado, también aquí, un paisaje de páramos con suaves formas en el que los enebros, poco a poco, hacen de avanzadilla en la lenta recuperación del bosque.
Sábado 11 de mayo. Día muy caluroso. Primeras horas de la tarde. Tengo un rato libre y me animo a prospectar esos cabezos que tantas veces había visto y que nunca había visitado. Son hábitat para aves esteparias. La hora era pésima para observar pájaros, pero probé suerte. Y no fue mal. Y es que esos días estaban inmersos en plena crianza, incluso en plena canícula.
Varias bisbitas campestres …
y varias terreras comunes …
… que se afanaban cazando insectos en estos pastos secos y pedregosos.
Estos pájaros, antaño abundantes en los secanos y matorrales abiertos de la península Ibérica, están sufriendo una rápida regresión habiendo desaparecido de amplios territorios.
Estaba contento con estas observaciones. Al poco de tomar el camino del Rabosero ya asomaba el valor ornitológico de los páramos del Alto Alfambra.
Continué por el mismo para descubrir más novedades. Y así fue.
Las plantas silvestres que crecen en estas lomas suelen ser de escasa talla, presentar hojas pequeñas y tener flores discretas.
Por eso, aquellos grandes penachos morados eran tan visibles como sorprendentes. ¿Qué podían ser?
Hojas de lirio y flores de lirio. ¡Eran lirios!
Si hubiera alguna masía cerca o estuviéramos junto a un pueblo, podría pensar que eran ejemplares naturalizados de lirio común, Iris germanica, una especie cultivada desde muy antiguo y fácil de encontrar en ambientes muy humanizados. El deseo humano de rodearnos de belleza es tan antiguo como universal.
Pero estábamos muy lejos de cualquier localidad, de cualquier masada… En mitad de una pedregosa loma crecía aquel lirio. Buenos, aquellos, pues aquí y allá se veían pequeños grupos …
Eran verdaderas rocallas.
Consultando bibliografía deduje que podía tratarse de Iris lutescens, el lirio enano. Carlos Fabregat me lo confirmó.
Es una especie que tiene una gran variabilidad morfológica y cierta amplitud ecológica, pudiendo crecer tanto en matorrales secos abiertos como en rellanos de roca, como era el caso. Los botánicos han descrito diversas subespecies, siendo la local I. lutescens subsp. olbiensis la correspondiente. Algunos autores no encuentran relación entre las diferencias morfológicas y engloban bajo un mismo nombre específico a todas ellas.
En cualquier caso, se trata de una población desconocida para una especie rara en Aragón.
Observando con detalle las flores pequeños grupos de escarabajos y chinches encontraban su alimento.
En el campo, hasta en lugar más duro e inhóspito, sobre todo en primavera, surge la maravilla, surge la sorpresa.
¡Hasta en el Cerro Gordo de Monteagudo del Castillo!