SABIDURÍA DE LA TIERRA (I)

EVOLUCIÓN Y CAUSALIDAD DE LOS USOS ACTUALES DEL SUELO EN CEDRILLAS

1. Paisaje como fuente histórica.

Un periodo o un acontecimiento histórico pueden ser transmitidos de una a otra generación a través de diferentes fuentes, como pueden ser: escritas, orales, estadísticas, iconográficas, cartográficas o materiales. Quizá las más recurrentes son las primeras, mientras que las últimas pasan más desapercibidas o no proliferan en demasía. De todas las anteriores podría surgir una fuente peculiar y a la vez importante, tanto para la Geografía como para la Historia: el paisaje, el cual se define como el conjunto de elementos naturales y culturales de un territorio que, interrelacionados, ofrecen una visión específica y crítica por parte de un individuo, un grupo o una sociedad en particular. El espacio ha sido modificado por el ser humano desde el Neolítico dependiendo de sus necesidades y capacidades, autoabasteciéndose de los recursos naturales para asegurar su supervivencia y evolución. El medio condiciona al hombre, y viceversa.

La Quebrada. Cedrillas

El paisaje, la huella que el hombre deja en el medio, ha ido alterándose de manera exponencial hasta la actualidad, reflejando siglos de cambios naturales y culturales, dependiendo de unos elementos físicos determinados y de unas actividades socioeconómicas específicas. Hoy en día, solo podemos observar el paisaje actual, pero este ha ido variando, y, aunque no podamos ver el cambio, las pruebas que se tienen del pasado del territorio suelen ser recogidas en textos, dibujos o a través de la sabiduría popular, fuentes históricas típicas. Sin embargo, desde el siglo pasado se hace mayor hincapié en la importancia del paisaje, y surgen nuevas fuentes para su estudio e interpretación, como las cartográficas y las fotográficas, promovidas a causa del auge de la tecnología y la comunicación a través de avances en fotogrametría, teledetección, internet y sistemas de información geográfica (SIG).

La idea de paisaje como transmisor histórico se ha llevado a la práctica en este estudio mediante el análisis del término municipal de Cedrillas.

2. Paisaje de alta montaña mediterránea.

El municipio de Cedrillas, área de este estudio, se localiza en el sector Sur-oriental de la Cordillera Ibérica, a 90 kilómetros del Mar Mediterráneo; flanqueado por las sierras de El Pobo y de Gúdar; elevado por encima de los 1.300 metros de altitud. Estas características geográficas y orográficas dan como resultado un paisaje que podría denominarse como “Alta Montaña Mediterránea”, el cual se extiende por todo el conjunto Maestrazgo-Gúdar, con diferentes matices según el municipio.

Cerro de Majamil o Piedra del Cuarto. Cedrillas

Las características naturales del paisaje cedrillense son:

  • Relieve abrupto de litología calcárea del Mesozoico, predominando pliegues, escarpes, cuestas, superficies de erosión y otras formas de modelado kárstico (lapiaces, hoces y galerías).
  • Suelos pardos calizos en los fondos de valle y afloramientos rocosos en las zonas altas debido a los procesos erosivos.
  • Clima mediterráneo de altitud, con precipitaciones moderadas y muy irregulares, a veces de manera torrencial, en forma de nieve en invierno y gota fría en otoño, temperaturas no muy altas en verano y frías en invierno, con frecuentes heladas, gran amplitud térmica.
  • Vegetación formada por bosques esclerófilos perennifolios de carrasca, rebollo, sabina y pino, matorral con enebros, jaras, boj, sabina rastrera, guillomos, agrillos, etc., y estepa con aromáticas y herbáceas.
  • Cursos de agua poco caudalosos e irregulares, con avenidas súbitas y predominio de ramblas.

En cuanto a características culturales, es importante centrarse en los usos del suelo. Debido a las condiciones naturales y al devenir histórico predominan:

  • El cultivo del cereal (trigo, cebada, girasol) en terrenos abiertos.
  • Vegetación de ribera (chopo, sarga, cañizo) y regadío de huerta en vegas con caudal continuo.
  • En terrenos más abruptos y no aptos para la agricultura destaca el aprovechamiento forestal, sobre todo, de pino, así como pastos.
  • Parcelas pequeñas y dispuestas en función de las características orográficas, vegetales e hidrográficas.
  • Ganadería extensiva bovina y ovina, en retroceso (así como el bosque adehesado) y sustituida por la intensiva porcina.
  • Hábitat concentrado próximo junto al río principal y ubicado en la falda de un cerro con orientación Sur.
  • Infraestructura formada por vías asfaltadas, pistas agrícolas-forestales, senderos, cañadas ganaderas, puentes, puertos de montaña, etc.
  • Actividades industriales ligadas a los recursos naturales, como aserraderos, industrias agroalimentarias, explotaciones mineras y energías renovables.
  • Figuras de protección como LIC, BIC, etc.;
  • Espacios de interés, como parque cultural, áreas recreativas, coto de caza, monumentos,  etc.

Todos estos componentes paisajísticos enumerados anteriormente conforman el paisaje de Cedrillas, fruto de un proceso de cambios naturales, económicos, sociales, culturales y políticos en el conjunto durante siglos. Si bien se considera paisaje de alta montaña mediterránea, sus condiciones naturales y antrópicas específicas moldean su carácter propio y explican el espacio resultante en el presente, o lo que es lo mismo, los usos del suelo. Estos serán el elemento clave de este estudio, analizando su evolución histórica reciente en función de su relación con factores naturales y socioeconómicos locales.

3. Análisis histórico de los usos del suelo de Cedrillas.

Todo espacio natural ha sido modificado por el hombre, cuando en el periodo 4700-4200 a.C. llega la agricultura y la cría del ganado a la Península Ibérica, y en algunos yacimientos será más tardío dependiendo del emplazamiento. Los pobladores íberos del Bronce Antiguo (2400-1900 a.C.) formaron asentamientos sedentarios en la cabecera del río Mijares, sobre cerros elevados, pues primaba el control y la seguridad antes que la comodidad y proximidad a los recursos, debido a la aparición de sociedades complejas y al aumento de competencia por los mismos. Yacimientos arqueológicos próximos, como el de Formiche, El Castellar, Monteagudo del Castillo o Cedrillas constatan este argumento, pues se ubican sobre cerros elevados con buena visibilidad de todo un perímetro extenso, y en las zonas inferiores próximas tendrían terrenos de labranza.

La intensificación de la agricultura y la ganadería tuvo incidencia sobre el medio, ya que se estima que en 300 años se pudo reducir la superficie forestal en un 20%[1]. El aprovechamiento de los bosques complementaba la economía primaria, bien como combustible, construcción o artesanía. La importancia del bosque es creciente durante la Edad Media, observándose en la etimología de topónimos como Cedrillas[2] o Villarroya de los Pinares, así como otros dentro del término municipal (El Chaparral, El Rebollarico, El Rebollar, Valdespino, El Pinar, etc.).

El Rebollar. Cedrillas

Es en la Edad Media cuando estas montañas viven un auténtico auge de la ganadería ovina, debido al desarrollo de la actividad textil en la Corona de Aragón. La situación de Cedrillas como enclave entre tres reinos (Aragón, Castilla y Valencia) será vital para el comercio, y se puede demostrar cómo su fortaleza era una aduana de pago obligatorio (como otras localidades, entre ellas Fortanete o Sarrión). Esto se conocerá como “Generalidades” (de ahí deriva la palabra Generalitat), y se impondrá con la invasión castellana en la Guerra de los Dos Pedros (1356-1369) para recaudar dinero destinado al ejército: en las Cortes generales de Monzón (1362‐1363) se impone una tasa del 10% sobre la lana, el cuero, el hierro y se prohíbe exportar telas; el 15% para la madera y el alquitrán; el 20% para el trigo y el ganado, y el 10% para lo demás[3]. Esto hechos y datos demuestran la importancia de la producción agro-ganadera en estas montañas.

Rebaño de ovejas. Camarillas

Como consecuencia, se realizó una intensa deforestación para conseguir pastos para la ganadería extensiva, y madera para la construcción de nuevos edificios e infraestructuras. Las consecuencias de este periodo, más próximo al presente, han perdurado hasta la actualidad, marcando profundamente estos paisajes, pues explican la escasa vegetación arbórea al Norte de Cedrillas y en muchos municipios próximos (El Pobo, Ababuj, Monteagudo del Castillo, Aguilar del Alfambra, etc.). Además, ese suelo, con escasa cobertura vegetal, fue erosionado durante varios siglos por las fuerzas naturales, dejando las montañas estériles y pedregosas, lo que dificultará la repoblación forestal natural posterior, como ocurrirá en la Sierra de El Pobo.

Páramo en La Talayuela

Esta expansión de la ganadería lanar aguantó hasta el siglo XVIII, cuando entra en crisis, y coge importancia la agricultura, generándose así un movimiento roturador nunca visto hasta entonces, promovido por aquellos que necesitaban suplir las rentas que antes obtenían de la lana. Mientras que las zonas llanas estaban todavía ocupadas por pastos, fue en las laderas de los montes proliferaron pequeñas parcelas en forma de terrazas o garretos. Esta técnica fue y es muy común en la montaña mediterránea, así como en otras regiones del planeta. Consiste en producir incisiones en una ladera inclinada y crear escalones horizontales aptos para el cultivo, sujetados por un terraplén o un muro de piedra seca, obteniendo el máximo aprovechamiento edáfico.

Los garretos escalonados se destinaban tanto a cultivo de cereal como a pastos, dependiendo de las características orográficas y edáficas, así como de las necesidades del agricultor. Su práctica se llevó a cabo de manera intensa en todas las laderas posibles, transformando fuertemente el suelo, llegando a enclaves prácticamente inaccesibles para así explotar al máximo la tierra y sacar el mayor beneficio posible en momentos de pobreza. Es por ello que en las laderas próximas al nacimiento del río Mijares, primeras estribaciones de la Sierra de Gúdar, bajo un paisaje ocupado por un espeso bosque de Pinus sylvestris, todavía se escalonan antiguas terrazas de cultivo, seguramente dedicadas a pastos, en una zona de mayor humedad y con varios manantiales. Sin embargo, parece que fueron los primeros en ser abandonados y sustituidos por repoblación natural, ya que se trata de una zona muy abrupta y alejada de la localidad.

Barranco del Tajo

El cambio social fue importante, pues el trabajo se volvió más duro: malas condiciones del suelo, herramientas rudimentarias, mayor uso de la fuerza humana, jornadas más largas, dependencia de la climatología, etc. Se construyeron numerosas masadas[4] dispersas por el término para establecer límites de propiedades y facilitar su explotación, surgiendo así una descentralización municipal.

La transición del pasto al cereal fue incluso más intensa en el siglo XX en esta localidad. Su término municipal contaba con grandes extensiones de tierra llana, de vega, por lo que era más fácil el cambio. No obstante, algunas partidas permanecieron como pastizal, pues el ganado todavía tenía peso en la economía local y comarcal, debido al aumento de los movimientos trashumantes con el Reino[5] y, sobre todo, a la Feria de Cedrillas. La gran concentración de ganado durante esos días suponía un aumento de ganancias, tanto para los vecinos que tenían pastos, como para los que podían vender ganado, o para los que podían dar hospedaje a los tratantes.

Algunos de estos pastizales todavía perduran en el presente, como son, la Umbría del Castillo, los Cerretillos, la Umbría del Cerro o la majada de la Dehesa, mientras que otros mucho fueron transformados en tierras de labranza en forma de garretos, como las Aceras, las Cañadas, la Cerrada Concejo, los Aliagares o el Barrio Bajo, así como varias masadas (El Soldado, La Vegatilla, el Mas de Carlos, El Cerro), al ser comprados por el Ayuntamiento o por la Sociedad de San Isidro. Estos hábitats no solo constan de un conjunto de edificaciones, sino que además llevan adscrita una determinada superficie de tierra para su explotación forestal, agrícola o ganadera. Algunas de estas masadas fueron compradas antes de la Guerra Civil.

Umbría del Cerro

Es importante hacer referencia a la roturación llevada a cabo en el Barrio Bajo, partida la cual fue comprada por los vecinos al Conde de Samitier alrededor del año 1948. Se trata de una pequeña depresión llana, y muy húmeda en aquella época, administrada por una agrupación de varias masadas. Antes de la roturación, se realizaba una romería a la Ermita de San Isidro, localizada en una de las masadas del Barrio Bajo, las Ventanas, y los mayores recuerdan todo un manto verde y espeso. Desde entonces, los vecinos comenzaron a parcelar el suelo, teniendo que crear numerosas acequias, a mano, para drenar aquel humedal y convertirlo en campos de cultivo.

La llegada de la mecanización al campo supuso un nuevo avance de la agricultura sobre la ganadería extensiva, y explica los últimos cambios en el paisaje de Cedrillas. La paulatina sustitución del trabajo manual por las máquinas produjo, en primer lugar, el abandono de los garretos más pequeños e inaccesibles, pues su rentabilidad era muy escasa. Solo perduraron las terrazas aptas para el pasto, las cuales sí eran accesibles para el ganado ovino y vacuno, aunque la cría de animales fue decayendo de forma constante durante toda la segunda mitad del siglo XX. Laderas aterrazadas de la Sierra del Pobo dejaron de labrarse y fueron ocupadas por matorrales, como guillomos, enebros, agrillos o espinos, y por plantas herbáceas.

En segundo lugar, el proceso de modernización agrícola que acontecía en España llevó al municipio a tomar medidas mediante la Concentración Parcelaria de 1980-81, hito que constituye la última gran modificación en los usos del suelo actuales y, en definitiva, del paisaje de la localidad.

Barrio Bajo

Las causas de la aplicación de este proyecto radican en:

  • La abundancia de pequeñas e irregulares parcelas en un territorio relativamente llano;
  • Los propietarios tenían varias parcelas distribuidas aleatoriamente por el término, a veces muy distantes;
  • Muchas parcelas dejaron de roturarse por distintos motivos socioeconómicos (éxodo rural, mecanización, industrialización y terciarización de la economía, envejecimiento de la población).

Todo esto suponían un rendimiento muy bajo de la agricultura local, en una sociedad rural en la que este sector todavía tenía un cierto peso.

El proyecto fue pionero entre los municipios aledaños, y consistió en la homogeneización de garretos, la roturación de la máxima tierra posible, la creación de un nuevo sistema parcelario más acorde a la coyuntura agrícola del momento (bancales más amplios y regulares, buenos accesos, red de acequias) y la distribución de la tierra en lotes entre los vecinos. Además, el Ayuntamiento se reservó masas comunes para repartir posteriormente a propietarios cuyos lotes tenían algún error. El nuevo catastro se llevó a cabo en campo y de forma manual, por lo que fue tarea costosa. Los lotes se dividieron en seis categorías según su productividad potencial: desde bueno, hasta malo. Tan solo hubo 17 reclamaciones, y de ellas, solo 6 se dieron como válidas, deduciendo que el proyecto fue aceptado con éxito por la localidad.

El término municipal de Cedrillas quedó desde entonces configurado por un nuevo catastro, en el cual se establecen los límites de propiedad agrícola, así como de estos con otros espacios no agrícolas, definiendo su paisaje. Quizá algunos cambios significativos en el siglo XXI pueden hacer referencia a la introducción de nuevos cultivos, con el girasol o la carrasca; ampliación del suelo urbano e industrial; modificación de ciertos tramos viarios; creación y rehabilitación de pistas y senderos; descenso de la densidad forestal; o el avance de la vegetación natural sobre terrenos yermos.

Campo de girasoles en La Dehesa

(Continuará)

SERGIO MARTÍN FUERTES


[1] PICAZO, 2005.

[2] El topónimo “Cedrillas” podría proceder de “cedro”, o más bien, “sabina”, a la que se denominaba “cedro de España”, especie predominante en la zona, así como su vegetación potencial.

[3] Trabajos de José Ángel Sesma Muñoz y Germán Navarro Espinach.

[4] Masías.

[5] Con este término se hace referencia al litoral valenciano.