SENDERO A NACELAGUA

UN PASEO POR LA CABECERA DEL RÍO PENILLA

Nacelagua es un manantial de Camarillas. Se encuentra en el fondo de un barranco en cuya cabecera, cerrada por cinglos, durante periodos lluviosos se activa una cascada estacional. Nacelagua es una de las surgencias que alimentan al río Penilla (también llamado Pinilla en algunos mapas antiguos).

El paraje es muy apreciado entre los vecinos de Camarillas. Acceden a él por una senda fácil y atractiva que remonta el barranco y pasa muy cerca del citado arroyo. Recientemente el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra ha señalizado una ruta que sigue la senda, partiendo del pueblo y terminando en la cascada. No es un sendero de Pequeño Recorrido (PR) aunque emplea marcas de pintura blanca y amarilla, tanto en la señalización vertical (indicadoras o de seguimiento de ruta), como en la horizontal. Comparte un tramo hectométrico con el sendero Camarillas-Miravete de la Sierra (PR-TE 82).

Es un recorrido lineal de 1,56 km de longitud. A paso de senderista, se hace en 25 minutos. Ofrece una pendiente muy suave (desnivel positivo de 40 m).

El trazado de la ruta puede descargarse en el perfil «Parque Cultural del Chopo Cabecero» de wikiloc.

Fue concebido y señalizado como itinerario circular aunque finalmente tuvo que dejarse como lineal, por ello las distancias y tiempos que recogen algunas señales son mayores que las que aquí se indican.

La ruta dispone de buena sombra en su inicio y en su término. Cuenta con varios manantiales a lo largo de su recorrido. Se recomienda pasearla en cualquier época del año. Permite descubrir un precioso conjunto de huertos tradicionales, una magnífica arboleda de chopos cabeceros centenarios, recorrer un arroyo de montaña mediterránea que concluye en una bonita cascada, coincide con una calzada histórica en un breve tramo y atraviesa afloramientos de rocas muy fosilíferas.

La señal indicadora de inicio de la ruta se encuentra en la travesía de la antigua carretera a Aguilar, algo más abajo del lavadero y junto al porche de un edificio municipal de viviendas. La calle remonta y se bifurca. Debe tomarse la que sale a mano derecha que pasa junto a un parquecico presidido por un trillo y que, siguiéndola, se convierte en un camino.

Bajo la plaza de toros (merece la pena desviarse a verla) hay una envejecida señal del PR-TE 82, la ruta a Miravete de la Sierra.

El camino deja a su izquierda, en alto, un conjunto de eras, pajares y corrales construidos con una piedra caliza de un tono amarillento que caracteriza a la arquitectura popular de Camarillas.

A mano derecha del camino, un par de bancales descienden hacia el río, oculto por el estrecho y denso bosque de ribera.

Al dejar el pueblo se alcanza una caseta del sistema de captación de agua. Es uno de las tres fuentes de suministro de agua de boca que actualmente dispone Camarillas. Allí mismo se encuentra la desembocadura del barranco de la Canal en el río Penilla. Destacan algunos notables ejemplares de chopos cabeceros.

En la otra orilla del río se encuentra la huerta de los Barberanes. Es una finca hermosa, que conserva una armoniosa casa de campo junto a su portalada …

que está cerrada con muro de piedra tapizado por enredaderas y que conserva algunos viejos frutales en sus ribazos.

Siguiendo por el camino yacen los troncos y las tozas de varios chopos cabeceros que en su día fueron cortados.

Tanto si se mantienen en pie como si descansan sobre el suelo, estos árboles muertos tienen un gran valor ecológico. Ofrecen multitud de huecos y abundante madera muerta. Soporte, refugio y alimento a complejas comunidades de organismos.

Musgos, líquenes, hongos, algas, artrópodos, vertebrados … encuentran el microhábitat que necesitan. Son unos singulares ecosistemas que evolucionan ya que experimentan una sucesión de cambios pues los organismos descomponedores modifican el sustrato leñoso hasta su lenta transformación en serrín.

El camino pasa junto a una serie de pequeños huertos, muchos de ellos aún se encuentran bien cuidados y aprovechados. Son, sin duda, los «jardines» más bonitos del pueblo.

Sorprende la altura de sus muros. Es un sistema de protección ante las recurrentes crecidas del río Penilla que, en esta zona, está casi a la misma cota que los huertos. El río tiene en su margen izquierda una ladera de fuerte pendiente mientras que en la derecha se hallan los huertos. Están, pues, en un espacio susceptible de inundarse. Mantenerlos ha debido suponer una permanente lucha del ser humano contra las fuerzas de la naturaleza.

Una forma de sujetar el cajero del río y de conducir al río fue el plantar chopos en sus márgenes. Sus raíces traban el terreno y lo retienen, además de frenar la velocidad del agua durante las avenidas. Hay que valorar el beneficio que ejercían estos árboles que compensaba la sombra que proyectaban sobre los hortales y la dificultad de su escamonda por la proximidad a los muros. El paseo bajo sus ramas es muy agradable. En cualquier estación del año.

En un talud de la inclinada margen izquierda, aguas arriba, se encuentra la fuente Penilla. Es la que le da el nombre al río, a pesar de que no nacer en ella. En esta ladera en umbría nacen espontáneos los pinos royos (Pinus sylvestris), todavía jóvenes.

Seguramente estas laderas frescas albergaron, hace siglos, pequeños pinares. No puede descartarse que el nombre de la fuente y del río (Penilla o Pinilla) pudiera deberse a la vegetación original de esta ladera.

Una palanca permite cruzar a la margen izquierda del río. Allí abandonaremos el PR-TE 82 que remonta la ladera por un buen camino. El puente está bien asido por una sirga al tronco de un grueso chopo para evitar ser arrastrado durante las crecidas.

La ruta llega a una señal indicadora que nos desvía hacia un paso ganadero entre bancales.

En un primer plano, huerto abandonado que dejaremos a mano derecha.

Al fondo de la misma foto destaca un cinglo (calizas de la Formación Villarroya de los Pinares correspondiente al nº3 del siguiente mapa) que descansa sobre unos materiales más terrosos (margas de la Formación Forcall, en el mapa con el nº 2) que son las que afloran en este pequeño barranco abancalado.

Unas y otras son rocas formadas a partir de sedimentos depositados en ambientes litorales o marinos durante el Cretácico Inferior. La geología de este paraje fue comentada en este artículo relativo al cercano acueducto de Camarillas.

En esta foto aérea se aprecian las pequeñas terrazas agrícolas creadas sobre las margas, en las laderas del barranco, y mediante flechas la situación del cinglo calizo.

Unos y otros forman parte de un pliegue sinclinal desmantelado por la erosión siendo las citadas margas materiales más antiguos que las calizas que las recubren.

El sendero pasa junto a una gran noguera y alcanza el cinglo. Hay que hacer un sencillo retrepe para superarlo. Desde allí puede verse una construcción que se levanta en la orilla izquierda del río Penilla.

Desconocemos su función aunque bien pudo ser uno de los dos apoyos (el otro se encuentra en la margen derecha en peor estado y oculto a la vista) de un pequeño acueducto construido para regar algunos huertos de la margen derecha.

Allí mismo, veremos un trozo del lienzo de un muro de contención del camino, construido con sillares, algunos de grandes dimensiones ….

Este muro aparece interrumpido por haberse producido un deslizamiento en la ladera …

que se le ha llevado una parte que descansa íntegra en la misma ladera.

Esta caída es la responsable de tener que retrepar en un pequeño paso para seguir el trazado original. Durante un breve tramo este camino de herradura conserva el tradicional pavimento de cantos, el propio de las calzadas de las tierras altas de Teruel.

La senda recorre extensas losas pulimentadas por la abrasión de los caminantes y sus caballerías. Son las mismas rocas que afloraban en el cinglo. Unas calizas formadas por fragmentos de caparazones de animales marinos unidos por un cemento carbonatado.

Entre los moluscos destacan las toucasias, un grupo de bivalvos con dos conchas desiguales y arrolladas (rudistas) que formaban parte del bentos en ambientes marinos de arrecife. Algunas de toucasias se encuentran desprendidas y son ya alguno de los cantos que evita el pie del excursionista.

El sendero mantiene un suave ascenso y sigue paralelo al curso del arroyo, que traza ahora una curva abierta.

Las duras calizas de la Formación Villarroya de los Pinares están recubiertas por unas margas intercaladas de calizas y de otras rocas carbonatadas, igualmente muy fosilíferas, que constituyen la Formación Benasal. Esta aflora en la cabecera del barranco y nos acompañará hasta el final de la ruta, ya muy cercana.

Obsérvese en la ladera del fondo la alternancia de rocas terrosas (margas) y consistentes (calizas). Es una buena sección de la Formación Benasal.

Las rocas de la formación Benasal, especialmente las margas y las arenas, son materiales poco resistentes a la erosión y esto se manifiesta en la mayor anchura del valle. De hecho, a nuestra izquierda se abre un amplio barranco por donde desciende una rambla, casi siempre seca, desde el paraje del Corral de Tas.

En sus laderas hay bancales abandonados, alguno plantado de pinos, y una cantera con marcas de taladro y con un tipo de roca muy similar a la de los sillares de la iglesia parroquial de la Virgen del Castillo.

El sendero cruza este barranco y comienza a desdibujarse. Conviene seguir las señales indicadoras de ruta.

Sigue ascendiendo por una ladera cubierta por tomillos y aliagas. Las marcas de pintura son muy evidentes y nos conducen hasta la parte más alta de la ladera en donde aflora un estrato calizo. Este forma una visera en donde, antaño, se encerraría algún atajo de ovejas en caso de necesidad …

En la ladera de enfrente, en la margen izquierda del barranco, se encuentran los mismos estratos que hemos recorrido al ascender por la margen derecha. La alternancia de rocas blandas y duras y su disposición casi horizontal favorecen el desprendimiento de grandes fragmentos de los estratos calizos que, al acumularse, llegan a formar caos de bloques.

La ruta no termina en esta señal. Hay que continuar unos metros más adelante. Allí aparece una cascada formada por un resalte calizo, elevado con bloques de mampostería. Es un paraje muy amable.

Durante los periodos secos, cada vez más frecuentes, en la cascada no cae agua o tan solo unos hilillos. Ahora bien, tras los temporales o las tormentas el caudal del arroyo puede ser importante. Es todo un espectáculo introducirse y ver las cortinas de agua que se forman. Tras nevadas copiosas la cascada se activa igualmente y llegan a formarse bellísimas formaciones de hielo.

Foto: Leticia Lucia

Sobre la cascada hay un pequeño prado por el que discurre el arroyo. Esta pradera cuenta con unos robustos y bien cuidados chopos cabeceros.

Seguramente estos árboles servirían de sombreadero para los rebaños de ovejas que encerraban en el vecino corral de Campillo Bajo

En las inmediaciones de este prado confluyen dos barrancos: el del Prado de Fuentes y el de la Barrancada. Ambos drenan un amplio territorio comprendido entre la Muela y la Loma de Camarillas y la loma de la Cruz. El paisaje son rasos rocosos y tierras de cultivo. Un territorio desforestado y de suave relieve. En realidad, los nacederos de estos arroyos serían las verdaderas fuentes del río Penilla.

Paraje de Nacelagua. En primer plano, estratos de la formación Benasal donde se ubica la cascada. Al fondo, barranco de Prado de Fuentes entre arcillas depositadas en el Terciario.

Para volver al pueblo hay tres opciones.

La primera opción de retorno consiste en buscar el sendero PR-TE 82 que viene por una cercana pista. El inconveniente es que no acerca a la fuente de Nacelagua.

El camino que nos acerca a la pista pasa junto a un asentamiento de la Edad del Hierro en donde se intuyen las estructuras de la cimentación de viviendas y donde aparecen algunos restos cerámicos.

Igualmente acerca al cantil en donde hay formas de relieve propias del modelado kárstico y donde se ofrece una nueva vista del caos de bloques …

En estos pasillos, bien pegados a la roca, prosperan vigorosas matas de villomeras (Amelanchier ovalis) cuyos cambiantes y vivos colores de hojas, ramas y frutos contrastan con el gris blanquecino de las calizas.

La pista atraviesa una extensa loma caliza que es toda una losa y, tras superarla, acerca a una pequeña chopera en un pequeño un barranco, otro afluente del río Penilla. Éste ya se intuye en el fondo del valle. Tras una curva el camino termina en la palanca de madera que vimos al inicio de la ruta.

Otra posibilidad para la vuelta consiste en seguir el curso del río Penilla.

Para ello, en la última señal indicadora hay que tomar una senda marcada con señales de pintura que desciende por la ladera y que obliga a algún sencillo destrepe.

El sendero pasa junto a un gran bloque parcialmente tallado. En su momento alguien, con martillo y escoplo, sacó las caras externas de lo que debía ser una pila y marcó el borde interno. Hace unos años, un vecino se entretuvo en comenzar su vaciado y comprobó la dureza de la roca. Como puede verse los bloques desprendidos de los estratos calizos sirvieron como materia prima para los canteros locales. Todo se aprovechaba.

La desdibujada senda se acerca después a un bosquete de chopos cabeceros …

… que llevamos viendo en el fondo del valle.

Junto a una señal indicadora de sendero hay una caseta con cerca metálica que protege un sistema de captación de aguas. Es otro de los suministros de agua de boca de Camarillas. Y muy cerca, un manantial. Estamos en Nacelagua.

La formación Benasal tiene estratos calizos que recubren a estratos margosos. En las grietas y fisuras de los primeros se infiltra el agua de lluvia o deshielo y cuando alcanza las margas, muy poco permeables, se ve obligado a salir y forma entonces un manantial. Un manantial que nunca se seca del que surge un agua ligeramente tibia, lo que se aprecia muy bien en los frías días invernales.

El sendero sigue el curso del riachuelo.

Pasa junto a un terrero de margas grises que funciona como capa impermeable del acuífero que alumbra en Nacelagua. Estas rocas son muy ricas en fósiles: braquiópodos, corales, moluscos …

La ruta señalizada termina en la senda por la que vinimos, a la altura de la desembocadura del referido barranco que desciende del corral de Tas y que en su momento cruzamos. Cerrando este pequeño bucle, por ella podemos volver al pueblo. Sería la segunda opción.

Una alternativa de vuelta, un poco más aventurera, es seguir el curso del riachuelo. No tiene senda en su mayor parte pero tampoco tiene pierde. Eso sí, debe evitarse cuando hay crecidas y amenaza de tormenta. Es agradable de recorrer. Sería la tercera opción.

La senda se pierde al entrar en una angostura del valle.

Al recorrer este pequeño cañón se toma conciencia de encontrarnos en el canal de desagüe de un torrente. Un canal de desagüe es un conducto estrecho de cierta pendiente por el que las aguas de un torrente circulan a gran velocidad y que conecta la cuenca de recepción con el cono de deyección.

En esta fotografía aérea se muestran las tres partes del torrente que hay en la cabecera del río Penilla.

Las líneas discontinuas marcan la cuenca de recepción, de una superficie aproximada a las 630 hectáreas, que se extiende por el Prado de Fuentes, Campillo Alto y la Barrancada. Un territorio muy extenso y de suaves pendientes, prácticamente deforestado y en el que abundan los afloramientos de rocas impermeables (arcillas miocenas y margas cretácicas). Estas dos últimas circunstancias favorecen la escorrentía superficial y reducen la infiltración durante las precipitaciones. La rotura de ribazos asociada a la concentración parcelaria realizada hace unos cuarenta años todavía ha favorecido más la formación de avenidas

La flecha corta es canal de desagüe (650 m) y el óvalo, el principio del cono de deyección, es decir, donde se desparraman y pierden energía las aguas y donde se depositan los sedimentos más groseros. Su inicio coincide con los primeros huertos que encuentra el río y su final con el parque que acompaña a las piscinas municipales.

A lo largo del descenso puede verse algún registro y algún tramo de la tubería que conduce el agua del manantial de Nacelagua hasta el pueblo. Es más practicable para caminar la orilla derecha pero, en ocasiones, conviene cruzar a la izquierda por alguno de los bloques que hay en el cauce.

Estrechísimos bancales con muro de piedra dan fe de la necesidad de tierras de labor en tiempos pasados y de que no se escatimaban esfuerzos para conseguirlas.

Bloques acumulados en el lecho del arroyo han retenido cantos y gravas creando pequeñas cascadas que aumentan la oxigenación del agua y favorecen a invertebrados propios de los arroyos de la montaña mediterránea …

Un pequeño y estrecho azud construido en cemento y ladrillo forma una somera balsa y deriva el agua hacia una acequia que permite regar los huertos …

Inmediata al azud se encuentra el Pozo de la Hoya, una pequeña balsa natural en la que destaca la trasparencia del agua.

Durante décadas, antes de que se construyera la piscina municipal, las pozas que se formaban en el río eran la zona de baño para los niños durante los meses de verano.

Grandes bloques acumulados en el margen del cauce nos recuerdan la última gran crecida del río Penilla hace tan solo seis años. Sobre los angulosos cantos, sumergidas, descansan algunas hojas si no se han producido lluvias otoñales de importancia …

En las grietas y planos de estratificación de las calizas prospera una planta rupícola que forma rosetas y que tiene flores blancas. Es conocida como bálsamo (Saxifraga cuneata) y es propia del sur de la cordillera Ibérica.

La senda fluvial pasa junto a las construcciones que vimos al comenzar el tramo de calzada. Allí aparece el trozo de lienzo que se deslizó. Un poco más abajo pasa junto al primero de los huertos, recogido bajo la peña. Y, aguas abajo, volveremos a encontrar los chopos cabeceros, casi siempre cerca de los espacios humanizados. Alguno de los ejemplares son notables.

Siguiendo la senda que acompaña al riachuelo, en su margen izquierda, se aprecia una grieta en la roca en la que hay una fuente: la fuente de la Penilla.

Alguno de los primeros huertos de la margen derecha, además de abandonados, muestran la violencia de las aguas durante las crecidas en forma de paredes caídas. Las altas paredes protectoras.

Y es que su ubicación, a la salida del cono de deyección de un torrente, tiene mucho riesgo. Seguramente las gentes que crearon estos huertos también lo sabían, pero la necesidad apuraba y el aprovechamiento del terreno era total. El esfuerzo y el tiempo necesario para restaurarlos, no se medían.

La ruta de vuelta termina en la señal indicadora que vimos.

Es una delicia de sendero. Es un paseo que, en sí, ya es motivo para venir a Camarillas a pasear y disfrutar del silencio y de la soledad. Un paseo que conocen bien sus vecinos.

Es el paseo a Nacelagua.