SIGUIENDO A LA CAMPANILLA DE INVIERNO EN CEDRILLAS

El cambio global, a través del cambio climático y del cambio en el uso del suelo, está transformando los ecosistemas en todo el planeta. La diversidad biológica se empobrece pues son mayoría las especies que pierden hábitat. Y esto se traduce tanto en la regresión de las poblaciones como en la distribución geográfica de las especies. 
Esto le ocurre al quebrantahuesos o al oso pardo, pero también a multitud de plantas que silenciosamente vienen desapareciendo de los montes y campos por razones diversas. La sociedad no siempre concede la importancia a la protección de la flora silvestre, salvo algunas destacadas especies herbáceas con flores de gran belleza o a algunos árboles escasos o raros. Tampoco los naturalistas prestamos la misma atención a las plantas que a los animales. Y es un error.
Hace unos años el Instituto Pirenaico de Ecología y el Gobierno de Aragón pusieron en marcha el Proyecto Life+ «Red de seguimiento para especies de flora y hábitats de interés comunitario en Aragón» (LIFE12 NAT/ES/000180 RESECOM).

Los objetivos eran dos:

– Constituir una red de observadores de flora entre técnicos, investigadores, APNs y voluntarios que permita obtener información a largo plazo de los cambios en las poblaciones, especies y hábitats.
– Crear protocolos sencillos pero con validez científica para obtener información de las diversas plantas en el campo.

La idea última es detectar cambios y analizar las tendencias en el área territorial que ocupan y en la abundancia de las poblaciones de ciertas especies de plantas amenazadas, afectadas por cambios severos en cuanto a las condiciones ecológicas o que se hayan en el límite de su área de distribución geográfica.

Como puede verse es un proyecto de ciencia ciudadana en el que puede participar cualquier persona. Tiene varios niveles, desde la determinación de la presencia o ausencia de poblaciones en un paraje determinado hasta el seguimiento más profundo de las poblaciones o de los individuos, lo que se llama «adoptar una planta«.

Demetrio Vidal, Deme como le llamamos los amigos, es un biólogo natural y vecino de Mora de Rubielos. Es también uno de los voluntarios que participan en esta red de seguimiento de plantas de interés comunitario habiendo adoptado a una planta muy interesante y singular. No conocemos el nombre local, pero en las guías es llamada campanilla de invierno, perforanieves o lirio de invierno. Su nombre científico es Galanthus nivalis.

La campanilla de invierno es una planta que crece en bosques húmedos y sombríos, generalmente hayedos o pinares, pero también en setos con espinos, en los prados de su alrededor e incluso en roquedos umbrosos con algo de tierra. Necesita suelos profundos y le prueba bien el encharcamiento temporal propio de la fusión de la nieve. Es una planta que florece muy pronto, en pleno invierno. De hecho, su tallo floral es capaz de perforar la capa de nieve que la cubre para asomar sobre ella y producir entonces la flor.

  

Es propia de los bosques de la región Eurosiberiana, presentándose tanto en Europa (Centro y Sur) como en el extremo occidental de Asia. En la península Ibérica tiene sus mejores poblaciones en los Pirineos aunque se extiende por montañas próximas como los Montes Vascos o el Montseny. Y también está presente en la cordillera Ibérica, pero sorprendentemente en su sector meridional y en forma de poblaciones dispersas. En los pinares de Cedrillas se encuentra una de ellas. Es la que estudia Deme.

Es una planta que matiza muy bien el carácter fronterizo, tanto en lo ecológico como en lo biogeográfico, de la cordillera Ibérica turolense. Como sabemos, esta se encuentra dentro de la Región Mediterránea. Sin embargo, en zonas elevadas o beneficiadas en cuanto a precipitaciones aparecen ciertas especies que resultan más propios de las montañas de los Alpes o del Cáucaso. Eso sí, formando poblaciones aisladas que, por otro lado, están en su límite ecológico siendo por tanto muy vulnerables ante el cambio global.

Hace unas semanas me invitó a acompañarle a él y a su perro Chico a la jornada anual de seguimiento.

Es importante seleccionar bien la fecha de la visita. No puede ser demasiado pronto, pues puede infravalorarse la población al no haber tenido tiempo para emerger. Si se realiza demasiado tarde, se encuentran más frutos que flores y no se consideran aquellas que no han fructificado.

Esta temporada salíamos de un otoño especialmente seco y de un invierno con algunas nevadas que humedecieron el monte a última hora. Sabíamos que algunas poblaciones aisladas que crecen en los estrechos del Alfambra y en condiciones muy limitantes habían adelantado su floración. Una respuesta de la planta al agotamiento de agua del suelo.

Amanecimos una fría mañana de mediados de marzo en unos frondosos pinares albares (Pinus sylvestris) de la cabecera del río Mijares donde Deme tiene establecidas sus cinco parcelas de estudio. En realidad no son parcelas, son transectos.

Unía los puntos de referencia con la cinta métrica.

Deme traía un bastidor de tubo de plástico que definía en su interior un cuadrado de 25 centímetros de lado ….

una ficha para localizar cada transecto en el monte …

y unos apuntes para seguir el protocolo de trabajo …

Se trataba de registrar el número total de plantas presentes en todos los cuadrados a lo largo de uno de los lados de toda la cinta métrica. Las plantas podían presentarse en tres estadíos. Como ejemplares reproductores, si tenían flor o fruto …

como ejemplares adultos vegetativos si tenían las dos hojas basales acintadas …

o como ejemplares juveniles, cuando solo presentaban una sola hoja, la procedente de la germinación de la semillas ….

Así pues, cada múltiplo de 25 cm. en la cinta métrica colocaba Deme el bastidor …. ¡y a contar!

Contar los ejemplares reproductores era fácil. No tanto los ejemplares vegetativos. Y ya era difícil los juveniles, pues sus hojas se confundían con las de algunas gramíneas que formaban el estrato herbáceo del sotobosque. Deme, pacientemente iba contándolas mientras que yo anotaba los datos en la ficha.

Uno tras otro hicimos los cinco transectos. Los más eran rectos y cortos, pero algunos tenían un codo para sortear algún obstáculo o aprovechar mejor el terreno …

Mientras nos movíamos entre las parcelas de trabajo íbamos encontrando numerosos ejemplares. Sobre todo, bajo las gabarderas, agrillos y vizcoderas, pues estos espinos parecen protegerlos del diente de los ungulados y del pisoteo de los excursionistas.

En el conjunto de las cinco parcelas se encontró un total de 547 ejemplares que se desglosaban en las siguientes categorías:

– Juveniles: 147
– Vegetativas: 328
– Reproductoras: 72

Es de gran interés conocer la evolución de las poblaciones de la campanilla de invierno en parajes situados en el extremo meridional de su área de distribución ante procesos de calentamiento global y de cambio en el patrón de precipitaciones.

Pero aún más valioso es cuando la obtención de estos datos une a científicos y a voluntarios, cuando se realiza lejos de los espacios naturales protegidos, cuando implica a la ciudadanía y cuando conecta lo local con lo global.