UN PASEO POR LOS PRADOS DE CEDRILLAS

UNA ACTIVIDAD DE INTERPRETACIÓN DEL MEDIO NATURAL

Lunes 7 de junio. La mañana fresca tras las tormentas del fin de semana. Entre el equipo docente del Colegio de Cedrillas y el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra hemos programado una excursión con los niños y niñas de 5º y 6º de Primaria y Luis, su profesor y tutor. El destino es el nacimiento del río Mijares por la senda SL TE-10 que parte del mismo pueblo. Un contratiempo de última hora nos reduce el tiempo disponible para la actividad, por lo que decidimos renunciar a nuestro destino y disfrutar de lo mucho que nos depara esta espléndida primavera.

Primera parada. Junto al panel del sendero confluyen dos arroyos. Uno es bien conocido: el río Mijares. Pero, ¿y el otro? Lleva igualmente un notable caudal y el agua tiene también una moderada turbidez lo que nos habla de que esta primavera está siendo generosa en lluvias y bien repartidas en el tiempo. Este segundo riachuelo proviene del barranco de la Hoz, en Monteagudo del Castillo, y es el primer afluente de cierta entidad del río Mijares.

Y es que los ríos cuentan muchas cosas.

De un tocón de chopo nacen varias setas. Es una buena ocasión para comentar que la madera está formada, entre otras sustancias, por ciertos glúcidos, como la celulosa. Es una sustancia que contiene energía que se libera bruscamente durante la combustión del papel o de la leña, por ejemplo. Esta energía también puede ser aprovechada por ciertos organismos que son capaces de digerirla -lo que no es fácil- como los hongos y las bacterias que viven en el intestino de ciertos insectos, sobre todo escarabajos. Al final de la digestión de la madera y del uso de los nutrientes que contiene, se liberan las sales minerales (ceniza) sobre el suelo, devolviéndole la fertilidad.

Cruzamos el puente sobre este arroyo que viene crecido y seguimos la carretera que acerca al barrio del Ferial. Entre las hierbas que crecen en el ribazo del parque escultórico bulle de actividad un hormiguero.

Son hormigas rojas, más propias de pinar que de prados frescos, lo que nos deja un poco sorprendidos.

La parte alta del bancal en el que se han instalado las esculturas ha sido labrada y plantada con espliego. Las lluvias del fin de semana casi lo han inundado pues al ser un terreno tan arcilloso al agua le cuesta filtrarse.

La cuneta de la carretera está cubierta de una capa algodonosa. Esta capa está formada por unas diminutas semillas cubiertas por pelos sedosos. Son las simientes que producen los chopos y que son transportadas por el viento.

El Mijares lleva tanta agua a su paso por el molino que no podemos cruzarlo sin mojarnos, como normalmente ocurre. Decidimos seguir el sentido de la corriente y cruzar el río por el puente de la carretera a El Castellar y, desde allí, buscar el sendero por el barrio del Ferial.

En el cauce del río abundan unas grandes plantas herbáceas propias de ambientes acuáticos. Son aneas, esparganios, adelfillas, berros … Sus tallos están doblados por el empuje de la corriente de la última crecida.

Aunque no son tan comunes, también crecen algunas sargas de hoja pequeña,. Se trata de un arbusto propio de los ríos de la cordillera Ibérica y que, por consiguiente, está bien adaptados tanto a la sequías veraniegas como a las crecidas que siguen a las lluvias torrenciales.

Vamos buscando el sendero y las flores de las cunetas nos llaman la atención. Hay docenas y docenas de especies. Algunas son más vistosas, si necesitan de los insectos para su polinización. Otras son más discretas, si su polen es transportado por el viento. Entre las primeras, algunas tienen las flores simples. Aprovechamos para recordar la anatomía de la flor. En otros casos, muchas pequeñas flores se agrupan y forman una flor compuesta, un conjunto que llama la atención de los insectos polinizadores.

Las hierbas crecen apretadas en los prados que encontramos en los alrededores del pueblo. Y sobre ellas, abundan pequeños pero numerosos herbívoros, como son las orugas de las mariposas.

Y otros muchos insectos, sobre todo escarabajos, la mayoría de pequeño tamaño pero algunos otros de varios centímetros de longitud, como los zapateros y las aceiteras

El sendero abandona la pista y asciende por un terreno rocoso. Encontramos rocas formadas por granos de arenas (areniscas). Otra están hechas por granos más finos, de limo o de arcilla. Y otras son más compactas y casi no tienen granos: las calizas. Todas ellas son rocas sedimentarias que están formados por trozos de otras rocas o por sales que dejan de estar disueltas en el agua. Estos sedimentos se depositaron hace millones de años en ambientes costeros o marinos, antes de que se levantara la cordillera Ibérica.

En algunas calizas se aprecian unos surcos.

Son las galerías que crearon invertebrados probablemente del grupo de los anélidos que vivieron en aquellos mares poco profundos mientras se desplazaban entre el limo. Son un tipo de huella fósil.

El agua de las últimas lluvias que habían retenido algunas rocas comenzaban a surgir de pequeños manantiales temporales y a agruparse creando un diminuto arroyo que circulaba por la senda. Por eso abundaban los charcos y el barro, lo que nos obligaba a dar saltos para no mojarnos mucho.

Más actuales eran los nidos de avispas alfareras que encontramos pegados a unas piedras.

Entre las hierbas crecían varios arbustos, como el agrillo, el enebro o la vizcodera. Son matas que aparecen espontáneamente en las praderas cuando y que preparan el terreno a la llegada del bosque.

Algunos solitarios rebollos nos indican cuál podría ser el bosque en estos montes antes de que se produjera su deforestación que los transformó en prados y cultivos.

Encontramos varias agallas en las ramas de un rebollo y comentamos la fascinante historia de las avispillas responsables de su formación.

Terminamos de subir por la senda y salimos a una llanura que estaba en alto. Desde allí se observaban las cimas del sur de Aragón: el pico Javalambre y el pico Peñarroya.

Las praderas se extendían hacia el pinar por las partes altas, mientras que las hoyas -con mejor suelo- se dedicaban a tierras de labor.

Iba haciéndose el tiempo de volver. Iniciamos el retorno con cierta pena pues se estaba muy bien en el monte.

Al volver por el sendero, entre las hierbas mojadas y los pequeños charcos vimos como se movía un sapo corredor

… que resulta característico por la línea amarilla que recorre su dorso y por los andares ágiles en su marcha.

El sol estaba en alto. Hacía ya calor. Pero la senda era ahora cuesta abajo y la vuelta se hizo más fácil.

El paisaje no podía ser más familiar. Otra perspectiva del pueblo de Cedrillas y de su extensa ciudadela. Contando mil anécdotas y vivencias llegamos al colegio donde nos despedimos hasta el próximo curso deseándonos unas … ¡felices vacaciones!