SUBIDA AL CERRO DE SAN CRISTÓBAL

UNA EXCURSIÓN DEL C.P DE CAMARILLAS

Jueves 19 de mayo. La mañana sale fresca. Los niños y niñas del Aula de Camarillas del CRA Pablo Antonio Crespo, con sus profesores David, Carlos y Patxi, comienzan la excursión a uno de los lugares más bonitos del término municipal de esta localidad: el cerro de San Cristóbal.

Saliendo del colegio, dejamos a un lado el granero del Obispo, tan robusto, y el nevero, tan bonito. Cruzamos por Santa Lucía la carretera que lleva a Aliaga y comenzamos a seguir a una desdibujada senda que sube en paralelo a una cresta rocosa que separa del barranco de Cañalagosa.

La cresta eran capas inclinadas de una roca dura que se llama caliza. Sobre ellas crecían plantas como el erizo, el espliego o la villomera que en por esos días estaba en flor.

Entre las capas de caliza aparecían otras capas de una roca que tenía más tierra y que los geólogos llaman marga. Sobre ellas crecían muy bien las matas de tomillo, aliaga y salvia. Y también el enebro, pero había pocos de estos.

Y había también alguna mata de sabina. Bueno, creo que solo vimos una y pequeñica.

En las capas de margas encontramos muchos fósiles de animales marinos. Todos ellos invertebrados. La mayoría eran fósiles de moluscos con dos conchas (bivalvos), como el mejillón o la almeja, con formas muy variadas.

También había fósiles de caracolas de mar (gasterópodos), también moluscos, pero eran menos variados …

Pero, especialmente, abundaban unos fósiles con forma de corazón, aplanados por un lado y abombados por el otro, en donde aparecían cinco líneas marcada por puntitos. Eran de erizos de mar (equinodermos).

A lo largo del paseo fuimos encontrando unos muros construidos con trozos de piedra pero sin cementar (piedra seca) que separaban bancales que estaban casi todos sin cultivar.

Algunos de ellos formaban terrazas. Al estar en llano el terreno así se aprovechaba mejor el agua de la lluvia y crecían mejor las cosechas. Ahora están abandonados porque son muy pequeños y no pueden entrar los tractores y cosechadoras.

La tierra del bancal se sujetaba por paredes de piedra. Algunas de estas paredes eran de casi cuatro metros de altura. ¡Cuánto esfuerzo debió costar construirlas!

Vimos un caseto que estaba cubierto con losas de piedra. Seguramente lo construiría algún labrador para protegerse cuando se producían tormentas, que por aquí pueden ser muy violentas. También vimos otro caseto que no tenía techo. Dentro crecía una carrasca joven, uno de los árboles que debieron ser más comunes en los que hace siglos cubrían el término municipal de Camarillas.

Cerca de los casetos encontramos un caño. Bueno, en realidad eran varias la salidas de lo que parecía una gran madriguera. Y parecía en uso.

Y, no lejos, pelo abundante de liebre.

Tal vez fuera donde la zorra esconde a sus crías.

Durante el recorrido fuimos encontramos restos de piezas de cerámica de diferentes estilos …

Seguramente serían restos de platos o de vasos que emplearían los labradores en sus almuerzos.

Al acercarnos a la hoya que hay bajo el cerro, vimos unas rocas hechas con granos de arena y de color marrón. Eran areniscas. Unas rocas que se formaron en ambientes parecidos a los ríos o a zonas próximas a la costa. En uno de ellos encontramos unas fibras que recordaban a la madera. Probablemente serían restos de troncos de plantas leñosas.

No muy lejos hicimos un gran hallazgo. Dos trozos de huesos de dinosaurio. Largos, estriados y planos. Puede ser que formen parte del mismo hueso. Los dejamos en el mismo sitio y lo notificamos a la Dirección General de Patrimonio Cultural.

En la falda del cerro vimos plantas que tenían flores muy bonitas. Como la bolita azul (o globularia) …

la zarpa (o vulneraria) …

o la florecilla amarilla (o jarilla) …

Era fenomenal ver las flores a través de la lupa …

Entre las hierbas y las pequeñas matas también vimos pequeños animales. Sobre todo insectos y especialmente orugas. Algunas eran muy abundantes. Son las larvas de varias especies de mariposas.

Subimos hasta lo alto del cerro. La vista era fantástica. Se veían muy bien las laderas de prados por las que habíamos venido. Estaban muy bonitos por el color verde que tienen las hierbas durante estos días de primavera.

Y, algo más allá, los bancales cultivados, el pueblo y, al fondo, un monte plano que tiene pinos y que se conoce como la Muela de Camarillas.

En lo alto del cerro se encuentran las ruinas de la ermita de San Cristóbal. Se ha perdido el tejado y parte de los muros. Pero aún conserva algunas paredes, así como un arco hecho con piedras talladas.

Fue el momento del almuerzo y del descanso.

Junto a la ermita encontramos un poste con un código QR que enlazaba a la página que web del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra con información sobre el paisaje que estábamos viendo. Forma parte de una ruta de geocaching que hay en Camarillas. De hecho, supimos que cerca de esta ermita estaba escondido un pequeño tesoro. Y después de buscar y buscar dimos con él.

Anotamos nuestro hallazgo, dejamos un objeto y nos llevamos otro de recuerdo.

Y, antes de abandonar la cima del cerro de San Cristóbal, nos hicimos una fotografía del grupo.

Seguimos una senda …

que nos acercó a un barranco por el que no corría el agua pero en el que vivían unos chopos cabeceros con muchos huecos y ramas secas …

Seguimos por el barranco hasta alcanzar la carretera y, volviendo por el nevero y el granero del Obispo, llegamos al colegio.

¡Pasamos una mañana fenomenal!