UNA RUTA TEMÁTICA DEDICADA AL VALOR CULTURAL DEL CHOPO CABECERO

EN LA RIBERA DEL ALFAMBRA DE GALVE

El cuidado y el aprovechamiento de los chopos cabeceros forman un conjunto de saberes propios de los pueblos de la cordillera Ibérica. Se enmarcan dentro de la cultura de los árboles trasmochos. Aquellos formados y aprovechados mediante podas periódicas aplicadas a todo el ramaje y realizadas a una altura del tronco tal que el rebrote resulte inaccesible al ganado. Es la solución de sociedades campesinas tradicionales muy diversas a la necesidad de conseguir la máxima producción de madera, forraje y alimentos en economías de multifunción, en situaciones de alta demanda de recursos y en modelos encaminados a la sostenibilidad. Constituyen un caso más de agrosilvopastoralismo.

Campesinos y pastores en un paisaje agrario francés del siglo XV. Nótese que hay árboles trasmochos en los linderos del campo. Ilustración del libro «Las muy ricas horas del duque de Berry«.

El manejo de los árboles trasmochos incluye una gran variedad en cuanto a especies, trabajos, productos y servicios, así como a sistemas de organización del aprovechamiento de los recursos por las comunidades locales. Tiene implicaciones con la etnobotánica, con el manejo de los paisajes culturales, con la arquitectura tradicional y con las técnicas artesanales. Es un patrimonio inmaterial.

Por ello hace casi tres años fue celebrado el congreso «Árboles trasmochos, un patrimonio cultural» en Aguilar del Alfambra y Galve reuniendo a investigadores de varios países. Las actas de este congreso pueden consultarse pulsando en el enlace.

Previamente, el Gobierno de Aragón, a través del Departamento de Educación, Cultura y Deporte, declaró a la cultura del chopo cabecero en el sur de Aragón como Bien de Interés Cultural Inmaterial (Decreto 175/2016, de 30 de noviembre). Se trataba de un ejemplo singular de la relación del ser humano con la naturaleza, de la capacidad de configurar paisajes antrópicos a través de una actividad extractiva tradicional y de una expresión de la cultura y modos de vida tradicionales del pueblo aragonés.

Para dar a conocer este patrimonio el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra ha creado recientemente una ruta temática dedicada al valor cultural de este árbol. El lugar elegido ha sido la ribera del río Alfambra en Galve. Desde los Ríos Altos, la salida del Alfambra en la vega de Galve, hasta su entrada en los Ríos Bajos, camino de los estrechos de los Alcamines, se extiende una espléndida dehesa fluvial de chopos cabeceros y, en menor medida, de sauces trasmochos, que se complementa con bosquetes de enormes álamos canos y pequeños espinares.

Una colección de cuatro paneles y una mesa atril se ha distribuido a lo largo del itinerario del GR 199, la Ruta de los Chopos Cabeceros del Alfambra, que sigue el curso de dicho río desde su nacimiento en el valle de Sollavientos (Gúdar) hasta los Ríos Bajos (Galve).

Siguiendo el sentido de las aguas del Alfambra, el primer panel se encuentra junto al Pantano, a la salida de los Ríos Altos. Lleva por título «El saber hacer campesino«.

Breves textos describen los trabajos de plantación y de formación de los chopos cabeceros. Explica cómo se cuidaban y, llegado el momento, se realizaba la primera escamonda, obteniéndose la primera cosecha de vigas. Igualmente se comenta la técnica del desmoche, la tradicional con hacha y la actual con motosierra. Y cómo se produce la respuesta del árbol a dicha corta, generando múltiples brotes renovadores del ramaje. De esta forma se consigue una de las características que tienen estos árboles cuando siguen el turno de poda: troncos muy viejos y ramas muy jóvenes. Estos rasgos etnográficos se complementan con la diversidad de nombres populares que reciben estos árboles y las labores que se realizan en ellos, lo que también supone otra vertiente del patrimonio cultural inmaterial.

El segundo panel que encontrarán los senderistas que realicen el GR 199 se encuentra en el merendero de la fuente del Piojo, muy cerca de la réplica del megalosaurio. Está dedicado a la diversidad de aprovechamientos, por lo que su título es «El árbol de los mil usos«.

El empleo de las ramas como madera de obra en la construcción de techados y solados de viviendas, graneros y majadas era una de sus principales utilidades. El uso forrajero de sus hojas y el de los pastos de las dehesas que conforman llegó a ser también importante en algunas comarcas. El aprovechamiento energético, antaño de las ramillas en los hogares y hornos, y hoy solo de las ramas, es la razón de la vigencia de la escamonda. Otros usos surgen para estos árboles en la sociedad actual al comprenderse su valor ecológico y al ofrecer espacios para el esparcimiento.

Los troncos y las cabezas de los viejos cabeceros encierran una belleza especial. Son creaciones irrepetibles fruto del trabajo  humano sobre un chopo. En ellas pueden encontrarse texturas sorprendentes, figuras fantásticas o delicadas composiciones de pardos y grises. Estos elementos plásticos recrean la imaginación y el espíritu de las personas que pasean por los viejos sotos de estas riberas, pero también inspiran a aquellas que tienen sensibilidad y capacidad creadora. El arte es el tema del tercer panel que se encuentra en el Parque de los Dinosaurios, junto al Aragosaurus. Su título es «Inspiradores en la creación artística«.

Óleos, acuarelas, carboncillos, linograbados, comic y esculturas en forja de artistas como Pepe Gonzalvo, Iris Lázaro, Alex Verduijn, Jorge Laffarga, Juan Manuel Vila, Dominique Mansion, Alberto Calvo o José Azul muestran la variedad de miradas y de interpretaciones de estos paisajes.

Junto al puente histórico hay una mesa-atril que tiene por título «En la literatura«.

Textos de Antonio Castellote, Félix de Azúa, Mónica Fernández-Aceytuno, Diago Colás o de Toni Losantos describen la belleza de estos árboles añosos. Mostramos unos extractos de alguno de ellos.

Algunas de las más admirables obras de arte producidas por los humanos son invisibles. Están ahí, a la vista de todos, y sin embargo sólo pueden verlas quienes son advertidos sobre su existencia. […] Se llama Chopo Cabecero […]. Se trata de un chopo esculpido y por lo tanto artístico. La labor de escultura tenía como excusa una función práctica, la producción de vigas para edificios leves, pero también la Capilla Sixtina tuvo una justificación práctica. […] Su apariencia es sorprendente, un sólido cuerpo, generalmente agrietado con la dignidad de los viejos rostros campesinos, y una cabeza que parecen dardos disparados al cielo. (Félix de Azúa)

[ …] Porque esa es la gran virtud estética del chopo cabecero. Como árbol culto, creado por hombres del campo, su presencia es siempre una hermosa dialéctica entre dos maneras de medir el tiempo. El tronco se hace centenario con más facilidad que los árboles no intervenidos, pero las ramas, para que el árbol siga vivo, deben cortarse todavía jóvenes, en su más lozana plenitud, antes de que su excesivo peso quebrante la estructura del árbol entero. Sólo con el incesante sacrificio de las ramas puede pervivir el tronco bulboso y arrugado. El dolmen venerable reclama el sacrificio de los mozos. (Antonio Castellote)

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Algunas veces, tan sólo algunas, si la tierra

recién labrada y humeante no se resigna a su abandono

y los nietos convocan los usos de los abuelos,

las foliares lágrimas invaden el amarillo de los rastrojos

y relatan su historia.

Los árboles gigantes se perpetúan furos

aún a pesar de la soledad viscosa del olvido.

Su manto protector se extiende a los coleópteros

y alimenta sus élitros con el maná de sus adentros.

El amanecer de la escamonda irrumpe en la noche

de la industria y les corresponde aguardar calmos

el despertar, por fin, de las yemas tiernas.

Se renuevan así los lazos neolíticos y el ancestral

compromiso de las sociedades con su paisaje.

Se formalizan las nuevas y esperanzadoras uniones

y se derrocaron los exilios y pone fin a los destierros.

Algunas veces, si los aromas son propicios,

las otoñales lágrimas de los árboles gigantes

sirven de fértil sustento a las sociedades

y relatan su historia». (Diago Colás)

El último panel describe el significado de estos árboles como testigos de la historia, su carácter de monumentos en cuanto son construcciones que aúnan el quehacer de la naturaleza y del saber humano …

… y ser el lugar de juegos infantiles, la sombra en la merienda de la romería o el lugar de trabajo. Por eso lleva por título «El escenario vital de generaciones» y se ilustra con algunas fotografías históricas.

Esta ruta temática dedicada al valor cultural de los chopos cabeceros instalada en Galve complementa al paseo interpretativo sobre el valor ambiental de estos árboles que se dispuso entre la Masía de las Pupilas (Allepuz) y el paraje de El Remolinar (Aguilar del Alfambra), igualmente en la ribera del río Alfambra, igualmente a su paso por el sendero de largo recorrido GR 199.

Es otra razón más para descubrir estas fantásticas arboledas, tan cambiantes, tan sugerentes …