CRÓNICA PARA UN CURSO DE LA UNIVERSIDAD DE VERANO

El sábado 3 de junio se celebró en Aguilar del Alfambra un curso dedicado a los cabeceros y su paisaje, nuestro paisaje. «Los chopos cabeceros. La gestión de un patrimonio natural y cultural», era su título. La formación formaba parte de la XXXIX edición de la Universidad de Verano de Teruel, organizada por la Fundación Universitaria Antonio Gargallo, del Campus turolense de la Universidad de Zaragoza. Colaboraba en la realización de este curso el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra.

La jornada anunciaba lluvia por la tarde y tiempo despejado por la mañana. El pronóstico fue tan certero como el ambiente humano propicio: interés, buen humor, afabilidad, predisposición óptima. Se remó a favor de corriente. Hubo 24 matriculados, personas que en jerga empresarial ofrecían perfiles variados, desde profesionales y técnicos vinculados a la gestión forestal y territorial, a población local implicada con su paisaje y público general culto y curioso. Todos ellos tomaron puntualmente sus acreditaciones y documentación a primera hora, a las 8:45. El sol no quemaba, solo iluminaba, y las nubes se anunciaban a Levante y tras los Collados.

La presentación corrió a cargo del alcalde en funciones de Aguilar, Vicente San Francisco, y del director de la Universidad de Verano de Teruel, Alfonso Blesa. Ambos dieron cumplida cuenta, en el estrado del Aula Ambiental de Aguilar, donde se celebró la primera parte del curso, de lo valioso que es para la sociedad local y turolense visitar el lugar del crimen, acercar el conocimiento a los pueblos, al sustrato de donde nacen tantas cosas (necesarias). Desde luego, es el caso de los espacios en los que el paisaje de chopo cabecero se muestra a la vista magnífico, igual que el salón del trono en un palacio.

El curso estaba concebido en varios bloques, como los movimientos que se suceden con lógica compositiva en una sinfonía. Chabier de Jaime, gerente del Parque Cultural, realizo una breve introducción conceptual sobre el sujeto de la formación, el chopo cabecero. Desgranó los elementos básicos que hacen inteligible a esta especie etnobotánica y a los trasmochos en general, los árboles de trabajo. La pelota quedó botando para que el protagonista del día fuera abordado desde la perspectiva de las Ciencias Sociales.

Ivo Ínigo expuso los elementos que para el trabajo historiográfico permiten abordar la comprensión del paisaje del chopo cabecero en el contexto de la Cordillera Ibérica. En lo relativo a la investigación, resaltó lo limitado del conocimiento de fuentes documentales y la imposibilidad de hablar por el momento de una «historia general». Por ello abordó la exposición de un estudio de caso, la historia de la arboleda de Aguilar del Alfambra en base a sus funcionalidades históricas. A partir del conocimiento y análisis de fuentes documentales en este marco, desgranó el movimiento secular de la sociedad local aplicada a la gestión del suelo sobre el que forjó un paisaje, elementos que conectaban esa historia concreta con las Ciencias de la Tierra, lo cual da fe de lo necesario que es de cara a futuro el conocimiento y la investigación interdisciplinar.

La lógica fluida de la formación trajo de la mano a Óscar Schwendtner García, ingeniero de montes y arboricultor, quien expuso con preciosismo un tema dulce, las funciones ecológicas de los cabeceros. Virtudes de humildes insectos y asombrosos líquenes que a ojos del profano parecen ciencia ficción. Un poner al ser humano y sus capacidades en el contexto pasmoso de una naturaleza apenas concebible (así se entiende que antaño hubo quien la entendiera como creación). Los musgos, los rizomas, las plantas vasculares o las frondosas no habrán inventado la pasta dentífrica, una de las mayores aportaciones civilizatorias a decir de Billy Wilder con una somarda digna de Aragón, pero entendido todo como un todo, su quehacer es evidente para que pueda ser. Post data a la exposición: Óscar mostró que simplemente acercando la lupa de la ciencia a estas arboledas han emergido especies hasta ahora no citadas en España pero que siempre han estado entre las grietas expresionistas de nuestros árboles de trabajo, prosperando en sus huecos, en su materia en descomposición…

La musicalidad del curso llevó a los presentes de los seres vivos, en general, a las choperas en particular y su manejo en la actualidad. Miguel Ángel Lázaro Palacios, ingeniero de montes del Gobierno de Aragón, planeó sobre el panorama actual de los cabeceros y su gestión para aterrizar en el por qué y en el cómo de la Arboleda Singular Ribera del Chopo Cabecero, un espacio de la red natural autonómica que se extiende entre Jorcas, Ababuj y Aguilar. Metódico como el carpintero que lija y da capas de barniz, dio cuenta de planes, ensayos y programas. La experiencia para revivificar un patrimonio ambiental y cultural. El solista se vio acompañado de violinistas y violonchelistas, en el entendido de que los lutieres de los árboles son los arboricultores de los instrumentos musicales de cuerda, cuando se entabló un sustancial diálogo sobre cuestiones concretas de la gestión: modo y oportunidad de empleo de técnicas y maquinaria, el efecto en el suelo y en el medio biótico asociado. Música dialógica, sinfonía para un curso de la Universidad de Verano, y un horizonte para una arboleda pionera, un espacio natural de árboles trasmochos.

Chabier de Jaime, que dio inicio al curso con una introducción conceptual, concluyó su primera parte, la realizada en el Aula Ambiental al tiempo que la mañana se cubría con las nubes que al principio se anunciaban en los rebordes del paisaje, con una conferencia centrada en el chopo cabecero como recurso para el desarrollo rural. Fue un remate polifónico al englobar las miradas sectoriales previas puestas en un objetivo, servir a quienes forjaron las arboledas y su riqueza. La historia, la cultura, la identidad, la fauna, la flora, el tratamiento de los árboles se anudan en el discurrir de la gerencia del Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra, una experiencia que corta de recursos, pero con decisión y chino-chana, como decimos con complicidad, en cinco años ha desplegado una actividad encomiable y desbordante de divulgación, inversión, investigación, mantenimiento y animación en los pueblos y sus arboledas de chopos cabeceros.

Comida, charradas informales y café. Al acabar la confraternización el curso entró en su segunda parte. Los asistentes salieron del conservatorio para disfrutar de la música al aire libre. Lluvia fina a ratos, interludio entre precipitaciones las más de las veces, y una chaparrada intensa como apoteosis final y desahogo de un campo que ha padecido una sequera de varios meses.

Sobre el terreno chopos podados, el paisaje que dibujaba elípticamente la documentación histórica, sus pájaros, su olor a humedad, los increíbles líquenes y hongos, sus bichos, la actuación llevada a cabo en la Arboleda Singular del Alfambra con los rechitos en los troncos y en las raíces, y el Chopo del Remolinar, el gigante trasmocho, nuestro árbol campeón.

Una salida deliciosa, un laboratorio ventilado.

Como en un sueño, Mendelssohn, al fondo, entre los árboles, alzó la batuta para dirigir el Finale de un curso de la Universidad de Verano.

Plataforma Aguilar Natural (Aguilar del Alfambra)