EL PUENTE DE GALVE. UN PROYECTO EDUCATIVO

UN MONUMENTO PARA COMPRENDER UN PAISAJE

El puente de Galve es el más antiguo en todo el valle del Alfambra y un Bien de Interés Catalogado por el Gobierno de Aragón. Es uno de los monumentos más apreciados por los vecinos de esta localidad por lo que es el destino de muchos paseos que se hacen por la riera y el motivo de muchas fotografías.

Pero también puede ser una oportunidad para comprender mejor el medio natural y la historia del aprovechamiento de los recursos naturales en este territorio.

Por ello, entre el Colegio de Galve y el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra hemos puesto en marcha durante este trimestre un proyecto educativo que ha tomado al puente de Galve como centro de interés.

El pasado 28 de abril estuvimos dando dos charlas en el colegio.

La primera, algo más breve y accesible, para los más pequeños en compañía de su profesora Inés. La segunda, algo más extensa y profunda, para los mayores que ya llevaban varias semanas trabajando en el aula con su profesora Nuria los contenidos de la Geografía Física.

Esta construcción ha sido el punto de partida para conocer el relieve de este rincón de la cordillera Ibérica. Con la sierra de Gúdar como gran macizo montañoso, con la sierra del Pobo, una proyección del mismo que se extiende de sur a norte.

Los amplios valles abiertos por el río Alfambra y sus afluentes el Seco, el Sollavientos y el Penilla sobre blandas arcillas. Y los estrechos creados al atravesar las duras calizas, como los de Allepuz, Ababuj, Aguilar y Camarillas. Un aspecto muy importante a tener en cuenta a la hora de decidir dónde construir un puente.

O sobre las rocas, todas sedimentarias, que afloran en los valles y en las montañas de este territorio. Como las arcillas, las areniscas y las calizas, que pudimos diferenciar comparando unas muestras.

Fue también una ocasión para reflexionar sobre las características del clima de esta zona. Un clima, en cuanto a las temperaturas, de inviernos largos y fríos, de veranos frescos y breves. Por otro, de escasas precipitaciones para lo elevado de estas tierras y la proximidad al mar.

Un régimen de precipitaciones de carácter mediterráneo que influye en el comportamiento del río Alfambra. De caudal escaso y variable. Con estiaje de verano, pero con esporádicas crecidas capaces de provocar inundaciones.

De todos los factores que influyen en la vegetación de un territorio, el clima es el más importante. En el caso del valle del Alfambra, en la cabecera predominarían los bosques de pino royo (o albar) mientras que en las zonas más bajas lo harían unos bosques mixtos de sabina albar, rebollo, carrasca y pino gargallo (o negral).

Utilizamos el tiempo verbal condicional por que la vegetación potencial y la vegetación real son dos conceptos muy diferentes.

Esta era la ocasión para abordar la historia del uso del territorio a lo largo de los siglos. Un largo periodo de tiempo en el que las personas, como en casi toda Europa, fueron transformando desde muy pronto -pero con periodos de abandono- los bosques primigenios para conseguir tierras de cultivo y pastos para los rebaños ocasionando la deforestación que explica la ausencia de bosques naturales en buena parte del valle. Y, para hablar del pasado industrial de las Tierras Altas de Teruel basado en la elaboración de la lana en paños. Y el comercio de una y otros, que requirió de vías de comunicación, como los caminos que surcaron estas montañas.

Esta deforestación favorecería la escorrentía superficial de las aguas de lluvia y la erosión del suelo, además de acelerar, el efecto de las inundaciones. Un serio problema.

Inundaciones que debieron ser más intensas en el tramo inferior del Turia, río del que el Alfambra es su principal afluente, entre los siglos XVI y XVII, periodo conocido en Europa como la Pequeña Edad de Hielo. Justo el momento en el que parece que fue construido el puente de Galve.

El pasado 14 de mayo tuvimos la ocasión, todos juntos, de hacer una excursión hasta la riera y el puente. Por las calles fuimos encontrando casas antiguas, construidas en esa etapa de la Edad Moderna en la que también lo fue el propio puente.

Por el camino fuimos observando los múltiples indicios del avance de la primavera en los campos, en el bosque de ribera …

… y en los montes cercanos …

Observaciones que fueron recogidas por los mayores en un precioso cuaderno de campo que les habían procurado sus profesoras …

… para después trabajarlo en el aula.

Y, por último, nos acercamos al puente para estudiarlo con detalle. Sus dos ojos desiguales, el pilar central que se soporta en su asimétrico estribo, con su tajamar y su espolón. Y su imposta, detalle que acredita su origen no medieval. Nos fijamos que los sillares eran de piedra arenisca. En los pretiles y en el pavimento de calicanto, de factura más burda lo que según la tradición local se debe a que tuvieron que hacerlo los propios vecinos al desentenderse el constructor por incumplimiento de algún detalle del contrato. Y de algunos desperfectos que tendrán que restaurarse.

Y así se nos fue pasando el final de la mañana, disfrutando del campo y de un monumento muy especial: el puente de Galve.