JORNADA DE DESCUBRIMIENTO EN EL PARQUE CULTURAL DEL CHOPO CABECERO DEL ALTO ALFAMBRA. UNA LECCIÓN DE HISTORIA

El pasado viernes 28 de septiembre, los alumnos-trabajadores de dos Talleres de Empleo (Instituto Aragonés de Empleo) promovidos AGUJAMA (Maestrazgo) y el Ayuntamiento de Calamocha, así como el equipo docente y directivo del mismo, tuvimos la suerte de poder visitar el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra. Lo hicimos además de la mejor forma posible, acompañados por su director, buen conocedor de este singular paisaje, modelado por sus paisanos y paisanas a lo largo de los siglos.

Establecimos como punto de encuentro y partida el municipio de Aguilar de Alfambra, uno de los diez pequeños pueblos que conforman el Parque Cultural desde su aprobación por el Gobierno de Aragón el pasado 24 de abril de este mismo año. Se trata de una figura de protección que reúne arte y paisaje, cultura y naturaleza, tradiciones y turismo a partes iguales, de acuerdo a la Ley 12/1997 de Parques Culturales de Aragón.
Aguilar de Alfambra cuenta con el Aula de Naturaleza “El Chopo Cabecero”. Consta de unas agradables instalaciones en las que, a través de una exposición permanente, muy clara, sencilla y visual, se puede comprender la diversidad de valores y funciones culturales, naturales y ambientales que este paisaje tan característico de la ribera del Alto Alfambra ofrece. 

Fue en este espacio donde se nos explicaron los aspectos claves y más relevantes de este eficiente e integrado sistema silvo-pastoral que la población local lleva aplicando desde hace siglos y que supuso la base de un importante desarrollo económico en la zona. La actividad económica más conocida y valorada fue quizás la industria del paño, empleando como materia prima la lana de los ganados, siempre sustentada ésta sobre la buena gestión y aprovechamiento que la población hizo de los recursos naturales presentes. 
El concepto clave para conocer este paisaje y el motor impulsor del desarrollo de esta economía, según nos explicó el director del Parque Cultural, es el “trasmochado”: se trata de una técnica que consiste en el descabezado o corte del arbolado a cierta altura de su tronco en su juventud, favoreciendo así la producción de potentes brotes. Aquí fueron los chopos negros de ribera (Populus nigra), conocidos aquí como chopos cabeceros, los árboles sobre los cuales se ha venido aplicando esta técnica desde tiempos remotos. 

El trasmochado permitía el aprovechamiento de los brotes, para forrajes, leñas y vigas en trabajos de construcción, entre otros usos. Los turnos de corte practicados para la formación de vigas eran de entre 12 y 15 años y los rebrotes más pequeños eran aprovechados como forraje para el ganado de forma continuada en el tiempo. Así, las leñas alimentaban hornos y estufas de hogares, así como de los espacios de producción de bienes. 

Además de todos estos recursos disponibles en altura, este modelo generaba un sistema de dehesas, con sombras y una reducida ocupación del suelo, favoreciendo un aprovechamiento escalonado de pastos y posibilitando una gran cabaña ganadera que abastecía a la artesanía de la lana para producción de paños de gran calidad. 
Esto se traduce en un sistema que permitió, de forma muy eficiente y sostenible con el entorno, la obtención de gran cantidad de recursos en un mínimo espacio de terreno; promoviendo así una prosperidad social y económica en la zona. De esta manera, la población se adaptó a un entorno aparentemente difícil, con unas duras condiciones climáticas, orográficas y reducidos recursos forestales. 
Se trata sin duda de un claro ejemplo de superación y buen hacer por parte del ser humano: estas poblaciones fueron capaces de crear riqueza a través de la puesta en valor de un paisaje y una tierra a la que amaron, cuidaron y en la que confiaron, generando una magnífica simbiosis de las personas con su entorno. 


Se hizo hincapié en todas las funciones ambientales que este ecosistema aporta y, más en concreto, los chopos trasmochados o cabeceros. Entre muchos otros destacan el control de la erosión fluvial y la gran variedad de pequeños ecosistemas que este tipo de arbolado genera, favoreciendo el desarrollo de un sinfín de biodiversidad, especialmente las singulares poblaciones de insectos saproxílicos localizados, que posibilitan la vida del resto de organismos de mayor tamaño presentes en la zona, como aves, mamíferos o reptiles, así como hongos e incluso plantas. 


Tras los interesantes y valiosos conocimientos transmitidos por el director del parque, realizamos una excursión por la ribera del entorno de Aguilar de Alfambra, donde pudimos ver chopos cabeceros en todos sus estados: desde chopos cabeceros abandonados, donde sus turnos de corte han dejado de realizarse, a árboles envejecidos de forma prematura y con un futuro poco optimista si uno se transporta a toda la actividad de esos parajes en otros tiempos; otros a los que se les practicó su poda de formación, pero nunca llegaron a ser aprovechados por el acusado abandono y éxodo rural; hasta ejemplares centenarios con todas las características que estos trabajos históricos han dejado cicatrizados en sus troncos y cabezas. 
La ruta tuvo una duración aproximada de hora y media, y terminamos en uno de los chopos más queridos por el pueblo, catalogado como árbol singular de Aragón y con nombre propio, “Chopo Cabecero del Remolinar”. Allí, se nos contó una de las últimas aventuras protagonizadas por este vecino árbol de Aguilar de Alfambra: 
Fue en 2015 cuando fue presentado a un concurso en el que se elige por votación popular el Árbol Europeo del Año. El objetivo del concurso es destacar los interesantes árboles viejos como parte de un importante patrimonio natural y cultural que deberíamos apreciar y proteger: en poco más de un mes, este humilde chopo cabecero del Remolinar, consiguió un meritorio tercer puesto en un concurso internacional; toda una hazaña para este árbol y para un municipio de poco más de sesenta personas, que como muchos otros de la provincia presentan un futuro muy incierto incluso habiendo demostrado a lo largo de la historia su potencialidad y capacidad para ofrecer desarrollo, servicios, prosperidad y calidad de vida para sus habitantes. 

Queremos compartir con vosotros algunos de los momentos vividos durante esta bonita jornada, así que os dejamos algunas fotos de nuestra visita. 
Por último, queríamos dar la gracias al Director del Parque Cultural, por permitirnos ser partícipes y conocedores de esta gran historia, y de este precioso lugar con un final todavía por ver y, por supuesto, a todas las personas que, de algún modo u otro, han contribuido en este proyecto, aportando o simplemente salvaguardando los conocimientos adquiridos a lo largo de generaciones y generaciones de trabajo, amor, dedicación y cuidado del paisaje que nos acoge.
Mirian Pérez Ferrer (texto y fotos)
Directora Taller de Empleo: Montaña de Teruel II: Recursos Forestales en
la Sierra del Maestrazgo