EL ACUEDUCTO DE CAMARILLAS

UNA SORPRENDENTE OBRA HIDRÁULICA

La gestión tradicional del agua en Camarillas ha legado un notable patrimonio cultural que puede disfrutarse en un agradable paseo por su núcleo urbano.

Destacan las fuentes y los abrevaderos, como los de la Fuente Vieja, una de las más antiguas en el sur de Aragón, y los del santuario de la Virgen del Campo. Hay un par de lavaderos, uno más conocido y moderno junto a la carretera y otro más sencillo y antiguo, al pie del peñasco y junto al río Penilla. El nevero, una construcción subterránea, permitía almacenar hielo para su consumo en verano. La energía del agua del río Alfambra se aprovechaba para moler grano en dos molinos, el de Barberán en el Alfambra y otro ya perdido que funcionó en el Penilla. En otros lugares, la excavación de pozos permitió aflorar el agua del subsuelo.

Pero, de todos los ingenios hidráulicos, el más complejo y espectacular es, sin duda, el acueducto de los Arcos.

Constaba de un canal cerámico de casi cuatrocientos metros de longitud por cuyo interior se conducía el agua desde el manantial de La Basa hasta las inmediaciones del núcleo urbano.

Este canal tenía que superar dos obstáculos: un cerro y un barranco. El primero se resolvió mediante una conducción subterránea. El segundo, mediante un sistema de arcos siendo la parte más evidente y conocida del acueducto.

Camarillas surge como una aldea vinculada a la villa de Teruel tras consolidarse el avance aragonés en algún momento entre las dos últimas décadas del siglo XII y las dos primeras del XIII. El caserío fue creciendo entre dos alargados cerros, el del castillo y el de la ermita de San Roque, a poco más de doscientos metros del cauce del río Penilla (antaño llamado Camarón).

El crecimiento urbano de los siglos XIV y XV, así como una cierta prosperidad económica, estimularon acometer durante esta última centuria la construcción de un acueducto para llevar el agua al núcleo urbano. Una obra pública ambiciosa, afrontada por un aldea que comenzaba a destacar en el Alto Alfambra.

Para conocer el acueducto hay que sortear la alargada cresta sobre la que se levanta el castillo y asomarnos a La Canal, estrecho barranco deudor del río Penilla.

La parte aérea del acueducto es conocida como Los Arcos.

Son tres arcos de medio punto que tienen una gran luz. El central, el más ancho, se eleva sobre el arroyo que desciende por la Canal. Los laterales, idénticos entre sí, se aproximan a las dos orillas del barranco. Las puntas de todos ellos están enrasadas.

Está construido en mampostería todo él. Ciertas calizas que afloran en el entorno se cuartean fácilmente desprendiendo pequeñas losas que fueron utilizadas a modo de dovelas en la construcción de los arcos. Unas calizas, por cierto, muy resistentes a la gelifracción, poco heladizas, que dicen aquí.

Sin embargo, los mampuestos que forman el muro son más irregulares y presentan un mayor grosor. Unos y otros están bien unidos con mortero.

En su base, el muro tiene unos 80 cm mientras que en el extremo superior el grosor se reduce a tan solo 60 cm. De esta forma se incrementa la capacidad de carga en la base y se reduce el peso en altura. Esto le confiere al acueducto un aspecto esbelto y ligero.

Por el tipo de piedras y por su disposición se intuyen varias fases en la construcción del muro.

Esto pudo deberse al paso de varios equipos de maestros de obra o a la necesidad de acometer labores de reparaciones en distintas épocas.

En los muros, además, se aprecian los huecos en los que se introducían horizontalmente los maderos que formaban parte del andamiaje: los mechinales.

Los cimientos de los arcos y del muro descansan sobre un mismo estrato de caliza que ha sido atravesado por el barranco. Es una sólida cimentación, pues además de su consistencia, el estrato está próximo a la verticalidad. Esto le permite no tener sillares en su base.

Sobre la parte superior del muro iba el sistema de piezas cerámicas que formaban la conducción del agua. La restauración de este monumento realizada en el presente siglo ha dejado a la vista , en las inmediaciones del camino, una parte de esta tubería.

Los arcaduces son unas piezas cerámicas huecas y de forma troncocónica que encajarían entre sí y que estarían unidas por argamasa de arena y cal. La precipitación del abundante bicarbonato cálcico disuelto en estas aguas duras, terminaría de sellar las uniones.

A tramos se intercalaban arquetas de piedra habilitadas para facilitar la limpieza de las conducciones y para retener los sedimentos sólidos que transporta el agua.

Este sistema de tubos y arquetas estaba cubierto por losas de piedra de unos 4 cm de grosor y unos 65 cm de anchura. Esta cubierta evitaba la caída de objetos sobre la conducción y, al tiempo, podía ser fácilmente levantada a la hora de realizar tareas de mantenimiento. En la reciente restauración las losas originales han sido sustituidas por otras talladas de forma rectangular.

La parte aérea del acueducto, entre ambas laderas del barranco, tiene unos 72 m de longitud en su cubierta. No es completamente recta, pues su tercio más oriental muestra una ligera desviación.

La altura máxima sobre el suelo es de unos 13 m y coincide con el fondo del barranco. La longitud, esbeltez y altura, junto a su buen estado de conservación, hacen del acueducto de los Arcos uno de los más notables de la provincia de Teruel.

Cruzar los Arcos siempre ha sido un reto para los más jóvenes. Los más audaces lo hacían andando por encima de las losas superiores. Con mayor mérito, cuando todavía no se había restaurado y las piedras se encontraban sueltas.

Se cuenta en la tradición local que una mujer quiso suicidarse tirándose de lo alto de ellos, pero sus enaguas funcionaron como un paracaídas y finalmente se salvó.

Pero el acueducto no terminaba aquí.

En el extremo oriental del sistema de arcos no se encuentra el manantial que alimenta el acueducto. Este se halla a unos 320 m de distancia, al otro lado de un cerro, en el barranco de la Basa. A lo largo de todo este tramo la conducción cerámica iba enterrada, a escasa profundidad en las inmediaciones de los arcos y de la fuente y dentro de un galería, entre ambos.

Las flechas indican el sentido de la corriente hídrica una vez conducida bajo tierra. En azul, los tramos de enterramiento somero. En negro, la galería subterránea de «La Cava».

Los maestros del agua aprovecharon la existencia de un estrato de margas, roca carbonatada de aspecto terroso por su alto contenido en arcilla, que aparecía entre dos estratos de calizas, una roca mucho más competente, para instalar la conducción desde el manantial a los arcos.

La flecha roja señala el estrato de margas, más rebajado por ser más erosionables. Las flechas blancas, señalan las calizas, responsable de los vigorosos relieves del cerro.

Para seguirla hay que bajar y cruzar la Canal, una ocasión para disfrutar en primavera de los parterres de lirios ..

y de las airosas arcadas desde otra perspectiva …

Una vez en la margen derecha del barranco, hay una desdibujada senda que, siguiendo unos 75 m la dirección del acueducto …

… llega a un pasillo excavado que es el inicio de la Cava, la galería subterránea por la que continúa la conducción del acueducto. Se encuentra cerrada por una puerta metálica desde hace unos años.

Se trata de una galería subterránea bastante angosta, con anchuras que varían entre los 43 y los 80 cm, y de escasa altura, que oscila entre los 1,30 y los 2 m, lo que obliga, en algunas zonas, a pasar con poca comodidad.

En su mayor parte presenta las paredes consolidadas con piedras de mampostería de desigual tamaño y forma unidas con argamasa de tierra …

aunque en alguna otra, la estabilidad de la pared la ofrece el afloramiento de caliza.

En buena parte de la galería, en la parte más estrecha, el techo está formado por una bóveda de losas calizas dispuestas con la técnica de la piedra seca …

En otros tramos, algo más espaciosos, aparece una bóveda a dos vertientes formada por losas grandes …

Hay evidencias de haberse realizado obras de mantenimiento relativamente recientes en las que se hizo uso de cemento y de tablas de madera …

El suelo es terroso y contiene muchos cantos caídos de paredes y techos. Aparecen algunas losas que cubren arquetas …

… y que muestran cruces grabadas en alguna piedra de la pared.

El caño mantiene la dirección …

… hasta realizar un ligero desvío hacia la derecha, posiblemente por haber encontrado materiales que ofrecían una mayor resistencia a la excavación,

y después recuperar la dirección hasta su extremo oriental, en el que el desmoronamiento del techo y de las paredes deja tan solo una estrecha abertura por la que no se puede salir.

El agua que se infiltra gotea desde el techo y las paredes formando estalactitas y columnas, tan cortas como finas …

En algunos tramos en los que el caño se aproxima a la superficie, del techo penden las raíces de los arbustos que crecen en superficie …

Esta galería sirve de refugio tanto para anfibios, como el sapillo moteado, como lugar de cría para pequeños roedores …

así como para algunos murciélagos que se guarecen durante su descanso diurno …

Un ejemplar de Rhinolophus ferrumequinum colgado cerca de la salida de la galería

En el suelo es común encontrar acúmulos de sus excrementos …

… que sirven de alimento para pequeños coleópteros coprófagos.

Para salir del caño hay que desandarlo …

y volver a la puerta.

En superficie se intuye por donde pasa la Cava. Una senda remonta una suave loma poblada de erizos, agrillos y jadreas manteniendo la dirección de aquella.

A algo más de un centenar de metros de la puerta, se encuentra el punto en el que la conducción entraba en la galería subterránea …

Como en el otro extremo, hay una parte con el techo y paredes hundidos lo que sugiere que la Cava pudo tener una longitud algo mayor.

Un estudio topográfico realizado por el Espeleoclub el Farallón de Montalbán (Centro de Estudios Espeleológicos Turolenses) y publicado en 2013 en la revista Cija de Teruel describe muy bien esta parte del acueducto.

En total, la cava tiene una longitud de 130 m, resuelve una pendiente de 4,9 m y alcanza una profundidad máxima de unos 10 m respecto a la superficie.

Al otro lado del cerro se asoma el barranco de la Basa. Y, en su cabecera, un par de pequeñas arboledas. Hacia allí se encamina la senda a través de un terreno cada vez más pedregoso.

A lo largo de la senda se encuentran trozos de los arcaduces …

… que nos indican por donde continuaba la conducción, igualmente enterrada, tras recorrer unos 125 m hasta el manantial, situado algo más arriba que una caseta de toma de aguas.

Hay que decir que en la actualidad, Camarillas sigue abasteciéndose del manantial de la Basa pero utilizando una conducción más moderna.

Aún puede verse salir algo de agua de entre los sillares de un caño

y, oculta entre unos viejos chopos cabeceros, una balsa -ya seca- la que da nombre al manantial y al barranco: la Basa. La denominación tradicional que mantiene su origen aragonés.

La pregunta que puede hacerse es ¿por qué se encuentra el manantial en esta ladera?

La respuesta a esta cuestión está en la disposición de los materiales geológicos y, en definitiva, en la suma de acontecimientos que han modelado la superficie de este rincón de la corteza terrestre.

La geología de Camarillas es tan compleja como interesante. Una foto aérea muestra retorcidas capas rocosas que no son otra cosa que una manifestación de deformación de las rocas sedimentarias depositadas en ambientes marinos previamente a la formación de la cordillera Ibérica.

En concreto, Camarillas se asienta en el flanco de un pliegue de dirección N-S que se formó hace unos 50 millones de años cuando la placa Ibérica colisionó con la placa Eurosiberiana. Esta estructura tectónica recibe el nombre de sinclinal de Camarillas.

Mapa con las principales estructuras tectónicas situadas al E de Camarillas. Fuente: Guía del Parque Geológico de Aliaga (J.L. Simón)

El casco urbano, en la parte baja del pueblo, está atravesado por una falla inversa de dirección SO-NE que pasa al sur del castillo y del acueducto.

Como otros cabalgamientos de dirección E-O fue consecuencia del choque de la placa Africana contra la placa Ibérica hace unos 15 millones de años, elevándose el bloque situado al S en relación con el que se encuentra hacia el N.

Unas y otras deformaciones pueden verse en el presente mapa esquemático:

Mapa con las principales estructuras tectónicas situadas al E de Camarillas. Fuente: Guía del Parque Geológico de Aliaga (J.L. Simón)

Y de forma más detallada en este mapa geológico:

Porción del Mapa Geológico de España nº 543 (Villarluengo). Fuente: Instituto Geológico y Minero de España.

que puede interpretarse con ayuda de la siguiente leyenda:

Leyenda de la hoja nº 543 del Mapa Geológico de España nº 543 (Villarluengo). Fuente: Instituto Geológico y Minero de España.

Cuando se alcanza el manantial, muy cerca, llama la atención que las margas y calizas que afloraban en la última parte de la senda, se ponen en contacto con un extenso manto de conglomerados y areniscas unidos por una matriz arcillosa.

Estos materiales se extienden hacia el N por la loma de El Casero y sobre ellos se realizaron plantaciones de pinos hace algo más de sesenta años.

Son rocas se formaron a partir de sedimentos detríticos procedentes del desmantelamiento de los jóvenes relieves formados durante la orogenia Alpina en el Terciario (Mioceno). Se depositaron de forma discordante sobre la serie de sedimentos marinos de origen mesozoico.

El agua de las precipitaciones se infiltra con facilidad en los conglomerados (5) y penetra hasta encontrar un estrato de margas y calizas margosas (Formación Benasal) del núcleo del sinclinal (4), rocas blandas que pueden verse en la Canal.

Una parte del agua que se infiltra en la gran superficie de recarga que representa este extenso afloramiento de conglomerados va a alimentar fuentes como la de las Remenderuelas o la de los Cinajos que se dirigen hacia el inmediato valle del Guadalope.

Sin embargo, la mayor parte del agua, sobre todo la recargada en la parte meridional de la loma, tiene su salida hacia el río Penilla (y, por tanto, hacia el Alfambra) a través del barranco de la Basa.

La presencia de la falla inversa pone en contacto a los conglomerados con unas margas (2) que son muy impermeables (Formación Forcall). Esta roca terrosa es la que se extiende por el fondo del barranco y ha permitido su puesta en cultivo en una serie de terrazas que es conocida como la Rinconada de la Basa.

El agua en su descenso gravitacional a través de los conglomerados se encuentra con las margas y se ve obligada a aflorar en el manantial de la Basa. La gran superficie de recarga explica su generoso caudal.

Vemos de nuevo, que la naturaleza y la disposición de las rocas condiciona la circulación de las aguas subterráneas y, en muchos casos, la ubicación de las poblaciones … ¡y de sus monumentos!

Camarillas también es un ejemplo.