DE ÁRBOLES Y OTRAS PLANTAS. UNA ACTIVIDAD DIDÁCTICA EN EL COLEGIO DE ALFAMBRA

Entra la primavera. Incluso en las Tierras Altas de Teruel. Las plantas retoman su actividad tras el invierno. Unas germinan desde semillas, otras rebrotan desde sus yemas, unas veces situadas a ras de suelo, otras sobre tallos. Algunas plantas son delicadas hierbas, otras grandes árboles.
Pensamos que estos primeros días de abril era un buen momento para profundizar sobre el funcionamiento de las plantas con los niños y niñas del Colegio de Alfambra. Y, en particular, sobre unos árboles que son muy comunes y apreciados en el valle del Alfambra: los chopos. Es lo que hicimos el pasado día 9, el primer día de clase tras las vacaciones de Semana Santa y de Pascua.
Nos dedicamos primero a  recordar lo mucho que ya sabían los alumnos. 
Sobre su funcionamiento, sobre su clasificación, sobre su importancia en la Naturaleza y para las personas. Y, después, sobre los árboles de la ribera del Alfambra, los sauces y los chopos, tanto los que se aprovechan cortándolos desde el suelo (porte natural) como los que se podan desde lo alto del tronco (trasmochos). Estos últimos son conocidos como chopos cabeceros o camochos. 
Casi todos los niños participaron comentando sus observaciones o realizando preguntas. 
Cuando se terminó la presentación y concluyó el animado debate, salimos del colegio después de abrigarnos muy bien. Hicimos una fila de parejas, formada cada una por un alumno más mayor y otro más pequeñico, cogidos de la mano, y nos dirigimos hacia el polideportivo para cruzar la carretera por debajo del puente. Los niños pasaron mejor que los mayores que tuvimos que agacharnos.
Dedicamos un tiempo a observar bien el entorno. Estábamos en el cauce de una rambla. Había piedrecicas, arena y arcilla. Y barro. Y charcos. Las lluvias de las semanas anteriores había mojado la tierra y habían permitido que la rambla llevara caudal, al menos durante algunas horas.
En la orilla encontramos un terrero formado por cantos, grava, arena y arcillas. Estos sedimentos se depositaron en tiempos pasados y fueron posteriormente erosionados por la rambla en algún momento de grandes venidas. Muchos de los cantos tenían los bordes redondeados lo que nos hizo pensar que habían ido rodando y se habían desgastado.
Nos acercamos a un campo. Podíamos ver los restos de unos chopos que habían crecido y que recientemente habían cortado. Eran chopos de porte natural. De los que se plantan para utilizar la madera tras cortarlos a ras del suelo. La parte baja del valle del Alfambra es un territorio muy apropiado para el cultivo de estos chopos de crecimiento rápido, conocidos como chopos canadienses por que se han obtenido cruzando chopos europeos con chopos norteamericanos.
Nos dirigimos a un enorme chopo cabecero recién escamondado.

En el marco de la festividad de la Encomienda, y como acto final, el pasado domingo 1 de abril el Grupo Literario de Alfambra organizó una actividad en la que el motosierrista Herminio Santafé poda desmochó este magnífico chopo cabecero.

Estuvimos observando las grandes ramas y diferenciamos la madera viva (situada bajo la corteza y de color más claro) de la madera muerta (situada en la parte interior y de color más oscuro). El árbol presentaba un gran hueco en su interior que llegaba hasta el suelo, en el que se veían algunos árboles y unas raíces aéreas. Fue divertido observar el hueco por dentro.

Junto al viejo chopo, sentados sobre las ramas o sobre la hierba, almorzamos mientras seguíamos hablando y haciendo bromas.
Nos acercamos a ver un grupo de viejos chopos cabeceros que crecían muy cerca. Habían sido podados hace unos ochos años y tenían las ramas más jóvenes. Sin embargo, el tronco era muy grueso y muchos también tenían huecos. La poda les permite a estos árboles hacerse más longevos.
Allí estuvimos observando los cultivos de la vega de Alfambra. Sobre todo había trigo pero también había alfaz. Los niños los diferenciaron fácilmente. Y también el uso de los productos. 
Mientras tanto, los niños y las niñas estuvieron tomando fotografías de otras plantas y de los pequeños animales que podían observarse. Como el ciempiés.
Junto al gran chopo recién podado había otro de tamaño similar y sin podar. Nos acercamos a verlo y a abrazarlo, mientras José Mª le cantaba una canción que todos le dedicamos. Fue muy divertido. 
Y así fue llegando el momento de volver. Seguimos el mismo camino y por la acera nos acercamos al colegio donde nos despedimos. 
¡Una actividad estupenda!
Chabier de Jaime (texto) y José Mª Martínez (fotos)
PD.- El profesor José Mª Martínez escribió una crónica de la actividad que podéis leer pulsando en este enlace