LA EDAD DE LOS CHOPOS CABECEROS

UNA INVESTIGACIÓN DEL INSTITUTO PIRENAICO DE ECOLOGÍA

Los chopos cabeceros fue la solución encontrada por las comunidades locales a la necesidad de madera de obra y de pastos en las riberas en aquellos territorios deforestados de la cordillera Ibérica. Esquejes de chopo negro fueron plantados a lo largo de las orillas de los ríos, arroyos y acequias, casi siempre cerca de espacios agrícolas, también con el fin de fijar los cauces y de proteger las parcelas cultivadas ante eventuales crecidas.

Piedrahita (cuenca hidrográfica del Aguasvivas). 1968.

Esta práctica agrosilvoganadera se remonta en el tiempo.

La documentación histórica constata el manejo de árboles trasmochos y, específicamente, de los chopos y sauces cabeceros en el sur de Aragón al menos desde el siglo XVIII. Parece verosímil que estos árboles fueran cada vez más comunes en las vegas conforme desaparecían los bosques de los montes, proceso que fue intensificándose a lo largo de la Edad Moderna por la necesidad de pastos para los rebaños de ovejas, carbón vegetal para las ferrerías y leña para los hogares y hornos.

Y es probable que la época de mayor esplendor de los chopos cabeceros fuera la segunda mitad del siglo XIX y la primera del XX.

¿Qué edad tienen los chopos cabeceros? ¿Qué acontecimientos han podido producirse a lo largo de sus vidas? ¿Cómo afecta la escamonda a la longevidad de los árboles? ¿Cómo les afecta su abandono?

La respuesta a estas cuestiones podría provenir del análisis de los anillos de crecimiento presentes en el tronco de los árboles talados. Sin embargo, esta técnica tiene la limitación de que la madera del interior de los troncos tiende a descomponerse por la acción de los hongos y los insectos saproxílicos mayormente, creándose con el tiempo huecos y amplias zonas del tronco afectadas por la podredumbre.

En primavera de 2021 el equipo formado por Jesús Julio Camarero, Ester González y Michele Colangelo (Instituto Pirenaico de Ecología – CSIC) y Chabier de Jaime (Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra) inició una investigación para intentar dar respuesta a estas cuestiones aplicando la técnica de la dendrocronología.

El estudio se ha realizado en siete arboledas de chopos cabeceros situadas en los términos municipales de Navarrete del Río (cuenca del Pancrudo), Huesa del Común (cuenca del Aguasvivas), Fonfría y Bea (cuenca del Huerva) y Gúdar, Allepuz y Aguilar del Alfambra (cuenca del Alfambra).


Localización de la zona de estudio y de las cuencas fluviales en el este de España (el mapa pequeño muestra la distribución del chopo en Europa y la localización de la zona de estudio recuadro gris). En el mapa se indican los siete lugares de estudio y los diferentes colores corresponden a las cuencas fluviales estudiadas (de norte a sur): río Huerva (zona marrón), río Aguasvivas (zona azul), río Pancrudo (zona amarilla) y río Alfambra (zona morada). Las líneas y manchas azules corresponden a los ríos y a los embalses, respectivamente. Las manchas rojas muestran las ciudades de Zaragoza y Teruel, Aragón, nordeste de España. Los puntos verdes indican los álamos negros desmochados

El territorio estudiado se encuentra en el sur de la cordillera Ibérica y presenta altitudes comprendidas entre los 800 y los 1.400 m.s.n.m. Está afectado por un clima continental que en lo relativo al termoclima es de inviernos fríos, con mínimas ocasionales inferiores a -20 ºC, y de veranos templados y breves, mientras que el ombroclima puede considerarse seco, con concentración de precipitaciones en las estaciones equinocciales.

En riberas fueron seleccionados noventa y ocho chopos cabeceros. Tenían que ser árboles maduros, con buen estado de conservación, que no hubieran sido desmochados durante los últimos veinte años y con el tronco no hueco.

En cada árbol se midió el diámetro normal de tronco (d.n.t., a 1,3 m. sobre el suelo), se extrajeron a dicha altura dos testigos radiales, perpendiculares entre sí, mediante barrenas Pressler.

Los testigos fueron secados , lijados y fueron datados visualmente, determinándose además la anchura de los anillos mediante escaneo.

También se midió la altura total del árbol, la distancia a otros árboles y al curso de agua más próximo, además de caracterizar a este.


Tabla 1. Lugares de estudio y características estructurales. Los valores son medias ± SE. Letras diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05) entre los sitios según las pruebas U de Mann-Whitney.

Como en muchos casos las barrenas no alcanzan el centro de la médula por lo que los testigos no recogen la totalidad de los anillos del árbol. El cálculo de la edad fue obtenido ajustando los anillos más internos a una diana gráfica con distintas curvaturas y teniendo en cuenta el diámetro del árbol lo que permitió estimar la distancia ausente a la médula teórica.

Para establecer las caídas de crecimiento asociadas a los desmoches se calcularon los cambios negativos de crecimiento (CNC) como porcentajes siguiendo a Nowacki y Abrams (1997):

CNC = [(M1-M2)/M2] x 100

donde M1 y M2 corresponden a los periodos previo y posterior de diez años para los que se calcularon las medianas de la anchura de los anillos a lo largo de las series individuales de los árboles. Las medianas se calcularon de forma móvil desplazándose año a año. Se consideraron reducciones bruscas de crecimiento aquellas con una reducción superior al 50% observada al menos en la mitad de los árboles de cada chopera estudiada.


Tabla 2. Características estructurales y datos de crecimiento radial de los árboles muestreados. En los sitios AL y GU se muestrearon y midieron también las ramas (ALbr, GUbr). Los valores son medias ± SE. EPS es la señal de población expresada. Letras diferentes indican diferencias significativas (p < 0,05) entre los sitios según las pruebas U de Mann-Whitney

El rango de diámetros de tronco (d.n.t) osciló entre 39 y 196 cm. con un valor medio de 90 cm. El de alturas total de árbol lo hizo entre 6,7 y 35 m con una media de 18 m.

El análisis dendrológico arrojó una anchura media de anillo (crecimiento radial) de 2,5 mm. Los chopos cabeceros más viejos se encontraron en Navarrete del Río (237 años) y Aguilar del Alfambra (208 años).


El diámetro del tronco es una de las principales características estructurales de los álamos negros desmochados. En la gráfica se representa (a) la relación positiva entre el diámetro a la altura del pecho (Dbh) y la altura del árbol. Las estadísticas correspondientes a las regresiones lineales (líneas continuas) se muestran en la esquina superior derecha del gráfico. Las líneas discontinuas muestran los intervalos de predicción del 95%.

Por lo general, los árboles con mayores diámetros eran también los de mayor edad, pero no siempre fue así pues en Navarrete del Río un grupo de árboles de diámetros modestos (60-80 cm) tenían edades superiores a los 200 años.


Datos de crecimiento de los álamos negros basados en la serie media de la anchura de los anillos de los árboles calculada para cada sitio. Los datos de crecimiento se obtuvieron para núcleos de tallos (barras negras) y secciones transversales de ramas (barras grises) en los sitios AL y GU. Los valores son medias ± SE. Las barras muestran el número anual de radios medidos (ejes y derecho) con rellenos negros y grises correspondientes a los radios del tallo y de las ramas, respectivamente.
Serie de cambios de crecimiento positivos que muestran las liberaciones potenciales correspondientes a los aumentos bruscos de crecimiento y el número de árboles que muestran liberaciones moderadas (barras grises) y mayores (barras negras) (ejes y de la derecha).

Se observaron numerosos chopos cabeceros que mostraban caídas bruscas de crecimiento en los primeros años de la década de 1940. De hecho, el 48% de ellos mostraron reducciones bruscas de grosor de anillo en el año 1941. Otros picos menores de porcentaje de árboles con reducciones bruscas de crecimiento se dieron en 1967 (24% de los árboles) y 1994-1995 (25% de los árboles), relacionándose este último caso a un episodio de sequía severa que afectó al este del la península Ibérica.

Esta investigación demuestra la existencia de chopos cabeceros que superan los doscientos años de edad. No son la mayoría pero no deben de ser escasos en las riberas de la cordillera Ibérica. Por un lado, debe considerarse que en este estudio no fueron muestreados chopos de gran diámetro, ni de aspecto decrépito, ni con huecos en el tronco. Estos tres rasgos son propios de los árboles más longevos. Por otra parte, y de forma sorprendente, se ha encontrado que hay álamos negros trasmochos con valores de d.n.t. inferiores a los 100 cm y más de 200 años de longevidad. Uno y otro hecho hacen pensar que el número de chopos cabeceros bicentenarios debe ser notable y que los que superan los 300 años no deben ser raros.

Los chopos negros son, seguramente, los árboles de mayor tasa de crecimiento en climas templados. Se considera una especie colonizadora de crecimiento rápido. Según algunos autores esta especie puede alcanzar una longevidad de 250 años dándose casos de ejemplares con 300 años (White, 1993) aunque otros la amplían a los 400 años (Vanden, 2007).

La presencia de chopos cabeceros con una edad superior a los 200 años apunta a una presencia secular en los paisajes agrarios del sur de la cordillera Ibérica. Estos son los árboles más viejos encontrados pero no serán raros los que alcancen o se aproximen a los trescientos. Es decir, los chopos cabeceros son álamos negros que pueden alcanzar una longevidad excepcional.

Esto demuestra que el manejo de los árboles, al menos en el caso de Populus nigra, mediante el desmoche periódico prolonga su longevidad, tal como defienden especialistas como (Read, 2000; Mansion, 2010; Passola, 2013) a diferencia de las opiniones que suelen llegar desde algunos sectores de la Arboricultura que sostienen que la poda y en particular el desmoche acorta la vida del árbol.

Por otra parte, encontrar chopos cabeceros de más de 200 años no significa que este tipo de árboles no hayan estado presentes en las riberas de la cordillera Ibérica anteriormente. Estamos ante un paisaje agrario en el que la presencia de los chopos cabeceros se remonta en el tiempo, presentando una gran continuidad temporal. Estamos, pues, ante un paisaje histórico.

Los árboles trasmochos, y por tanto los chopos cabeceros, muestran dos características propias de los árboles viejos: abundante madera muerta y numerosas cavidades y grietas. Y lo hacen, incluso sin ser muy longevos por aparecer estos rasgos mucho antes que en los árboles bravíos y por llegar a hacerse mucho más viejos que estos si se mantiene el turno de desmoche, lo que ha venido ocurriendo durante varias centurias en Europa.

Los bosques viejos culturales y, entre ellos, las formaciones de árboles trasmochos, vienen cumpliendo, desde hace siglos y en amplias zonas de Europa, la función de sustitutos de los bosques viejos naturales conforme iban desapareciendo. Desde entonces predominan las grandes zonas abiertas (cultivos y pastizales) en cuyo seno aparecen diseminadas arboledas con viejos árboles trasmochos o con arboledas lineales, en el caso de los chopos cabeceros.

Los invertebrados propios de los bosques maduros europeos llevan recluyéndose desde hace unos cinco mil años en los cada vez más escasos reductos forestales con árboles viejos. Estas masas diseminadas en los agrosistemas europeos han funcionado como reservas naturales especialmente para los invertebrados desde hace varios milenios. El ser humano, sin saberlo, ha recreado hábitats valiosos e imprescindibles para diversas especies de invertebrados propias de los bosques viejos naturales (Schwendtner, 2011).

El presente estudio demuestra la continuidad temporal de las masas de chopos cabeceros. Estos han formado parte de los agroecosistemas de la cordillera Ibérica que se ha mantenido a lo largo de los siglos. Y complementa el interés de su continuidad espacial, por seguir los ejes de buena parte de los ríos de este territorio. Una y otra han ofrecido oportunidades para organismos propios de los bosques primigenios que encontraron en estos árboles trasmochos en hábitat del que dependen y que se perdió al intensificarse la acción antrópica.

Por otra parte, el análisis dendrológico de las series de crecimiento radial refleja, solo parcialmente, la historia del manejo de los árboles, no apreciándose la regularidad de los turnos de desmoche que sostienen los leñadores veteranos, tal vez debido a la presencia de otros factores que influyen en el crecimiento.

El estudio recuerda que el abandono del desmoche, junto con la disminución de caudal de algunos ríos de la cordillera Ibérica, contribuyen al declive y a la desaparición de muchas de las arboledas de chopo cabecero. Así mismo, comenta el valor ecológico de los mismos por la presencia de numerosos huecos y de abundante madera muerta, de la que dependen numerosas especies de insectos y de hongos. Igualmente, se pone de manifiesto el papel que desempeñan estos viejos chopos como reservorios excepcionales de genotipos antiguos situados cerca de su límite seco y meridional de la especie en Europa.

Concluye el trabajo la necesidad de reconocer los valores de los chopos trasmochos como sistemas agroforestales icónicos, antropogénicos y únicos, susceptibles de políticas de conservación sujetas a subvenciones públicas.

El colapso de muchos de estos chopos veteranos, algo evitable, representaría la antesala de la desaparición de un paisaje europeo histórico, modelado durante milenios, que se desvanece y puede llevarse consigo a muchas especies que dependen del hábitat que ofrecen para persisitir.

Esta investigación ha sido publicada el pasado mes de mayo en la revista Forest Ecology and Management

… pudiendo consultarse íntegramente al pulsar en este enlace.

Referencias:

Mansion, D. (2010). Les trognes, l’arbre paysan aux mille usages. Editions Ouest-France. Rennes. 144 p.

Passola, G. (2013). Los árboles viejos y la importancia de los árboles y bosques singulares. Conferencia magistral en IV Foro Nacional de Arboricultura y Dasonomía Urbana. Asociación Mexicana de Arboricultura. 

Read, H. (2000). Veteran Trees: A guide to good management. English Nature. Peterborough. 176 p.

Schwendtner, O. (2011). «Trasmochos y biodiversidad asociada». En Árboles trasmochos: tradición, gestión y conservación. Gipuzkoako Parketxeak. 46 p

Vanden, A. (2007). Guía Técnica para la conservación genética y uso del Chopo negro europeo (Populus nigra). Unidad de Recursos Forestales. CITA, Gobierno de Aragón.

White, J. (1993). «Black poplar: the most endangered native timber tree in Britain». The Forestry Authority. Reseach Information Note 239.