LAS AVES DE LOS PRADOS DE CEDRILLAS

UNA EXPERIENCIA EDUCATIVA EN PRIMARIA

La vegetación forestal de los montes de Cedrillas es notablemente variada pues es un reflejo de la variedad de ambientes que ofrece el medio físico de su amplio término municipal.

En las zonas más altas, como son la cabecera del río Mijares o el puerto de Cabigordo predominan los pinares, sobre todo de pino royo o albar (Pinus sylvestris) entre los que aparece el pino gargallo o negral (Pinus nigra) conforme se desciende en altitud. Suelen ser terrenos en los que aflora la roca caliza, la más resistente a la erosión y, por tanto, la que forma los relieves más vigorosos.

En la actualidad quedan buenas muestras de estos bosques pues los pinos han sido favorecidos por el ser humano debido al interés de su madera, aumentando durante las últimas décadas además su extensión y su madurez.

En algunas zonas de suelo arcilloso, aquellos con mayor capacidad para de retener agua, prosperarían los rebollares: los robledales de rebollo o quejigo (Quercus faginea), especialmente en las umbrías y en los fondos de valle. En el entorno de la carretera hacia El Castellar quedan buenos rodales de este roble en una partida que mantiene el topónimo El Rebollar.

También en zonas de altitud media pero sobre terrenos muy rocosos y en exposiciones en solana la carrasca o encina (Quercus ilex) es bastante común. Como el rebollo no tiene porte arbóreo sino que se encuentra formando un conjunto de ramas que nacen desde el suelo de una misma cepa. Es el resultado del aprovechamiento histórico como leña de sus tallos y el posterior rebrote.

La sabina albar (Juniperus thurifera) no forma bosques puros pero está presente, como ejemplares aislados o en pequeños grupos, acompañando a otras formaciones forestales. Tal vez en el pasado fuera más abundante según una hipótesis que propone que el nombre de Cedrillas aludiría al «cedro», nombre que en algunas zonas de España, aunque no aquí, recibe esta especie.

En el entorno del río Mijares y del resto de los arroyos, la presencia habitual de agua en el suelo permitiría el desarrollo de una vegetación de ribera formada por diversas especies de sargas y de chopos, plantas exigentes en humedad, con gran transpiración y con renovación completa y anual de su follaje.

Si pudiéramos ver los montes de Cedrillas antes de que el ser humano lo hubiera transformado, es decir, el paisaje natural, encontraríamos unos bosques que cubrirían completamente los montes, salvo en las zonas más altas y pedregosas. En muchos casos serían bosques mixtos formados por pinos royos y gargallos, rebollos, sabinas albares y carrascas, complementándose con los bosques de ribera en las proximidades de los ríos y arroyos.

Cuando en estos bosques el vendaval o peso de la nieve derribaba árboles o cuando la caída de un rayo provocaba un incendio, se formaban claros en el seno del bosque. Esos claros, más o menos extensos eran poblados primero por plantas herbáceas formándose prados, después por los arbustos creándose un matorral y, finalmente y tras varias décadas, volvería a poblarse de árboles retornando el bosque. Es la sucesión ecológica.

Los historiadores nos recuerdan el antiguo poblamiento humano de estos montes. Los bosques originales llevan siendo aprovechados desde hace muchos siglos para conseguir pastos y tierras de cultivo, con cierta intermitencia y una intensificación variable según la demografía, los avances tecnológicos y las circunstancias históricas y económicas. El resultado es el paisaje que encontramos en la actualidad y que el geógrafo Sergio Martín describió en los artículos «Sabiduría de la tierra I«, «Sabiduría de la tierra II» y «Sabiduría de la tierra III«.

Las transformaciones humanas favorecen a ciertas especies propias de las etapas pioneras y medias de la sucesión. Es decir, el ser humano, a partir de su actividad para aprovechamiento de los recursos crea unos ecosistemas dinámicos y en los que la perturbación es más o menos constante y más o menos intensa. Son agroecosistemas.

En los márgenes de los bancales podemos encontrar espinares formados por diversos arbustos, muchos de ellos espinosos, como la vizcodera, la galabardera, el agrillo, la mentironera, la endrinera y otras matas.

Ribazo entre bancales cercano al Molino de Arriba (Cedrillas)

En estos ambientes fronterizos, entre los prados, los cultivos y los matorrales, viven varias especies de aves. Son las aves que poblarían los claros en recuperación de los primitivos bosques perturbados. Involuntariamente, el ser humano, con su actividad, los ha favorecido al extender el hábitat que les resulta propicio, en detrimento de las aves estrictamente forestales.

Bancal inculto y ribazo poblado de espinos

Algunas especies de aves están presentes durante todo el año (sedentarias). Otras, en cambio, son migratorios y están presentes en alguna época del año faltando el resto (migratorias). Algunas de ellas, en primavera, acuden desde África para nidificar aprovechando la abundancia de insectos, un nutritivo alimento para sus crías (estivales). En otoño e invierno, pueden verse a otras especies procedentes de países del centro y norte de Europa que vienen se alimentan de los frutos de estos espinos (invernantes).

Para conocer los movimientos y otros muchos aspectos de la vida de las aves se utiliza la técnica del anillamiento o anillado. Consiste en colocar una anilla con un número y con una dirección a modo de remite. No hay dos ejemplares que puedan tener el mismo número, como las matrículas de los vehículos.

Por otra parte, el manejo de las aves permite observar el ave muy de cerca y reconocer sus características, siendo una eficaz herramienta de educación ambiental.

Por ello, este curso programamos una actividad educativa entre el Colegio de Cedrillas y el Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra para las niñas y niños de 5º y 6º de Primaria. Para ello contamos con Demetrio Vidal, biólogo y anillador científico que ya ha colaborado en otras actividades con colegios del Alto Alfambra, entre ellos el de Cedrillas.

La madrugada del 22 de junio montamos cinco redes japonesas en unos bancales no cultivados que tenían arbustos en sus ribazos situados cerca del río Mijares, aguas arriba de la antigua fábrica de harina (después, granja-escuela) y muy cerca a la carretera a Alcalá de la Selva.

En su entorno había algún huerto cultivado, el río, algunos árboles de ribera y pastizal salpicados de espinos y otras matas propias de ambientes secos.

Sobre las 9 y media de la mañana llegaron las niñas y niños del aula de 5º y 6º acompañados de sus profesores Marta y Luis. Demetrio, a la sombra de un gran árbol, comenzó a explicar la historia natural de las aves, poniendo el acento en la migración y en la reproducción …

… con la ayuda de mapas y guías de campo. Era el momento de comprender que hay muuuuchas especies de pájaros y buena parte de ellos son muuuuuuy parecidos. Hay que avanzar poco a poco y fijarse bien en los detalles. La cosa no es sencilla. Pero sí muy interesante.

Y en la técnica del anillamiento, como herramienta de estudio de las aves, por la posibilidad que ofrece para marcarlas y tomar datos en mano antes de liberarlas.

Cuando llegaron los alumnos ya había unos cuantos pájaros en las bolsas …

esperando ser identificados, registrados y marcados con anillas.

Los pájaros fueron saliendo de las bolsas. Se identificaba la especie, la edad y el sexo, estos dos datos solo cuando era posible, observando con detalle el plumaje y otros caracteres anatómicos y refrendándolos con la información de la guía de campo de aves. Este era fácil de reconocer, el petirrojo.

Este otro, el ruiseñor común, ya no era tan conocido.

Se tomaban datos de su masa corporal con ayuda de una balanza electrónica …

y el desarrollo de la musculatura en el pecho y la cantidad de grasa (reserva energética) acumulada. De esta tenían poca, se notaba que dedicaban la mayor parte del alimento a sus crías y que tampoco era momento de comenzar a migrar.

En algunos ejemplares observamos que no había plumas en el abdomen. Eran hembras que estaban en plena cría. La pérdida de plumas y el desarrollo de los vasos sanguíneos en esa parte del cuerpo permite trasmitir más fácilmente el calor de la madre mientras incuba a los huevos o a los pollicos en sus primeros días. Conforme avanza la temporada de cría, el abdomen recupera el plumaje.

Y todos estos datos eran recogidos en unas fichas para ser después enviados a los responsables del anillamiento en España. Hay que pensar que un pájaro anillado puede ser recogido en otro país.

En una de las redes cayeron cinco pollicos ya desarrollados de carbonero común (aquí conocidos como chichipanes) que eran hermanos nacidos en el mismo nido. Vamos que debían ser hermanos. Y también su madre, que acudiría a la red también al oírlos piar.

Luis grabó un bonito vídeo que se reproduce a velocidad lenta. Os gustará.

Después nos acercamos a las redes. Aún había un ruiseñor común en una de ellas.

En las cuatro horas que mantuvimos las redes abiertas se capturaron estos pájaros:

  • 5 currucas mosquiteras
  • 1 jilguero (cardelina)
  • 3 petirrojos
  • 1 zarcero políglota
  • 7 carboneros comunes (chichipán)
  • 2 ruiseñores comunes

En su mayor parte, eran especies propias de los matorrales (zarcero, curruca mosquitera, ruiseñor común) pero también había especies propias de bosque y matorral (petirrojo y carbonero común) e incluso de ambientes abiertos (jilguero o cardelina).

¡Fue una mañana fenomenal!