SABIDURÍA DE LA TIERRA (y III)

EVOLUCIÓN Y CAUSALIDAD DE LOS USOS ACTUALES DEL SUELO EN CEDRILLAS

6. Usos del suelo actuales.

Los factores históricos, cartográficos y fotográficos, analizados e interpretados en los anteriores (I y II), explican la distribución de usos del suelo actual del término municipal de Cedrillas, elemento clave en la definición del paisaje local. Se obtiene, como resultado, un mapa con los principales usos del suelo, de los cuales destacan en el espacio: forestal, matorral, pastizal y tierras arables.

Mapa de usos del suelo del TM de Cedrillas.

6.1. Tierras arables.

Tierras arables en el Bolaje

El término municipal de Cedrillas tiene una superficie de unos 73,57 km², de los cuales los campos de cultivo ocupan 21,18 km², o lo que es lo mismo, un 28,8% del total, posicionándose como el segundo uso más representativo. El desarrollo agrícola es, pues, relevante en el área de estudio, como demuestra la reorganización de bancales tras la Concentración de 1981 o las transformaciones agrícolas anteriores.

Las tierras de labranza se concentran, principalmente, en zonas llanas y deprimidas, donde los suelos son más fértiles y las parcelas más grandes y accesibles para la maquinaria. Destacan al Norte (Villallano), en el Centro (depresión de Cedrillas) y su prolongación hacia el Sudeste (valles de Valdespino y del Bolaje), y al Sur (Barrio Bajo). La homogeneidad de los campos se ve interrumpida por otros usos, que indican un accidente geográfico que impide su roturación por causas geológicas, orográficas, hidrológicas, vegetales o antrópicas.

6.2. Pastizal.

El suelo destinado a pastos para el ganado fue importante en el pasado, si bien en la actualidad solo ocupa 1,28 km², suponiendo un 1,74% de la superficie de Cedrillas. La presión agrícola y la práctica desaparición de la actividad ganadera extensiva han marginado este uso y solo quedan áreas residuales en las que se ha continuado manteniendo el pastoreo desde siglos atrás.

El abandono de garretos y su colonización natural han propiciado la regeneración de pastos en los que aparece diseminada vegetación mediterránea arbustiva y arbórea, que en muchos casos es aprovechada por los rebaños, manteniéndose en cierta medida un paisaje adehesado, mientras que, si no hay presión ganadera, las praderas terminan por desaparecer. Esto explica que el pastizal solo se represente, como uso oficial, en áreas predominantemente cubiertas de herbáceas con presencia continua de reses.

Pastizal en Los Arcos Viejos.

Normalmente, estos espacios se ubican próximos a las pocas masadas que todavía se conservan como cobijo de las reses, o en los que se han construido próximas nuevas explotaciones ganaderas, o aquellos que por otros motivos se conservan sus condiciones edáficas y ecológicas. Destacan Valdelagua, La Mesta, El Cerro, Los Cerretillos, Valdespino, El Aguanaj, Majada Chilín, Los Arcos Viejos o Las Cañadas.

6.3. Matorral.

El terreno que no ha sido destinado a la agricultura ni para la ganadería se denomina suelo forestal o monte. De este se diferencian dos grandes grupos: será matorral el espacio en el que predominen especies no leñosas, mientras que el forestal será el área en el que la masa arbórea tenga una densidad suficiente.

El matorral ocupa algo más de la mitad del término municipal (40 km² o un 54,37%), extendiéndose por relieves abruptos y suelos improductivos. Mientras que las tierras de labor se han expandido en las zonas deprimidas, el matorral lo ha hecho en cumbres y laderas, colonizando antiguos garretos, abandonados por su poca atracción para la agricultura moderna. Algunos individuos o grupos de árboles se desarrollan diseminados, normalmente en barrancos y cursos de agua.

Páramo de La Casilla en la Sierra Alta.

Las especies más comunes de matorral son el guillomo (Amelanchier ovalis), común en las laderas de la Sierra del Pobo, el enebro (Juniperus communis), el espino (Crataegus monogyna), rosales (Rosa canina), zarzas (Rubus ulmifolius) o agrillos (Berberis hispanica). La chaparra (Juniperus sabina) predomina en las cumbres y páramos más elevados. En suelos más degradados y pedregosos crecen otras especies menores como el tomillo (Thymus vulgaris), la ajedrea (Satureja intricata), el erizón (Erinacea anthyllis), la aliaga (Genista scorpius) o el gamón (Asphodelus cerasifer).

Su predominio se extiende a lo largo de las Sierras del Pobo y Gúdar, y en menor medida, en colinas más aisladas próximas al núcleo de población, como en las Tres Cruces, las Aceras o Los Aliagares. Su desarrollo da testimonio de la sobreexplotación del suelo llevada a cabo en el pasado, y la consecuente degradación del suelo. No obstante, la presión antrópica sobre estos terrenos es cada vez menor y la variedad de especies botánicas y animales es creciente.

6.4. Forestal.

El bosque complementa al matorral y ocupa alrededor de 10,5 km², o un 14,27%. Se trata de ciertas áreas en las que la masa arbórea se ha desarrollado densamente y predomina sobre el matorral y las herbáceas. La especie preeminente es el pino albar (Pinus sylvestris), el cual se desarrolla en el Chaparral y sus estribaciones, y también en manchas diseminadas al Suroeste del área de estudio.

Otras especies forman pequeños bosques en determinados puntos de la localidad, como el rebollo (Quercus faginea), la carrasca (Quercus rotundifolia) o la sabina (Juniperus thurifera), en zonas de ladera, de menor altitud, y de solana, pues son menos resistentes que el pino albar a las adversidades climatológicas. La expansión del bosque da constancia de su importancia ecológica, medioambiental, paisajística y socioeconómica.

Bosque de rebollo en el Barrio Bajo.

7. Conclusiones.

La investigación sobre un tema en concreto siempre es incierta. Uno sabe dónde empieza, pero nunca dónde terminará. Los resultados pueden ser esperados, exitosos, decepcionantes o inesperados. Uno empieza a escribir sin pensar en unas consecuencias precisas. Este proyecto partió de la investigación acerca del origen de las laderas aterrazadas bajo los pinares de Cedrillas. Quizá era llamativo el hecho de que poco o nada se hubiera escrito, leído o escuchado acerca de ello, siendo un paisaje muy apreciado en la localidad.

Tras indagar en distintas fuentes se planteó una cuestión esencial, que residía en el hecho de que esas terrazas forestales no podían ser analizadas sin tener en cuenta el resto de terrazas del municipio, las cuales, además, debían complementarse con el terreno no aterrazado. Por tanto, surgió un nuevo enfoque relacionado con la evolución de los usos del suelo en Cedrillas. Un tema más global abre la posibilidad a más fuentes, más información, más tiempo, pero también es necesario seleccionar lo que es valioso y útil y desechar otros materiales.

El análisis de los usos del suelo necesitaba de herramientas cartográficas, además de las fuentes históricas. El uso de SIG de manera simplificada ha podido explicar las causas naturales de la distribución y evolución del paisaje, mientras que la historia extraída de otros ensayos y de vecinos de la localidad ha aportado las causas humanas, quizá más incidentes sobre el territorio que el medio físico. Finalmente, los mapas e imágenes resultantes pueden dar una idea visual y más cercana de los cambios provocados en Cedrillas.

El resultado del estudio es un paisaje organizado a través de los usos del suelo y determinado, en primer lugar, por los elementos naturales, y en segundo lugar y mayor medida, por las actividades económicas, principalmente primarias, las cuales proceden de una larga tradición que ha ido evolucionando en función de los avances tecnológicos, políticos, económicos, demográficos, sociales, culturales y ambientales.

El término municipal de Cedrillas puede definirse como un paisaje de alta montaña mediterránea encajado en la cordillera Ibérica y organizado en torno al río Mijares y sus afluentes. Los procesos erosivos del Cuaternario, el cambio climático, la intensa actividad ganadera de la Edad Media y posteriormente agrícola (tradicional/moderna), han moldeado este territorio y le han dado su carácter propio. Los valles, amplios y poco profundos, son aprovechados por la agricultura de secano, mientras que las montañas han sido ocupadas de forma natural por la vegetación mediterránea donde el suelo lo permite.

La orografía abrupta y la dureza climática de estos páramos han condicionado el hábitat de los que las pueblan, manteniéndose la condición de espacio rural con el paso del tiempo, aún con el avance imparable de la globalización. Las políticas regionales y locales y las iniciativas de sus habitantes hacen el resto, para construir un paisaje en el que se promueve la esencia rural, el desarrollo local y la puesta en valor de los recursos naturales de manera sostenible.

Bosque de pina albar en el Bolajuelo.

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SERGIO MARTÍN FUERTES