REGADÍOS HISTÓRICOS DEL ALFAMBRA ENTRE ALLEPUZ Y AGUILAR

El río Alfambra contaba tradicionalmente con regadíos de azud y acequia desde el valle de Motorrita, ya en la cabecera del río, al pie del pico Peñarroya. El primero de los azudes era el de la Acequia Alta de la Pedrera, a una altitud cercana a los 1.700 metros, lo que lo convierte sin duda en uno de los regadíos históricos con aguas de origen fluvial más altos de España.
Hasta la confluencia con el río de Sollavientos, en Allepuz, los sistemas de regadío eran de dimensiones minúsculas: azudes poco consistentes, acequias de pocos centenares de metros y una superficie regada que pocas veces superaba una hectárea. En total se han contabilizado veinticinco pequeños sistemas que se sucedían sin discontinuidad entre Motorrita y Allepuz, salvo en el estrecho del Alfambra, aguas arriba de los Caños de Gúdar.

Acequia en el barranco de las Umbrías de Gúdar

A partir del puente de Carrateruel (A-226) cambiaba radicalmente este panorama, y se pasaba a sistemas de dimensiones mucho mayores. En total se localizan seis sistemas de regadío, con azudes resistentes —casi siempre de mampostería y argamasa—, acequias con longitudes superiores a los dos o tres kilómetros, superficies de regadío mucho mayores y molinos al final del sistema.

En Allepuz, Jorcas y Ababuj, estos sistemas eran los siguientes:
a) Acequia del Molino de Caudé (Allepuz y Jorcas), con el azud situado unos 100 metros aguas abajo del puente de Carrateruel. Riega unas 30 hectáreas a la derecha del río, hasta el molino de Caudé, con una acequia de 3,7 kilómetros. Tras hacer funcionar el Molino, las aguas sobrantes vertían a la siguiente acequia.

Acequia del Molino de Caudé (Allepuz)

b) Acequia del Molino de Jorcas (Allepuz y Jorcas), con azud aguas arriba del Molino de Caudé y una acequia de unos 2,7 kilómetros, hasta el Molino de Jorcas. Las aguas sobrantes seguían discurriendo por la margen derecha del río mediante las acequias ya no funcionales de La Dehesa y de Las Suertes.

c) Acequia del Molino de Ababuj (Ababuj y Jorcas), tampoco funcional hoy en día. El azud está situado unos 100 metros aguas abajo del Molino de Jorcas y la acequia, que sigue la margen izquierda del río —con una longitud de 3,1 kilómetros— llevaba el agua hasta el Molino de Ababuj.

En estos tres grandes sistemas se repetía el mismo esquema de azud, acequia madre única y molino al final del trayecto, salvo en el de Jorcas, en que las aguas sobrantes tras la molienda seguían circulando y regando durante unos 3 kilómetros más. El sistema de Caudé solía tener el agua garantizada casi siempre, pues era la primera toma tras la confluencia de los ríos Alfambra y Sollavientos. A partir de allí, la falta de aportes laterales hacía que el agua fuese cada vez más escasa, de modo que ya en Jorcas se sufría en los años secos.

Azud del molino de Caudé (Allepuz)

En esta línea, en su origen, los tres sistemas de Aguilar del Alfambra estaban condicionados por esta penuria de agua en años de sequía, al situarse al final de este gran sector de regadío histórico y dado el escaso aporte del río Seco de Ababuj.

Además, como el valle se amplia, se daba la paradoja de que era a la vez el tramo con mayor espacio potencialmente regable y con menores recursos hídricos. Otra diferencia era que los sistemas de regadío de Aguilar no se disponían de modo lineal, con una única y larga acequia, sino que se situaban en dos niveles: una acequia alta, la del sistema del Molinar, y dos bajas, la del Sargal y la del Molino Viejo, o Remolinar.

a) La acequia del Molinar (Jorcas, Ababuj y Aguilar), todavía funcional, tomaba el agua de un azud situado en las cercanías del molino de Ababuj, todavía en término de Jorcas, en un punto que le permitía recoger los sobrantes del sistema del Molino de Ababuj. Constaba de una rampa y dos escalones, y estaba construido con lajas de piedra colocadas en vertical y unidas con argamasa.
La acequia seguía la disposición lineal y única de los tres sistemas anteriores y regaba 42 hectáreas a lo largo de unos 3,8 kilómetros. Al final del sistema se encontraba el molino-serrería de Aguilar y acababa vertiendo los sobrantes en el Barranco de las Cuerdas. Podemos considerarlo como el cuarto y último de los grandes sistemas lineales del tramo del Alfambra entre Allepuz y Aguilar, pero tiene dos elementos que lo hacen diferente.

Azud de la Acequia del Molinar (Ababuj y Jorcas)

Uno de ellos es la balsa del Molinar, situada al principio del sistema. Su función principal era la de embalsar agua para poder regar con cierto caudal en momentos en que bajaba muy poca agua por la acequia. El otro elemento propio es que al final del sistema, es decir, allí donde el agua fluvial del Alfambra está menos asegurada, se sumaban los sobrantes del agua del pueblo. Entre estos aportes de manantial y el elemento acumulador de la balsa del Molinar se optimizaba el regadío en un punto estratégico: al pie del pueblo y justo donde el agua estaba menos garantizada en todo este largo tramo.

Balsa del Molinar (Aguilar del Alfambra)

La posibilidad de tener unas huertas cerca de las casas merecía sin duda esta complejidad del sistema de regadío, que es única en todo el valle. El valor de estas estratégicas huertas queda realzado por los muros de delimitación y las puertas de entrada, creando un paisaje de un gran valor patrimonial.

Huertos de Aguilar del Alfambra

b) La Acequia del Sargal (Aguilar) tomaba las aguas de un azud situado a pocos cientos de metros de la confluencia entre el Río Seco de Ababuj y el Alfambra. La acequia discurría unos 650 metros también por la margen derecha del río, como la del Molinar. Llegaba hasta un partidor denominado «Agujero del Sargal», donde arrancaba el Brazal de Arriba y el Brazal de Abajo. En total regaba unas 15 hectáreas, dos hasta el partidor, ocho del brazal superior y cinco del inferior. Los dos brazales abocaban los sobrantes al Alfambra, en las cercanías del puente de la carretera de Ababuj

Acequia de Aguilar del Alfambra

La función de este sistema era doble, por una parte permitía aprovechar las escasas e inseguras aguas del Río Seco, que de otro modo se desaprovecharían. La inexistencia de balsas de acumulación indica que se contaba con que el agua no estuviera garantizada, y que muchos años las huertas se convertirían en secano. La otra función era aliviar la presión sobre el agua del sistema del Molinar, ya que se alumbraban unas partidas que hubiesen podido regarse también desde este sistema. Si se hubiese apostado por regar la margen izquierda con la acequia del Sargal y la derecha con la del Molinar, el agua para las huertas al pie del pueblo y para el Molino, todavía hubiese sido más insegura en años secos.

c) La Acequia del Molino Viejo o del Remolinar (Aguilar), se iniciaba en el azud homónimo, hoy desaparecido, situado unos 200 metros aguas arriba de la confluencia con el Barranco de las Cuerdas, pero aguas abajo de la confluencia con el barranco que rodea la Muela. La acequia, de unos 1.600 metros de longitud, discurría muy cerca del río, casi sin espacio para el regadío. El caudal era muy escaso, reducido prácticamente a los sobrantes de los sistemas y a las escasísimas aportaciones de este último barranco, y se destinaba fundamentalmente al abastecimiento del molino-serrería y balsa del Remolinar, o Viejo. Aún así alumbraba unas 0,4 hectáreas de huerta. Los sobrantes se cedían al Alfambra justo antes del Estrecho.

Ruinas del Molino Viejo de Aguilar del Alfambra

El diseño del conjunto de los sistemas de regadío del Alfambra entre Allepuz y Aguilar se revela como una sabia manera de aprovechar un escaso y preciado recurso, el agua, en una sociedad tradicional:

  1. Los cuatro municipios se beneficiaban, tanto en regadío como en molienda.
  2. Cada pueblo venía a tener un sistema, o al menos su parte final con el molino.
  3. No se regaban, salvo excepciones, ambas márgenes, sino sólo una de ellas, ya que intensificar el uso en la parte alta iba en detrimento de los pueblos más bajos.
  4. Aún así, el gran sistema de Aguilar necesitaba de elementos complementarios que atenuasen la precariedad hídrica, que es máxima al hallarse al final del conjunto.
  5. Las aguas eran reutilizadas varias veces, pues los azudes tendían a situarse al pie de los molinos.
  6. Y además, en Aguilar, los dos pequeños sistemas complementarios del Sargal y del Molino Viejo, conseguían aprovechar hasta la última gota de agua.

En definitiva, los regadíos históricos del Alto Alfambra constituían una sabia ordenación del territorio fruto de un profundo conocimiento del medio natural.

Alejandro J. Pérez Cueva
Universidad de Valencia