SABIDURÍA DE LA TIERRA (II)
EVOLUCIÓN Y CAUSALIDAD DE LOS USOS ACTUALES DEL SUELO EN CEDRILLAS
4. Análisis cartográfico de los usos del suelo de Cedrillas.
Los aspectos geográficos se complementan con los históricos para definir un territorio, un paisaje. Los elementos naturales determinan las decisiones sociales, aunque los avances tecnológicos faciliten la modificación del medio ambiente. La cartografía puede dar una visión más clara de las interpretaciones paisajísticas y de la distribución de los usos del suelo. Este estudio se ha centrado en tres elementos geográficos para explicar las causas naturales de la configuración paisajística de Cedrillas: la altitud, la pendiente y la orientación.
4.1. Altitud.
Cedrillas tiene una altitud media de unos 1.400 m.s.n.m.[1] Las zonas más bajas coinciden con la vega del río Mijares, que dibuja una curva desde el Sudeste, pasando por el centro, girando hacia el Suroeste del término. También el sector norte podría considerarse como zona baja, tratándose de la depresión del Pobo. Las zonas más altas se localizan en el sector Oeste, coincidiendo con la Sierra del Pobo, y el borde Sudeste, primeras estribaciones de la sierra de Gúdar. Con estas características, y un clima mediterráneo continentalizado con transición a clima de montaña, todo el sector central, de Norte a Sur, tendrá aprovechamiento agrícola, predominantemente de cereal, mientras que las zonas más altas se consideran improductivas para el cultivo, y cubiertas por vegetación mediterránea.
4.2. Pendiente.
La inclinación del suelo es un factor fundamental en la distribución de los usos, la cual depende de las variaciones de altitud, así como de la geología y de los agentes erosivos internos y externos. Una vez se conoce la altitud, y observando el mapa de pendiente de Cedrillas, pueden establecerse tres grupos. Las zonas más llanas se localizan, en primer lugar, en buena parte de las tierras bajas, sobre todo, al Norte (depresión del Pobo), también en la vega del Mijares; en segundo lugar, en las zonas más altas, por lo que se puede deducir que son montañas relativamente llanas en la cúspide. Las áreas con mayor pendiente bordean la parte alta de estas sierras, por lo que se concluye que estas montañas llanas tienen laderas muy inclinadas, predominando escarpes rocosos calcáreos. Las superficies de pendiente media se distribuyen a continuación de los escarpes, suavizando, así, paulatinamente las laderas hacia las zonas bajas; y también aparecen por el centro de la depresión, deduciendo que se trata de montañas onduladas y poco elevadas que interrumpen la horizontalidad de la vega del río.
La erosión producida por la gelifracción[2] y la escorrentía durante el Cuaternario ha actuado con mayor incidencia en las zonas altas, mientras que el agua y la gravedad han transportado las capas edáficas superficiales, más arenosas y fértiles por laderas y barrancos hacia zonas inferiores, depositándose a medida que la pendiente va reduciéndose. La deforestación de algunos bosques durante la Edad Media aceleró el arrastre de los horizontes superficiales, aflorando así el estrato rocoso en las cumbres y acumulándose los detritos en piedemontes y vegas fluviales.
No obstante, el sistema de terrazas llevado a cabo en algunas laderas de pendiente media en los últimos siglos ha podido ralentizar los procesos erosivos, pues los escalonamientos favorecen la acumulación de sedimentos e impiden el arrastre por gravedad o escorrentía. Por otro lado, las laderas más pronunciadas y con escarpes de las zonas elevadas siguen siendo erosionadas.
Como resultado de los procesos anteriores, las zonas llanas y bajas constarán de cultivos y suelos más profundos; las medias, de piedemontes transformados en terrazas húmedas mixtas (agrícola-forestal); y los escarpes y zonas llanas y altas, de vegetación natural adaptada a suelos poco profundos, o afloramientos rocosos.
4.3. Orientación y clima.
La exposición del terreno a elementos climatológicos como el Sol, el viento, la presión, las masas de aire o los frentes también condiciona el paisaje. En primer lugar, el factor latitudinal provoca que las laderas de orientación Norte (umbría) sean más húmedas, mientras que las de orientación Sur (solana) suelen ser las más secas. Es de esperar que las primeras tengan vegetación más densa si el suelo es fértil, y probablemente, se hayan destinado a pastos en el pasado, incluso haya continuado ese uso hasta el presente, dejando otras exposiciones para labranza. Las orientaciones Norte y Sur predominan en la mitad meridional del término de Cedrillas, coincidiendo con las estribaciones de la sierra de Gúdar, de dirección NO-SE[3]. Además de pastizal, en las laderas Norte también se ha expandido el pino albar, mientras que las laderas Sur no aradas son propensas a las formaciones boscosas de carrasca (Quercus rotundifolia), rebollo (Quercus faginea) y sabina (Juniperus thurifera).
En segundo lugar, la situación geográfica de Cedrillas, en el sector Suroriental del Sistema Ibérico, próximo al litoral mediterráneo levantino y al valle del Ebro, genera varios fenómenos climáticos característicos: 1-el predominio de viento seco y frío del Norte (cierzo), que puede soplar con fuerza, afecta al crecimiento de la vegetación y no suele llevar asociadas precipitaciones; 2-el efecto de barrera orográfica (efecto foehn) del Sistema Ibérico contra los frentes y borrascas procedentes del Oeste también provoca la falta de humedad al llegar las masas de aire a estas tierras; 3-la generación de depresiones aisladas en niveles altos de la atmósfera (gota fría) en el mar Mediterráneo produce fuertes precipitaciones de dirección Este. En consecuencia, las laderas de orientación Oeste suelen ser más secas que las de Este, predominando esta última en el extremo occidental, la Sierra del Pobo, la cual se puede considerar relativamente más húmeda que las de exposición Oeste, las cuales no tienen una ubicación precisa en la zona de estudio. Además, la masa arbórea predominará en zonas más cobijadas de la meteorología adversa, es decir, en barrancos, laderas y fondos de valle.
Tercero, el calentamiento del suelo de alta montaña en época estival genera lluvias convectivas (tormentas de verano), las cuales son muy frecuentes en Cedrillas debido a su relieve dispuesto de forma perimetral, formando una cuenca relativamente cerrada en su interior. Las altas cumbres pueden retener y ralentizar el movimiento de las tormentas, normalmente en dirección SO-NE, por lo que este fenómeno suele producirse en muchos de los valles y montañas de la Sierra de Gúdar, con dirección predominante NO-SE. Son entonces, las laderas de exposición Sur y Oeste las que reciben las precipitaciones, que en estos casos son fuertes y rápidas, lo que impide la infiltración y favorece la escorrentía superficial, la erosión y la imposibilidad de regeneración natural arbórea.
5. Análisis fotográfico de los usos del suelo de Cedrillas.
Un método eficaz para investigar acerca de los cambios paisajísticos y el origen de las características de un territorio se basa en la comparación de fotografías de una misma zona separadas en el tiempo. De esta manera, se pueden interpretar los cambios que se han producido en los usos del suelo, investigar las causas naturales o antrópicas que han producido el cambio y prever las consecuencias futuras.
Este estudio ha utilizado fotografías aéreas recientes del término de Cedrillas, tomadas en 2006, y las ha comparado con las realizadas por el ejército americano en 1956 (vuelo americano).
Estas dos fotografías muestran, a grandes rasgos, las diferencias en la superficie del área de estudio, aunque dada la escala y la inferior calidad de la imagen del vuelo americano, es difícil encontrar cambios significativos respecto a los usos del suelo. Para ello, se ha reducido la escala y se han tomado varias muestras de áreas concretas que representan los diferentes ambientes y los cambios más importantes en el territorio, atribuidos a los factores históricos y naturales desarrollados en puntos anteriores.
5.1. Pinar en ladera aterrazada.
Una primera modificación reconocible, en el periodo de 50 años transcurridos entre ambas imágenes, es el aumento de la masa arbórea, destacando el pino albar (pinus sylvestris) como especie boscosa más extendida en el área de estudio, concentrada al Sur y Sudeste. Este sector de las estribaciones de la Sierra de Gúdar se conoce localmente como la Loma del Sebo, plataforma de prolongación de otra conocida como El Chaparral, al Este, de mayor superficie. La ladera oriental se denomina El Tajo; al Norte, la Umbría la Buja y del Cuarto o de La Venta; mientras que la ladera occidental es llamada El Morrón.
Si bien a mitad de siglo XX todavía se llevaba a cabo la roturación de laderas inclinadas y alejadas de Cedrillas, ya se reconoce un avance natural de la superficie forestal por el abandono agrícola, procedente de pinares más orientales de la Sierra de Gúdar en la que el bosque ha permanecido durante siglos, al no producirse el movimiento roturador debido, seguramente, a lo accidentado del relieve, a la altitud, o al mantenimiento de la actividad ganadera sobre la agrícola.
Es el caso del extremo Oeste del TM de Cedrillas, donde se ubica el entorno del nacimiento del río Mijares, el cual, ya estaba forestado en el siglo XX, aunque sí puede reconocerse el aterrazamiento de la ladera, pudiendo remontarse a siglos anteriores a la fiebre roturadora. Vecinos de la localidad constatan que a mediados del siglo pasado se realizó una limpieza forestal en la zona del merendero, extrayendo árboles muy longevos, que confirman la pervivencia de estos montes. Este fenómeno de colonización natural del pinar ha continuado hasta la actualidad, favorecido por la transformación de suelo agrícola a forestal de los garretos, así como por otras políticas forestales y medioambientales.
Tanto la cumbre aplanada como las laderas han sido claramente ocupadas, o repobladas, de forma natural, por el pino albar y otras especies de menor talla (chaparra, enebro, espino, zarza, etc.). La menor densidad arbórea de la cumbre se explica por la existencia de suelos poco profundos, pedregosos y en los que aflora la roca madre, y también por las condiciones climáticas más adversas (viento, nieve). Opuestamente, las laderas, sobre todo de orientación Norte y Este, tienen desarrollado un extenso manto boscoso, debido, a la profundidad del suelo asegurada por las terrazas, y por las ventajas climáticas (sombra, humedad, cobijo del viento).
El desarrollo de la superficie de pinar se ha producido en otras laderas, sobre todo de umbría, como en las de Valdespino (carretera de Alcalá), en el sector del Chaparral; o en el Carbonero y la Chulilla, en el extremo sudoccidental del área de estudio. Se trata, en general, de superficies de ladera inclina, poco accesibles y de pequeñas dimensiones, características que impiden la actividad agrícola moderna.
5.2. Matorral en ladera aterrazada.
El relevo forestal también está presente en las estribaciones de la Sierra del Pobo. Sin embargo, el resultado es muy diferente al de los relieves del Chaparral, pues la repoblación boscosa natural apenas se ha producido. Este sector se localiza en la parte meridional de la sierra, lugar donde el río Mijares la bordea encajándose en los estratos calcáreos. Localmente coincide con el entorno de la ermita de Santa Quiteria, el cual engloba varias partidas: Mas de Carlos, El Cerro, La Talayuela y La Rompida.
Analizando la imagen de 1956, las cumbres se ubican en el margen occidental en dirección Norte-Sur, pobladas de matorral de alta montaña y desprovistas de vegetación arbórea y de suelo profundo, pues la intensa erosión ha resaltado el estrato rocoso. A continuación, predominan laderas explotadas intensamente por el sistema de terrazas o garretos, perpendiculares a la pendiente, mientras que en zonas más llanas los bancales tienden a agrandarse y a regularizarse. Las tierras de labranza escalonadas todavía eran importantes en este sector, aunque las terrazas más elevadas ya hayan sido abandonadas y, en este caso, el matorral de la cumbre haya comenzado a avanzar ladera abajo.
En la fotografía moderna, los garretos de las laderas inclinadas han sido sustituidos por el uso forestal de matorral y herbáceas. Otros bancales de zonas más bajas pudieron sobrevivir fusionándose tras la Concentración de 1981. Mientras que el abandono agrícola sigue las mismas pautas que en el sector anterior, llama la atención el escaso desarrollo de pinar, que, además de las condiciones climáticas adversas en zonas altas, puede deberse de manera singular a la intensa sobreexplotación vegetal de la ganadería ovina extensiva por esta sierra llevada a cabo durante siglos, que impide la supervivencia de la planta y su proliferación.
El resultado es un paisaje de páramos o estepa de alta montaña en estas cumbres aplanadas, mientras que el matorral y los pastos han ocupado las laderas aterrazadas en su descenso hacia el río Mijares, con suelos relativamente profundos, húmedos y fértiles, de orientación Este.
5.3. Sistema agrario reorganizado.
Las zonas llanas apenas han experimentado cambios en los usos del suelo en los últimos 60 años, pues tanto en el siglo XX como en el XXI predominan las tierras agrícolas. Si bien siglos atrás gran parte de estas áreas se destinaron a pastizales para el ganado, tras el auge roturador comenzado en el siglo XVIII proliferaron parcelas de cereal de secano, principalmente cebada, trigo o centeno, donde el suelo así lo propiciaba.
No obstante, las fotografías reflejan un contraste en relación a las dimensiones y la configuración del sistema parcelario. El sector que se ha tomado como muestra de este estudio se ubica en la zona septentrional de Cedrillas, una llanura elevada sobre los 1.400 metros de altitud que coincide con el extremo Sur de la denominada Depresión del Pobo. En la localidad se conoce a esta zona como Villallano, y agrupa otras partidas como la Majada Blanca, La Mesta o la Loma Gorda.
La primera característica que llama la atención en el paisaje agrario de los años 50 es la regularidad del parcelario, formándose un mosaico de pequeños polígonos rectilíneos de diferentes dimensiones y formas de siembra, reflejado en sus distintas tonalidades. El factor relieve explica la organización de los bancales en polígonos regulares, solo interrumpida por accidentes geográficos como ramblas o cerros aislados. La red de caminos agrícolas funciona de arterias que articulan los campos y los conectan con Cedrillas, al Sur, y El Pobo, al Norte. Las edificaciones y pequeñas construcciones (masadas, majadas, casetos y fuentes) completan el paisaje, muy importantes en siglos pasados en estas áreas alejadas del núcleo de población, ya que servían de hábitat próximo a las explotaciones, de control de las mismas contra amenazas, de almacén o de asistencia ante cualquier necesidad.
La segunda característica se centra en las pequeñas dimensiones de las parcelas, como consecuencia de la multitud de agricultores en aquella época, los cuales tenían sus propiedades dispersas por el término. Una de las principales causas de esta proliferación radica en la continua fragmentación de las explotaciones debido a la sucesión hereditaria. Esto es, cuando un propietario fallece, sus dominios se reparten entre sus hijos, y así en línea descendente.
La ortofoto actual denota una serie de modificaciones generales extrapolables a todo el paisaje agrario local, como consecuencia de la Concentración Agrícola de 1980-81. La reorganización de propiedades supuso la ampliación de las parcelas y mejoras en la regularidad de los límites, sin perjuicio de los accidentes geográficos y construcciones previos. Se desarrollaron, también, una nueva red de caminos agrícolas acorde a las nuevas necesidades; y un sistema de acequias más eficaz para un área cuyas características orográficas dificultan el drenaje.
Un cambio que quizá no es visible a vista de pájaro hace referencia al sistema de cultivo de la tierra. Hasta el siglo pasado los ciclos eran más largos, se dejaba la tierra más tiempo y los ritmos eran más lentos. En muchas ocasiones, no se labraba la tierra hasta junio para que el ganado pudiera alimentarse durante la primavera. Sin embargo, la práctica extinción del ganado extensivo, el cambio climático, la mecanización, y la introducción de otras variedades de cultivo (girasol, soja, guisante, carrasca) han acelerado su intensificación, con ritmos más rápidos y ciclos normalmente anuales, si bien el barbecho suele seguir practicándose para no esterilizar estos páramos y vegas.
5.4. Pastos y masadas.
La superficie destinada a pastos para el ganado quedó muy reducida a partir del siglo XIX, sustituyéndose por el cultivo de cereal. No obstante, el profundo arraigo de la actividad ganadera extensiva propició que continuara practicándose, sobre todo, en las masadas diseminadas por el término de Cedrillas, por lo que parte de sus dominios siguieron siendo ocupando por pastizales, mientras que el resto se dejaba para el cereal o el uso forestal.
En Cedrillas se contabilizan unas 40 masadas, además de majadas y casetos, que constatan la importancia de la agricultura y la ganadería como modo de subsistencia en una sociedad rural en simbiosis con el medio natural. Mantenían intensas relaciones con el núcleo de población, así como con las masadas más próximas entre sí, normalmente agrupadas en los distintos valles que articulan el término municipal de Cedrillas.
El sector a analizar coincide con uno de estos valles, el del Barranco de la Hoz, también llamado Valdespino, el cual se ubica en el extremo Este del área de estudio, limitando al norte con el término de Monteagudo y al Este con Alcalá de la Selva. Se trata de un valle elevado y flanqueado al Norte y Sur por estribaciones de la Sierra de Gúdar, de dirección NO-SE y que se va cerrando río arriba, lo que propicia unas buenas condiciones de humedad para el desarrollo de pastos. Se incluyen, además, las masadas del valle del Mijares, al Sur, y limitado con Valdespino por la Loma de Las Vacas. Las masadas incluidas en este sector son, de Oeste a Este: La Mesta, Casa Sánchez, El Aguanaj, El Cabezo, Casa García, La Tejería, La Sabina y La Ermita.
La imagen de 1956 muestra una heterogeneidad de usos en este sector. Las zonas llanas de vega, cumbres aplanadas y algunas laderas, sobre todo de orientación Sur, se destinan al secano, aunque se combinado con el pasto; este último predomina en los cerros y áreas próximas a masadas; mientras el resto de laderas, sobre todo umbrías, han sido colonizadas por el pino.
A pesar de este descenso en pastizal, la ganadería continuó siendo importante en la economía local. A mediados del siglo XX había en Cedrillas una media de 12 a 13 mil ovejas, repartidas en pequeños atajos de 200 por pastor, los cuales solían contar también con 2 o 3 vacas. El que tenía atajo más grande tenía que irse a hacer la trashumancia al Reino, sobre todo las masadas, puesto que ya no se contaba con alimento forrajero suficiente, debido a la reducción del pastizal. Además, muchos niños no iban a escuela porque tenían que “guardar las ovejas” o vivían en masadas alejadas del municipio en donde el trabajo ganadero y agrícola duraba de sol a sol.
El ganado vacuno fue, junto con el ovino, importante en Cedrillas, y el primero superó al segundo cuando llegaron las vacas lecheras. La localidad se convirtió en la tercera en producción de leche de la provincia, después de Cella y Villarquemado, con más de 3.000 litros diarios. Mientras, en las masadas el ganado extensivo era heterogéneo, pues contaban tanto con vacas de leche y de carne, como de ovejas y otros animales.
El territorio ocupado por pastizal en la actualidad ha sufrido una notable modificación, debido también a la Concentración Agrícola. Por un lado, ha descendido notablemente y ha sido transformado en campos de cultivo o por bosque de pinar y rebollo, como resultado de la práctica desaparición de la ganadería extensiva, la cual se mantiene de forma residual, curiosamente, en este sector casi en su totalidad. Es por ello que los pastos todavía proliferan junto a las masadas que cuentan con explotaciones ganaderas, y que mantienen este uso contra la regeneración natural del bosque mediterráneo o la transformación de la tierra en bancales de cereal, fenómenos que sí han ocurrido en otras muchas áreas. Por otro lado, algunos bancales de cereal han sido transformados en pastos por sus buenas condiciones edáficas, así como también lo han hecho, de forma natural, garretos abandonados, volviendo a su uso tradicional, antes de la expansión roturadora.
El ganado se alimenta de la hierba de las praderas, pero también cumple una función de fertilización y oxigenación del suelo. Además, realiza una importante labor en la limpieza del bosque mediante la reducción de biomasa, ayudando así al descenso de incendios o plagas y, por tanto, al crecimiento arbóreo.
(Continuará)
Sergio Martín Fuertes