DIFUNDIR EL PATRIMONIO HIDRÁULICO

PANELES SOBRE EL MOLINO DE BARBERÁN Y LOS REGADÍOS HISTORICOS

El agua es esencial para la vida. Y, por tanto, para las personas. La necesidad hídrica en las sociedades humanas es alta, incluso en el pasado, tiempos de mayor austeridad que los actuales. El agua es precisa para beber y para preparar los alimentos. Es necesaria para la higiene personal y el lavado de las prendas de vestir. También es para criar y mantener animales domésticos. Y, donde las precipitaciones son escasas, lo es además para la agricultura, en forma de regadío, para así aumentar las cosechas. E, incluso, también es imprescindible para ciertas industrias tradicionales, como las textiles o las relacionadas con la molienda del grano.

Fuente, bacio y lavadero. Fuente Alta o del Gamellón (Jorcas)

El territorio del Alto Alfambra tiene un clima mediterráneo de montaña. Por tanto, las precipitaciones son irregulares tanto a nivel estacional como interanual; pero además, de inciertas, son escasas, mucho para la notable altitud de este territorio. Las sequías son una constante en su historia. En muchas ocasiones, las precipitaciones se concentran en episodios tormentosos lo que reduce la oportunidad de aprovechar el agua y, además, supone un riesgo para los bienes de las personas.

Los regímenes hídricos de los ríos Alfambra y Mijares siguen fielmente el régimen de las precipitaciones. Algo matizados por la naturaleza caliza de las montañas que atraviesan, que los alimentan a través de un buen número de manantiales. Aún así, los estiajes de estos ríos llegan a ser frecuentes y acusados, por no decir de los que padecen sus afluentes. En realidad, pueden considerarse más que ríos, ríos-rambla.

Cauce seco del río Alfambra a principio del verano (Camarillas)

Aprovechar y gestionar las aguas ha sido una constante histórica en el quehacer humano en estas sierras. De entrada, incluso determinó la ubicación de los núcleos urbanos. Generaciones y generaciones han ideado técnicas para aflorar y hacer accesible el agua para conducirla, almacenarla o distribuirla a los campos, prados e incluso ingenios molineros. También para mitigar los daños en sus propiedades durante las violentas avenidas de arroyos y ríos. Observando, ensayando y aprendiendo, y trasmitiendo el saber. Se forjaron verdaderos «maestros del agua«.

Azud de la acequia del Molino de Caudé (Allepuz)

Igualmente los vecinos de cada pueblo y, en ocasiones, los de pueblos vecinos (lo que ya supone un mayor esfuerzo) llegaron a acordar la gestión del agua para organizar y optimizar el aprovechamiento de este escaso recurso. Toda una «cultura del agua«. Y no faltaron pleitos por incumplir los acuerdos, como bien registran la documentación histórica.

Desde las páginas de este blog hemos ido demostrando que el Alto Alfambra es un museo abierto. Un museo al aire libre. Un pequeño país en el que observar las características de la gea, las manifestaciones de la atmósfera o el discurrir de las aguas. Estos factores del medio físico determinan su vegetación y, ésta, la composición y estructura de las poblaciones de los hongos y los animales. Incluidos los humanos, superdotados de una extraordinaria capacidad para modificar el medio físico en nuestro interés.

Un paseo por los montes, por los valles o por los pueblos permite observar múltiples manifestaciones de la naturaleza o de las sociedades humanas. El paisaje es una síntesis de ambas. Si la observación, además, es detallada, las oportunidades de disfrutar aprendiendo se multiplican. Este es el objetivo de cualquier museo.

Para recorrer un museo, lo ideal es disponer de un buen guía. O de una buena guía. Alguien que nos muestre lo oculto, que nos ayude a situar en el espacio y el tiempo las obras y a sus autores, que sugiera reflexiones y nuevas ideas entre el público. Y si el guía es muy bueno, incluso que nos emocione.

El Parque Cultural del Chopo Cabecero del Alto Alfambra no puede ofrecer un o una guía para cada paseante y para cada paraje en cada momento. Sin embargo, puede ofrecer información, en forma de paneles, sobre temas concretos y en lugares interesantes para su lectura.

Esto es lo que viene haciendo desde hace tiempo a lo largo de algunos senderos balizados. Como en la Ruta de los Cinco Altos (PR-TE 147) donde se instalaron paneles dedicados a la geología, paleoantropología, historia, paisaje y clima. O en la Ruta de los Chopos Cabeceros del Alfambra (GR 199), con dos senderos temáticos dedicados al chopo cabecero, una sobre sus valores naturales y otras sobre los aspectos culturales. Desde hace unos meses, esta última ruta se ha complementado con dos nuevos paneles.

Uno está dedicado a los regadíos históricos del Alfambra. Se ha instalado junto al azud de la acequia del Sargal, en término de Aguilar.

El panel recoge ilustra sobre la singular hidrología, los tipos de aprovechamientos hídricos, su distribución y la organización de los recursos para uso agrícola.

Aguas abajo, poco antes de la desembocadura del río Penilla (o Camarón), ya en el término municipal de Camarillas se ha instalado otro panel dedicado monográficamente a uno de los ingenios industriales más antiguos y complejos: el molino harinero que gestionó durante siglos la familia Barberán.

El panel aborda la historia del cultivo del cereal y su molienda en Camarillas y, específicamente, las características del molino de Barberán y su compleja y trabajosa traída de aguas.

Esperamos que ambos resulten de interés y utilidad para los excursionistas.

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