SEGUIMIENTO DE MARIPOSAS EN LA SIERRA DEL POBO

Las mariposas forman uno de los grupos de insectos más populares. Su hermosura, dinamismo, ligereza y fragilidad siempre nos ha llamado la atención a las personas, sobre todo a los niños. Coleccionar mariposas suele ser (solía, pues los tiempos y la sociedad cambian) una de las maneras de acercarse al conocimiento de los insectos y, en ocasiones, a la vida silvestre. Las mariposas son animales que no pueden faltar en nuestro imagen mental del campo y del monte primaveral. 

Colias crocea. Valle de la Salobreja (Monteagudo del Castillo)
Pero, al mismo tiempo, las mariposas son unos insectos que tienen un complejo ciclo biológico en el que existen cuatro fases: huevo, larva (oruga), crisálida (pupa) e imago (la forma adulta). La dieta de las orugas y la de los adultos no suele coincidir. Y, por otra parte, existe una estrecha especificidad entre las especies de mariposa y de planta nutricia. 

El planeta está inmerso en un periodo de cambio. Siempre lo ha estado. Pero, en los últimos siglos, la transformación humana de los ecosistemas ha sido muy intensa y muy rápida, en términos de tiempo geológico. Los cambios pueden tener lugar a diferentes escalas. Cambios locales, por transformación de ecosistemas maduros, por aporte de sustancias tóxicas o por abandono de prácticas agrarias tradicionales, por citar algunos casos. O cambios globales, por introducción de especies exóticas o por alteración del clima a gran escala. 
Y, ante estos cambios, las comunidades biológicas responden. Algunas especies se ven beneficiadas, otras pierden oportunidades y disminuyen sus efectivos. Casi todas ajustan su distribución geográfica a las nuevas condiciones del medio.
Hacer un seguimiento durante varios años de las poblaciones de mariposas en un determinado paraje ofrece una pequeña ventana a los cambios ecológicos que operan en este espacio a nivel local (meteorología, usos del suelo, etc.). Pero, si este seguimiento se realiza en muchos lugares al mismo tiempo, se puede disponer de una visión más amplia de estos procesos a escala espacial. Y si, además, estos seguimientos se desarrollan durante varias décadas, se consigue extender la escala temporal. Es decir, conocer mejor lo que está ocurriendo en la Biosfera. Algo que interesa a los científicos y al resto de la sociedad.

Hace más 40 años se iniciaron los programas de seguimiento de las poblaciones de mariposas en el Reino Unido extendiéndose desde entonces por el resto de Europa. En esencia, se trata de realizar un recorrido a pie y de forma periódica a través de un determinado paraje registrando el número de ejemplares de cada una de las especies de mariposas diurnas observadas. Años después se constituyó el Butterfly Monitoring Scheme (BMS) proponiendo un mismo protocolo a la hora de realizar los recorridos, obtener y analizar los datos, así como expresarlos en forma de indicadores para evaluar las tendencias de las poblaciones.

En la península Ibérica y siguiendo el modelo británico en 1994 se pone en marcha BMS Catalunya, con el apoyo de la Generalitat de Catalunya. En 2014, investigadores de la Universidad Autónoma de Madrid, de la Estación Biológica de Doñana y aficionados a la Entomología crearon BMS España animando a participar a naturalistas voluntarios en este proyecto internacional de ciencia ciudadana. Y ese mismo, el Alto Alfambra se sumó a dicho dicho proyecto de la mano del naturalista Ángel Marco a partir de la creación de un recorrido en la vertiente oeste de la sierra del Pobo.

En concreto, el recorrido se realiza en una finca del Gobierno de Aragón (en el paraje de El Portichuelo) que dedica a aprovechamiento por el ganado vacuno de la raza Serrana Turolense.

Este espacio natural está declarado como Lugar de Interés Comunitario Castelfrío-Mas de Tarín (ES 2420038) dentro de la red de áreas de conservación de la biodiversidad en la Unión Europea (Red Natura 2000).

Se trata de un itinerario de 2.900 m de longitud que atraviesa ocho sectores que corresponden con otros tantos tipos de ambientes naturales. La tarde del pasado 11 de septiembre Ángel tuvo a bien dedicarme un rato para mostrarme el lugar y, sobre todo, la metodología en la recogida de datos. No era la mejor hora y el día era demasiado ventoso, poco favorable para la actividad de estos insectos. Por ello, realizamos completo el transecto pero no registró los datos para el estudio.

Comenzamos siguiendo un sendero que se internaba en un prado salpicado de espinos.

Las mariposas que reconocía directamente, las iba anotando. Aquellas que no le resultaban conocidas a simple vista intentaba capturarlas con ayuda del cazamariposas …

e identificarla en mano con la guía de campo …

Con la fragilidad que se les supone a las mariposas, resultaba sorprendente la resistencia al manejo que presentaban, volando perfectamente tras su liberación.

El itinerario recorría las laderas de varias montañas atravesando gran variedad de ambientes. Una balsa alimentada por un arroyo …

espinares y prados sobre sustrato silíceo …

o sobre sustrato calizo …

Matorrales abiertos de espliego, aliaga y tomillo …

en la orla de un joven carrascal con sabina negral que prospera sobre unos montes rocosos …

Este año, Ángel ha realizado 26 visitas, entre el 1 de marzo y el 30 de septiembre, observando un total de 1.938 ejemplares correspondientes a 81 especies de mariposas. Ha sido una temporada marcada por la escasez de precipitaciones y por las elevadas temperaturas que pudo afectar al nacimiento de nuevas generaciones de algunas especies. 
Sin embargo, en relación con las tres campañas anteriores los resultados de los muestreos apuntan a una mayor abundancia total y a una mayor diversidad biológica.
Los meses de mayor actividad corresponden al final de primavera y al principio de verano …
Entre los resultados destaca la presencia de Erebia zapateri, un endemismo de la cordillera Ibérica meridional que se encuentra recogido en la Lista Roja de las Especies Amenazadas de la UICN y Chazara prieuri, otra mariposa endémica ibero-magrebí considerada como Vulnerable en el Libro Rojo de los Invertebrados de España.
Cuatro años de muestreos sistemáticos que ayudan a comprender la importancia ecológica de estos pastizales de la montaña mediterránea y aportan datos para estudios de ámbito global.