TRES DE MAYO

Según cuentan las fuentes, los pueblos celtas, germanos, griegos, romanos y eslavos, desde tiempos muy antiguos, celebraban el día 3 de mayo, la fiesta del culto al árbol.

En el Árbol Intrat romano se cortaba un pino, se engalanaba con guirnaldas violetas, cintas de lana y una imagen de Atís y se llevaba al templo de la Cibeles (Atis es el amante de Cibeles).

Algunos autores enlazan la fiesta de la Santa Cruz de Mayo con el origen precristiano en el Árbol de Mayo o Palo de Mayo. Sea cierto o no, parece ser que es histórico que el día 3 de mayo del año 326, Santa Elena, la madre del emperador Constantino el Grande, hizo demoler el templo de Venus, que se encontraba en el monte Calvario, en Jerusalén, y excavar allí hasta tener noticia del hallazgo de la verdadera cruz donde Cristo fue crucificado: La Vera Cruz.

La costumbre de cortar el árbol ha sido muy habitual en España sobre todo en Castilla, celebrándose normalmente entre el 30 de abril y el 3 de mayo.

En 1960, tras la reforma de Juan XXIII con “e mutu proprio Rubricarum instructum,” perdió importancia en el calendario romano.

Allá por la década de los ’60 del pasado siglo, en Monteagudo del Castillo ya no se celebraba la fiesta de la Santa Cruz por lo que no puedo dar testimonio de ninguna celebración.

Sin embargo, varias semanas después, el 24 de junio, se celebraba San Juan, una festividad muy importante en nuestra localidad. Para la misma se elegía el mejor pino de todo el monte, se pelaba, se llevaba al pueblo y se plantaba al lado del ayuntamiento, colgándole unos pollos en lo alto de la copa, para que algún valiente mozo (pocos) pudieran subir y conseguirlos como trofeo. Dicho árbol se bajaba nuevamente y se subastaba el día de San Pedro, 29 de junio. A la subasta siempre acudían maderistas de la provincia de Teruel y de otras, como la de Cuenca pues llevaba la fama de ser el mejor pino de muchos km alrededor.

Queda la duda de si esto es una traslación de la tradición romana que fue adoptada por el cristianismo, que convivió con la festividad del 3 de mayo durante muchos años, hasta que la Iglesia, la trasladó a la festividad de San Juan, para no mezclar el culto al madero seco de la Cruz, con el culto al madero verde del árbol. Lo que es lo mismo, separar el culto festivo de la primavera que representa el árbol verde adornado con el culto reverente a la Cruz, o árbol seco del madero.

Es cierto que no he conocido festividad alguna en torno al 3 de mayo, pero sí he podido disfrutar de todo lo que representaba las Cruces de Mayo y de ello quiero hablar:

La festividad de la Santa Cruz, era una fecha muy importante en mi infancia. Coincidiendo con ella, se cambiaban de finca los aparceros; los pastores que iban a extremo, volvían caminando con su atajo de ovejas a Monteagudo; se subastaban los oficios de dulero y el hornero, y más antiguamente el del carnicero.

Todos los contratos tenían esa fecha de comienzo y esa fecha final. Previamente había sido consensuada y pactada entre dueño y aparcero, y rubricada mayoritariamente con un apretón de manos entre ellos. El arrendatario de pastos y el pastor hacían lo mismo. Entre el pueblo y el dulero u hornero el pacto había sido público y el secretario levantaría el acta correspondiente.

Al finalizar el tiempo pactado (un año, dos, tres…) en los contratos de explotación de fincas: podía ocurrir que el aparcero no estuviese contento con el dueño, o necesitase otra finca de mayor tamaño, o menor (según su disposición familiar, a más hijos más brazos para trabajar) se habría buscado otra finca para trabajar y comunicaba al propietario su final en la finca anterior. Podía ser que el dueño no estuviese contento con el aparcero, éste hacía lo mismo, se buscaba otro que le gustase más, y le comunicaba su cese. Todo esto en fechas anteriores al 3 de mayo, para que ambos tuviesen tiempo de buscar nuevas alternativas. Llegada esa fecha abandonaban la finca unos y llegaban otros.

Prado en Carratuerta

Una peculiaridad es que cuando se marchaba el aparcero saliente, como había sembrado, la cosecha le correspondía segarla a él, pero el nuevo aparcero labraba los rastrojos preparando los campos para la siguiente cosecha y recogía los piprigallos y la hierba de los prados. Había llenado las yerberas de hierba y forraje, la paja de la trilla se quedaba en los pajares, (la dejaba el saliente y la disfrutaba el entrante). Los pastos de cerrados, cuartos y prados le correspondían al entrante. Una vez realizada la trilla por el saliente, partían el grano con el propietario, el saliente se lo llevaba a su nueva hacienda, y el dueño podría darle parte al entrante o no. Al menos el dueño sí entregaba al aparcero su parte de grano para alimentar su propio ganado y del que luego partirían las ganancias.

Cultivo de piprigallo

El dulero y hornero, su contrato era de un año, dando comienzo el día 4 de mayo y finalizando el 3 de mayo del año siguiente. Llegado este día, en asamblea de vecinos― en el ayuntamiento― tenía lugar la subasta. Si había algún vecino interesado en realizar alguna o las dos funciones a la vez, pues pujaba; si no tenía rival, se le adjudicaba directamente; si tenía rival, se adjudicaba al que más económico lo hacía.

La puja era en grano, y en los primeros años que recuerdo, consistía en una barcilla de trigo por cabeza de vaca o yegua. Por aquél entonces en Monteagudo sin contar las masías había más de 60 yeguas y unas 100 vacas, con lo cual, el sueldo del dulero era el equivalente a 160 barcillas de trigo, unos 2600 kgrs de trigo. No es mucho, pero debemos pensar que la mayoría de las casas no recogerían en sus campos el doble de esa cantidad. Si bien años más tarde, hubo poca competencia en ser dulero y se le puso un sueldo normal. Un sueldo normal en el año 1971 era de 225 pesetas diarias, hoy serian 1,35€, lógicamente sin Seguridad Social, ni seguro alguno. A final de los años 60 no puedo precisar cuánto se pagaba por un jornal, pero puede que no pasase de 100 pesetas, lo que hoy son 60 céntimos de euro.

 El precio a pagar al hornero por haber cocido 30 panes, más menos, era 10 céntimos, una perra gorda por pan, y además mínimo un pan. Con lo que el hornero se llevaba a casa suficiente hornada para su familia y también podía vender.

Había una llamada a todo el pueblo. A toque de cuerno, como así se le llamaba (era un caracol marino de grandes dimensiones) el dulero con su ¡Puuuuuuuuuuuuu, Puuuuuuu Puuuuuu, puuu! A primera hora de la mañana anunciaba que todo vecino debía soltar sus vacas o yeguas para ser llevadas a los prados de Salobreja; pero también era el momento de sacar el número para ir a masar (amasar) al día siguiente y así lo hacía toda mujer que lo necesitase.

Duleros con veraneantes en el año 68, aproximadamente

San Miguel, el 29 de septiembre era otra fecha clave, en este caso para pagar los contratos vencidos. Yo no he conocido contratos desde el ayuntamiento o sociedad de vecinos que llevasen esta fecha como vencimiento de pagos, si bien hay libros con datos históricos de otros pueblos que la recogen como tal. Pero puedo decir que en el caso de Monteagudo La feria de Cedrillas es el 3 y 4 de octubre, muy próximo a la fecha de San Miguel. La feria representaba, vender, y si vendes puedes pagar y saldar las deudas.

Allá por el año 1968, mi padre decidió cambiar las vacas por ovejas, y lo primero que hizo fue comprar ovejas, hecho realizado en la primavera, y como no tenía dinero para pagar, una de las reglas del acuerdo era que el pago se efectuaría en la Sanmiguelada cuando vendiese las vacas. Y aquí se pone de manifiesto la confianza depositada del vendedor en el comprador.

Esplendor de primeros de mayo en nuestros campos. Foto: José Luis Penalba Guillén

El 3 de mayo, Santa Cruz.  Para hacerse una idea más exacta de lo que todo lo relatado representaba en la sociedad de esta época, es preciso adaptar nuestra mente con estos datos:

  • Monteagudo del Castillo dispondría de cómo máximo 400 habitantes.
  • 11 masías, o masadas como así se les denomina.
  • Que en el pueblo había mínimo de 4 haciendas con aparcero.
  • Que la media de hijos por familia de los aparceros era entorno a 6.
  • Así pues, esto suponía que unas quince familias con un total de entre 120 y 140 personas estaban en movimiento de finca en finca cada 3, 4, 5 años. Los movimientos entre fincas, podían ser en el propio término de Monteagudo, o venían de otros pueblos y se marchaban del nuestro.
  • Que si lo llevamos a porcentaje, representa un 30 % de la población.
  • Entorno a 10 familias de pastores marchaban al reino cada invierno y volvían con sus familias para el 3 de mayo. Aquí el número de hijos era menor, y que haciendo los números a dos hijos representan un 10 % de la población.
  • Que en el pueblo conjuntamente con los trashumantes había mínimo 30 rebaños de ovejas, si bien es cierto que la mayoría no llegaban a 100 ovejas.
Ovejas ramoneando en una zarza. Foto: José Luis Penalba Guillén

Si sumamos todos los apartados, el resultado era, que en la mayoría de las familias había realizado un pacto de explotación, al menos de pastos, ya que el que no tenía ovejas, cedía las hierbas al que sí las tenía.

Monteagudo es tal vez, el pueblo con menos masías en todo nuestro entorno, lo cual significa que los porcentajes en otros pueblos era mayor.

La vida es un continuo ir y venir, o dar vueltas siempre a lo mismo. En entornos cerrados donde la cercanía de los pueblos era el mayor exponente de contacto con gentes de otros lugares, propiciaba que entre los habitantes de cada pueblo y a veces entres distintos pueblos, primase la confianza. Así pues no era de extrañar las ventas de caballar, vacuno u ovino entre ellos y como el dinero era muy escaso, solamente la familias privilegiadas dispondrían de dinero para pagar al contado, el resto se le presumía su buen hacer, su honradez y su cumplimiento del deber, poniendo por garantía a San Miguel, como santo que llevaba a casa unas monedas con las ventas de otros animales. Esto en Monteagudo era la feria de Cedrillas.

Es fácil encadenar el 3 de mayo festividad de La Santa Cruz con San Miguel. Cada vez que un aparcero dejaba una finca y tomaba otra, había una partición de los animales como consecuencia del pacto entre ambos. Dichas particiones originaban ventas de animales: caballar, vacas u ovejas y como fecha de pago se estipulaba para San Miguel.

A San Miguel le han rezado generaciones enteras, para que se cumplieran los pagos de los distintos pactos. A pesar de ello, hoy apenas queda el recuerdo de aquellas frases hechas: “ha hecho muy buena Sanmiguelada y los trigos están muy bien nacidos. Si entran en el invierno ya cuajaos, llevan mucho adelantao”

Eliseo Guillén Daudén (Monteagudo del Castillo)